Consultorio Ético de la Fundación Gabo
29 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Trabajo en uno de los dos canales de televisión cuyo conflicto de intereses se convirtió en noticia y me correspondió diseñarla y difundirla por mandato de los directivos de mi canal. El cuestionamiento ético surge entre mi lealtad al canal y el cumplimiento de los principios de objetividad y veracidad en el manejo de la información. ¿Cómo actuar?
En los códigos de ética periodística se suelen relacionar dos valores esenciales: el compromiso con la verdad y la independencia, esta última considerada indispensable para llegar a la verdad. En el caso presentado y en todos los casos de investigación y presentación de un hecho, el periodista necesita su independencia como instrumento irreemplazable.
Además aparece otra importante razón: el interés público que subordina cualquier otro interés, en este caso el del canal, y los intereses del propio periodista. Cuando un periodista informa, lo hace en función del público y no al servicio del canal o de su interés personal.Por eso es acertada la decisión que el periodista le dio a su conflicto: asumió el problema como un reto informativo y, apegado a los hechos, informó sin emitir juicios de valor. Así transmitió un programa de una hora de duración, estrictamente informativo.El periodista no optó por la autocensura, usual en esos casos, sino por el autocontrol de sus emociones e intereses, en beneficio de la teleaudiencia a la que se le debía la verdad.

Documentación.

El hombre de la calle suele definir la libertad como "la posibilidad de hacer lo que uno quiera," y generalmente esa descripción se refiere a la situación que sigue después de que se han eliminado todas las trabas externas que impiden al hombre hacer lo que quiere. Y así vieron la libertad los filósofos griegos más antiguos: como la condición ideal del hombre en la ciudad sin tirano, o de la ciudad subyugada por un solo poder dictatorial. Esta ausencia de imposiciones exteriores dejaba al hombre sin sujeción y dueño de sí. La "eleutería" (nombre griego de la libertad) no se había aplicado todavía a la condición moral del hombre. Platón y Aristóteles habían limitado su sentido a ese aspecto político de la ausencia de imposiciones en la ciudad y el propio Sócrates, que había dedicado sus discursos y diálogos a la justicia, la bondad y la belleza interior, no hizo el viaje intelectual para encontrar la libertad.
Tuvo entonces todo el valor de un hallazgo y de un avance, la expresión de Epicuro: " la total independencia es la mayor riqueza." Se comenzó así a entrever la libertad como una privilegiada condición interior y no solo como una ausencia de imposiciones.
El ejemplo de Epicteto, en cuya breve obra la palabra libertad ha sido subrayada ciento treinta veces por los especialistas, reveló al mundo antiguo la dimensión interior de la libertad. Había nacido esclavo y logró un dominio interior de tal magnitud, que pudo advertir serenamente al verdugo que le retorcía una pierna: "vas a romperla." Cuando la pierna se rompió, dicen los relatos que se volvió de nuevo a él y, sin alterarse, le observó: " ya te lo había dicho, se rompió."Del estoico Epicteto ha quedado esa imagen del hombre libre, o sea el que ha llegado a ser completamente dueño de sí y de sus reacciones ante el sufrimiento físico. Ese es uno de los elementos que permitirían llegar a la elaboración de un concepto de libertad que recoge Gabriel Marcel cuando habla de ella como "lo que se opone a la alienación."
La libertad, entonces, puede entenderse como la facultad radical de elegir sin ser determinado interior ni exteriormente, que es el ideal trazado por la ética al periodista.

Herrán y Restrepo
En Etica para Periodistas. Tercer Mundo, Bogotá, 2000. Pág 259 y 260.

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