Los medios de comunicación se olvidan muchas veces del lado humano. ¿Qué formatos serían los más adecuados para que los medios tocaran esa sensibilidad? No es sólo la primicia y su gestora, la avidez comercial que convierte las noticias en mercancías y las despoja de su realidad, la que deja a un lado lo humano del periodista y de la información.
Detectan los que observan críticamente la actividad del periodista (Vg. E. Goodwin, cf. Documentación) que esta se hace con una confusa mezcla de machismo y de arrogancia, explicable por el pudor con que el periodista oculta sus sentimientos y por la convicción de pertenecer a una clase aparte y superior que observa, investiga e informa sin involucrarse.
Observar a los semejantes como conejillos de indias, cuyas acciones se registran escrupulosamente y como algo ajeno, necesariamente deshumaniza. La sabiduría de los códigos éticos ayuda al periodista que lucha contra la deshumanización, cuando describen su tarea como la de " un servidor del interés general" (Códigos de Bélgica e Israel). El Código del Brasil ve en el periodismo " un compromiso indisoluble con la comunidad" y La Federación Latinoamericana de Prensa (FELAP) lo llama " servicio de interés colectivo." En el Código de la Comunidad Económica Europea de Periodistas se anota: " toda acción periodística debe estar dirigida al bien de la comunidad." Este es el formato que preserva, tanto la humanidad como la calidad del ejercicio profesional.
Documentación.
El asunto de si los periodistas deben mostrar compasión a las fuentes de noticias que cubren y en qué circunstancias es algo virtualmente ignorado en todos los códigos. No es sorprendente. La compasión, además de ser una palabra que ningún periodista " macho" gusta siquiera oír, no se traduce fácilmente en un patrón o guía de acción.
En su manual de criterios del papel del periodista, el Washington Post apunta al hecho de rehuir comprometerse en las situaciones que reportan, es decir el lado desapasionado frente al problema de la compasión versus el desapasionamiento: " aunque ha sido cada vez más difícil para su periódico y para la prensa en general y, desde Watergate especialmente, los reporteros deben realizar cada esfuerzo posible por permanecer entre la audiencia, por no caer en el escenario, por informar la noticia, no producirla."
Existe una gran preocupación entre los periodistas por la imagen en el negocio de las noticias. Se expresan diversos temores sobre la forma como el público percibe la prensa, su arrogancia y lejanía para con la gente, la indiferencia absoluta de los periodistas por las personas una vez que consiguen la noticia y se van. Estas imágenes pueden ser injustas, pero muchos periodistas creen que ya existen en la mente del público, o podrían calar rápidamente por cualquiera de las malas prácticas del negocio.
La compasión no se enciende o se apaga con un interruptor, pero si la estimulamos más insistentemente en el momento del hallazgo de la noticia y en el modo de reportarla, con seguridad podríamos mejorar la percepción pública de toda la empresa periodística. Podría incluso mejorar la percepción del periodismo por los propios periodistas, muchos de los cuales se muestran cínicos cuando apenas comienzan. El folclor del negocio de las noticias es básicamente el de los tipos duros, al estilo de Humprey Bogart. Cualquier sentimiento de simpatía o ternura se expresan mejor fuera del oficio.
Tal vez es hora de que el trabajo de noticias comience a hacerle honor a la compasión y de dejar de rendirle pleitesía al cinismo.
Eugene Goodwin.
En Por un Periodismo Independiente. Tercer Mundo. Bogotá.1994.