¿Cómo lograr que los códigos de ética sean útiles?
Respuesta: Los códigos de ética reflejan el pensamiento de sus autores sobre la naturaleza de la ética y sobre la función que cumple. Una idea pragmática de la ética da por resultado códigos que responden a la pregunta de lo que se debe hacer en cada caso concreto. Es una ética que gira alrededor del hacer, que en los códigos pretende abarcar todas las posibles actividades de las personas para decirles que actúen de esta u otra manera. Otra es la idea de quien mira la ética no como un hacer sino como un ser, definido por unos valores y principios. A los autores de códigos inspirados por esa manera de pensar, no les importa dar respuestas para situaciones concretas, sino mantener presente, para cualquiera circunstancia, un modo de ser. No se trata, por tanto, de dar recetas éticas o fórmulas de acción, sino de proponer un estilo de vida. Estos códigos suelen ser breves, pero densos en sus contenidos. Dejan un amplio margen de acción libre y de creatividad, a quien habrá de aplicarlos. Entre las características de estos códigos está la posibilidad de diseñar los comportamientos teniendo en cuenta las limitaciones de las personas, aunque sin olvidar la severa exigencia de los objetivos de excelencia que impone la ética.
Documentación
Una primera ventaja de los códigos deontológicos es que suponen el reconocimiento público de la dimensión ética de una profesión o actividad. Supone el código el reconocimiento de los aspectos morales y de servicio a la sociedad que implica toda profesión. Así contribuye a formar una conciencia colectiva en la profesión. Junto a los conocimientos técnicos y frente a las exigencias económicas, están ahora y antes que nada los valores y los compromisos morales. Quienes promulgan un código reconocen ante la sociedad que su actividad tiene determinados componentes éticos. Establecen, además, unos contenidos morales concretos: las normas y obligaciones que la deben guiar. Hoy no es posible intuir y conocer las normas con el solo sentido común y puede ser arriesgado dejar estas cuestiones en manos de la conciencia individual. Del mismo modo que es necesario aprender las reglas técnicas de una profesión, también debe serlo aprender sus normas morales. También los códigos facilitan el aprendizaje ético de una profesión. El código es así una manifestación de la experiencia y sabiduría moral adquirida a lo largo del tiempo. Otra utilidad de los códigos es que ayudan a defender los criterios morales internos de una profesión frente a las presiones externas. Para los periodistas será más fácil mantener su integridad frente a las presiones si pueden señalar una cláusula en su código profesional que los avale. Finalmente los códigos acrecientan el prestigio de una profesión. Comprometerse a trabajar de acuerdo con un código de ética es la señal más evidente de la reivindicación de un estatus social mejor por parte del profesional. Y lo que vale a nivel individual vale también para el conjunto de la profesión. Además, si una profesión se autorregula de verdad, no necesita que nadie le imponga sus normas. El compromiso con la ética profesional permite discriminar entre quienes trabajan verdaderamente por los bienes y fines propios de esa profesión y quienes solo la utilizan para obtener un rendimiento económico. Hugo Aznar, Comunicación Responsable. Ariel, Barcelona, 1999. Resumen de las páginas 34,35, 36 y 37.