A diario centenares de periodistas arriesgan sus vidas para transmitir noticias que ocurren en lugares inhóspitos. Ya sean aquellos corresponsales de guerra que cubren guerras como las de Siria, Libia o Afganistán; o los reporteros gráficos que logran llegar al corazón de las pandillas centroamericanas para retratar a sus integrantes, se trata de personas valientes que ponen en peligro sus vidas a cambio de una buena historia.
Es cierto que los propios medios de comunicación y los Estados deben velar por la seguridad de los periodistas para que puedan ejercer el oficio con libertad y sin miedo. Pero no se puede negar que los periodistas también han de poner de su parte para evitar terminar expuestos al peligro más allá de lo necesario.
“La protección debida a los periodistas es una garantía para la buena información de la sociedad. Esa información fluirá si el periodista está libre de coacciones, presiones o amenazas; será en cambio una información restringida o incompleta si al periodista lo asedian peligros profesionales, y no cuenta con apoyo alguno”, afirma sobre el tema el maestro Javier Darío Restrepo en el Consultorio Ético de la FNPI.
En Colombia se ha avivado un debate respecto a lo sucedido con Salud Hernández-Mora, corresponsal del diario español El Mundo, quien se adentró el fin de semana en la remota región del Catatumbo, donde hace presencia la guerrilla del ELN. Luego de ser despojada de su cámara fotográfica y su teléfono celular, la periodista fue llevada en moto hacia las montañas y no se volvió a saber de ella. Algunos afirman que fue secuestrada, otros, que fue llevada ante los líderes guerrilleros por voluntad propia para entrevistarlos.
Mientras algunos columnistas opinan que esto sucedió porque Hernández-Mora “se lo buscó“, otros han respondido que es “una canallada” culpar a la veterana periodista por su propio secuestro, pues al fin y al cabo estaba haciendo su trabajo. A su turno, Catalina Botero, exrelatora Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), afirmó que la situación es muy grave teniendo en cuenta el importante rol que cumplen los periodistas en la zonas de conflicto y agregó que los ataques en su contra son una violación al Derecho Internacional Humanitario (DIH).
Queremos aprovechar la coyuntura que acontece en Colombia para debatir respecto a los dilemas éticos que se presentan cuando un periodista es enviado o va por cuenta propia a cubrir una historia que acontece en regiones violentas.
¿Hasta qué punto está bien arriesgar la libertad y la vida por una noticia? ¿Es válido decir que un periodista que visita una zona peligrosa “está buscando” su propia desgracia? ¿Cómo informar entonces en zonas donde la presencia del Estado es escasa y dominan grupos delincuenciales? ¿Quién es responsable por la seguridad de periodistas que visitan zonas de guerra? ¿El Estado deja de ser responsable cuando un periodista decide por cuenta propia visitar una zona peligrosa? ¿Qué medidas de seguridad debe tomar el periodista que visita una zona en conflicto? ¿Cómo ayudar al periodista que regresa con un trauma tras trabajar en una región violenta?
Para responder a estas y otras preguntas, los seguidores de la cuenta @EticaSegura participaron en uno más de nuestros tuitdebates semanales usando la etiqueta #ÉticaEnRed. Los mejores trinos producidos durante la hora del debate fueron recopilados en el siguiente Storify.
La Red Ética Segura hace parte de la alianza Ética Segura, de la FNPI y el Grupo SURA, que propone un espacio de reflexión y debate acerca de los cambiantes desafíos éticos del oficio.