La violencia urbana en Brasil vista desde el lente íntimo de Talita Virginia
15 de Abril de 2019

La violencia urbana en Brasil vista desde el lente íntimo de Talita Virginia

El fotógrafo estadounidense y maestro de la FNPI Stephen Ferry regresa con sus reflexiones sobre fotografía no ficción para el blog de la Red Ética de la FNPI, compartiendo sus observaciones a partir del trabajo de la fotógrafa brasileña Talita Virginia.
"Talita Virginia humaniza la violencia urbana en Brasil desde lo más íntimo, desde la vida de su propia familia", destaca Stephen Ferry.
Stephen Ferry

Estoy contento de volver a escribir aquí sobre la ética en la reportería gráfica, la fotografía documental, o lo que me gusta llamar en general la fotografía no ficción. Muchas gracias a la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y a Sura por patrocinar este foro. En particular estoy agradecido con Karen de la Hoz y con Hernán Restrepo por mantener y editar el blog. Para consultar la serie de entradas que escribí previamente, pueden encontrarla aquí. Son bienvenidos los comentarios.

Para arrancar, quiero contarles de un trabajo excepcional que conocí en una revisión de proyectos en el Festival San José Foto (Uruguay). La fotógrafa brasileña Talita Virginia ganó el premio de fotolibro latinoamericano del festival con su proyecto Mi color favorito es el rosa, pero me gusta mucho el negro, y este proyecto se publica como libro con el Centro de Fotografía de Montevideo.  (Mi color favorito es el rosa pero me gusta mucho el negro.  My favorite color is pink but I like black very much,  Talita Virginia, CdF Ediciones, Marzo, 2019).  

Este trabajo es personal, ya que trata sobre el papá de la fotógrafa, José Simplicio de Lima, un policía de Sao Paulo. Desde el título del proyecto Talita nos ubica en la perspectiva de una niña.

 

 

Como lo cuenta la autora, el título viene de "la primera frase de uno de los diarios de mi hermana. Es claro que querer al color negro a diferencia del rosa, que es un color asociado con la ternura y la feminidad, demuestra un cierto afecto con lo que se asocia con un color más fuerte, como lo es el negro".

En la serie se ve con frecuencia a la hermanita de la fotógrafa vestida de rosa y así se le puede entender como la narradora misma; a la que le gusta el color rosa, pero también el negro. En una entrevista con la revista VICE, Talita confirma el doble papel de su hermana menor cuando dice que “ella y yo somos la misma persona en esta foto”, refiriéndose a la imagen anterior.

En esa imagen hay una simetría entre la acción del papá alistando su arma para salir a trabajar y la de la niña mirando un libro. A la vez, hay un contraste entre el negro de los equipos en el cinturón del hombre y el rosa del saco de la niña, cómoda y segura sentada en la cama. La violencia y la inocencia no están construidas de forma binaria (negro o rosa)  sino como partes contradictorias de una sola cosa, la vida de esta familia (negro y rosa).

La siguiente fotografía también cuenta de la cohabitación entre la fuerza y la delicadeza.

 

 

Al ver al hombre vigilando lo que pasa en la calle abajo sin dejarse ver por los de afuera, con la mano en la pistola, se entiende que viven en un barrio peligroso. A la vez, el encaje de la cortina nos remite a un mundo femenino y el color del cielo es azul pastel, un color que a mí me hace pensar en los bebés. De nuevo, la dureza y la delicadeza no son opuestas sino simultáneas. Incluso se ve el patrón del encaje desplegado como sombra en el uniforme del hombre y la forma en que él sostiene la tela es suave. Una vez más, la perspectiva de la toma es mirando hacia arriba como si fuera la de la hermanita.

Ese sensación de peligro no es gratuita. Talita cuenta que:

"En ése entonces vivimos en el sur de Sao Paulo, en otro barrio peligroso. Antes de llegar ahí, fuimos obligados a huir de nuestra casa en la media noche para escapar de las amenazas contra nosotros. Una pelea ocurrió en un bar y mi papá se involucró y terminó pegándole a un tipo que murió. Fue un narcotraficante local y todo el mundo sabía dónde vivíamos y amenazaron seriamente a mi papá. Por el resto de ese año mi hermano y yo no volvimos a la escuela. Solo como adulta, cuando la banda PCC declaró guerra contra la policía, fue que me di cuenta de los riesgos que corría mi padre".

Dice que incluso el proceso del libro ayudó a aclarar memorias difíciles de esa violencia que no eran claras para ella.  

 

 

En otra parte de la misma entrevista dice:

"Siempre que mi padre llegaba a la casa de alguien, colocaba algo negro en el lugar más alto que encontraba. Cuando hicimos un viaje algo peligroso, él andaba con esa cosa en sus piernas. Crecí entendiendo poco a poco qué fue aquello que yo debía mantener a la mayor distancia posible".

Agrega que “el color negro tiene una fuerte referencia al arma omnipresente en nuestras vidas.  Un objeto peligroso pero necesario (y quizás deseado) que siempre estuvo ahí”.

 

 

Mi color favorito es el rosa, pero me gusta mucho el negro también evidencia una vez más la importancia de que las mujeres tengan mayor presencia en la fotografía documental. Talita lo expresa así:

"Mi género tiene un papel importante en este proyecto. Solo lo podría hacer porque soy mujer y el policía es mi padre. Ser mujer hace que tenga una relación diferente con mi padre. Entiendo que esta relación está contaminada con una especie de admiración por él, la sensación que él es 'mi héroe' a pesar de su forma de actuar en el trabajo".

"Si yo fuera un hombre y no su hija, de pronto las fotografías serían más estereotipadas y periodísticas, y menos narrativas y documentales. Serían probablemente 'hard news' y no un libro. A lo mejor el policía sería representado simplemente como un malo o como un servidor del Gobierno, pero el tema es más complejo. Él es la fuerza represiva del Estado. Pero por su estrato social, él también está reprimido. Reconozco que la policía comete injusticias, pero no obstante lo puedo mostrar cómo un hombre fuerte y heroico. Es esta serie de contradicciones la que quiero abordar en este proyecto", añade Talita.

 

 

El tema de la violencia urbana en Brasil y América Latina ha sido cubierto muchas veces, y muchas veces los fotógrafos mostramos a los policías, las víctimas, los drogadictos y a los criminales como seres anónimos y unidimensionales. Aquí el policía no sólo es un uniformado anónimo al que se ve patrullando o intercambiando disparos con los pandilleros de las favelas, un simple agente de violencia. Al contrario, Talita Virginia humaniza la situación desde lo más íntimo, desde la vida de su propia familia. Nos informa sobre una fenómeno social con conocimiento propio, con sutileza y consciencia de las contradicciones de la situación, trayéndonos así una perspectiva distinta de las representaciones estereotipadas que suelen poblar el tema de la violencia urbana latinoamericana.

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Fotografías: @talitavirginia.

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