El caso es real. Dos profesores de un colegio de Santiago fueron denunciados por una pareja de apoderados de haber abusado sexualmente de sus hijos. El caso pronto pasó de los tribunales y a los medios, especialmente por las características del episodio: no era un colegio católico, los profesores acusados eran marido y mujer y el colegio habría sabido todo lo que pasaba.
Por supuesto, los sitios de noticias se esmeraron en cubrir el caso y en registrar cada uno de los detalles que los padres relataron. A las pocas semanas el interés sobre el caso murió para los medios, pero siguió su camino en los tribunales. Tres años después los apoderados fueron declarados inocentes. Pero no para Google.
Los sitios no cubrieron el desenlace del caso o no con la misma ansiedad de su inicio. Por lo tanto, lo único que mostraba Google frente a las búsquedas relacionadas con el tema, eran las URLs de las denuncias. De hecho, algunas de las búsquedas relacionadas con abuso infantil también llevaban a los mismos links. Como también el simple interés por el colegio en cuestión.
Las dudas parecen, entonces, más complejas: ¿Es éticamente correcto borrar el pasado? ¿Es éticamente correcto que el pasado persiga a personas inocentes?
Resolver esto no es tan sencillo. No es posible borrar URLs, tampoco cambiar los títulos de los artículos que se escribieron, muchos fueron agregados por otros sitios de noticias y no es posible construir sobres antiguos contenidos. El dilema no se resuelve.
Esto no es nuevo: los diarios y la TV no borran sus errores. En el mejor de los casos, los corrigen. Siempre en un espacio menor al que dedicaron al error. Por supuesto, la web entrega los mecanismos para que una historia pueda ser modificada. Pero borrar las URLs no parece el camino más adecuado.
Las noticias son (o debieran ser) unidades complejas, que no sólo narran un hecho, sino el contexto en que se desarrollan. “La denuncia de abuso se da en medio de una serie de acusaciones en contra de colegios,…” o “Luego de esta denuncia, parlamentarios pusieron en carpeta un proyecto de ley que protege a los niños”… por poner algunos ejemplos.
Los medios, eso sí, deben buscar la forma de resguardar el presente, de proteger a las personas que siguen injustamente acusadas en la web, mientras son inocentes en el mundo físico. En ese sentido la mejor solución parece ser que, junto con escribir una nota con el resultado final de los tribunales, añadir a las notas antiguas (vinculadas con el tema) una nota de la redacción que clarifique cómo terminó el caso.
Pero también hay otros caminos más sencillo, pero menos adecuados: medios que no admiten cambios en sus contenidos y otros que borran las URLs. Sin duda, este último camino, es el peor.
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