Internet ha cambiado nuestras costumbres y prácticas. A veces no es necesario moverse del escritorio para buscar fuentes, porque las encuentra en internet. ¿Se puede pensar en una nueva ética para situaciones tan nuevas?
25 de Julio de 2016

Internet ha cambiado nuestras costumbres y prácticas. A veces no es necesario moverse del escritorio para buscar fuentes, porque las encuentra en internet. ¿Se puede pensar en una nueva ética para situaciones tan nuevas?

Foto: Jeshoots // Pixabay

Internet ha cambiado nuestras costumbres y prácticas. A veces no es necesario moverse del escritorio para buscar fuentes, porque las encuentra en internet. El uso del Skype nos está acostumbrando al contacto virtual con la gente y está haciendo escaso el contacto real. ¿Se puede pensar en una nueva ética para situaciones tan nuevas? R.- Los dilemas éticos son los mismos, ha cambiado su frecuencia e intensidad. Esto significa que internet, al aumentar el poder de quien comunica ha intensificado su responsabilidad; al multiplicar y potenciar las herramientas de trabajo, ha hecho más fuerte el deber de llevar a cabo las posibilidades de cada uno; al facilitar el contacto entre las personas, ha intensificado los deberes para con ellos. No es, pues, una nueva ética, es una ética más exigente porque debe responder a un poder más grande.
El dilema fundamental aparece con el poder que lo digital deja a disposición de cada persona. La posibilidad de comunicar, la de convertirse en fuente de información, la de entrar a los archivos y bibliotecas, la de manejar datos en cantidad inimaginable, todo eso confiere poder y al mismo tiempo genera el deber de responder, que es el sentido de responsabilidad. Y quien tiene poder contrae, a la vez el compromiso de volverlo bueno o malo. Nace así un dilema ético fundamental.
Se demuestra a la vez que el instrumento no es bueno ni malo. Es bueno o malo quien lo usa para hacer mejor el mundo o para hacerlo malo.
Otro dilema ético fundamental es el de las relaciones con el otro. Internet posibilita la comunicación y el encuentro con incontables personas; pero también contribuye al aislamiento. Que sea lo uno o lo otro no se le puede atribuir a la tecnología, sino a quien la maneja que, ha adoptado unos valores éticos como guía, hará de internet un medio para el acercamiento, para la creación de comunidad y para el desarrollo personal. La ausencia de esos valores puede hacer de esos aparatos unos peligrosos juguetes.
En realidad, no se necesita una nueva ética, pero sí se hace indispensable la acción de unas nuevas personas, movidas por una fina conciencia interior.
Documentación
Hay algunos aspectos que no sólo no cambian, sino que acentúan la responsabilidad del profesional de la información. Por ejemplo, cuando un editor hace su trabajo realiza una tarea indispensable de ordenamiento, jerarquización y correcta presentación.
Revisión de textos, distribución de tareas, fijación de plazos de entrega todos estos son apenas esenciales de la labor informativa y por tanto, parece difícil que en algún momento los puede reemplazar una máquina. Al revisar en esta perspectiva, estas complejas relaciones de trabajo, se redescubre no sólo la importancia de la estructura interna del medio, sino también el fundamento de algunos rutinas básicas, como el chequeo de datos, el buen reporteo y el procesamiento responsable y la entrega cuidadosa de la información obtenida.
Esto no ha cambiado con la aparición de internet. Al contrario, se ha hecho más exigente.
Así lo demuestran ejemplos, como el de la publicación del informe Starr en internet en setiembre de 1998 cuando fue conocido simultáneamente en todo el mundo, dejando a los periodistas un terreno de maniobra muy estrecho, obligados a efectuar un análisis de su contenido con más rapidez que nunca, pero con clara conciencia de que cualquier error o descuido podría ser detectado de inmediato por el público.
Poco antes el veterano comentarista Pierre Salinger, antiguo asesor del Presidente John Kennedy, había sido inducido a un gravísimo error, al utilizar en un comentario, antecedentes sin respaldo, que encontró en internet, sobre la explosión del vuelo 800 de la TWA.
Estas situaciones son un duro recuerdo de una obligación básica del periodismo. Internet no releva al periodista de la necesidad de poner en juego toda su capacidad, e incluso su instinto, en la investigación de una noticia. Sigue siendo indispensable chequear y rechequear, preguntar y confirmar. Desconfiar y revisar. La credibilidad ha sido siempre la base de toda reputación periodística perdurable y lo sigue siendo.
La otra gran lección asociada a la incorporación de las nuevas tecnologías tiene que ver con la responsabilidad social de los medios. Los medios, por tradición, especialmente en los escritos, han estado a cargo de colocar sobre el tapete de la actualidad los temas de discusión pública. Lo que el Profesor Maxwell McCombs bautizó como “agenda setting” sigue vigente aunque no se aprecie debidamente su importancia. De hecho, en un mundo tan saturado de noticias como es el actual, la necesidad profesional de que un periodista analice la actualidad y vaya planteando los temas más importantes, se ha hecho más evidente que nunca.
Abraham Santibañez en La ética periodística en el nuevo milenio. Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2001. Pp147, 148.

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