El periodismo está atravesando un periodo bisagra. No por la pandemia que afectó al mundo en 2020, sino por el impacto que Internet está teniendo en la forma de ejercer el oficio en la última década. Esa es la premisa en la que se basó el taller virtual ‘El periodismo digital en el cruce de los tiempos’, impartido por la periodista Olga Lucía Lozano entre el 23 y el 26 de febrero a periodistas de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. La actividad fue organizada por la Fundación Gabo con el apoyo de Open Society Foundations (OSF).
Durante el taller, Lozano invitó a periodistas expertos en innovación y aplicación de diferentes disciplinas al oficio para explicar cómo las nuevas tecnologías están modificando no solo la forma en que los periodistas recogemos la información, sino también las audiencias, los canales de difusión y hasta los métodos para financiar el periodismo en el mundo.
“Estamos en un periodo de quiebre durante los últimos 20 años. Ese quiebre tiene que ver con todo, con las relaciones sociales y la manera como vemos el mundo. Ahora hacemos periodismo para audiencias con realidades del principio de finales del siglo XX y para usuarios con realidades del siglo XXI. Eso tiene que ver con los accesos. La pandemia no creó esas diferencias, lo que hizo fue evidenciar los quiebres, evidenciar este momento que estamos viviendo”, dijo Lozano en el arranque del taller.
Al final del taller, los periodistas participantes concluyeron que la innovación en la producción periodística con ayuda de las nuevas tecnologías no solo es necesaria para tener un mayor alcance en las audiencias, sino para que estas sean más receptivas con el mensaje y así tener un mayor impacto en la realidad.
Internet lo cambió todo
“Debemos entender que, desde hace 20 años que internet apareció, nos planteó una diversidad de formas de comunicarse y de llevar el mensaje informativo a un montón de gente en el mundo, más allá de lo que podíamos imaginar”, dijo Lozano.
Si bien la irrupción del periodismo afectó al mundo entero, según Lozano, el periodismo no se quedó fuera.
Desde el principio del taller y durante todo su desarrollo, la maestra de la Fundación Gabo desarrolló la idea de que el periodismo en la actualidad es “una conversación” y ya no debe ser visto como un flujo de información unidireccional. “Todo lo que hacemos lo hacemos cruzando información con la audiencia, con otros colegas y con gente que viene de disciplinas muy diversas”. Por eso, Lozano invitó a participar en el taller a periodistas expertos en innovación con la aplicación de diversas tecnologías al ejercicio periodístico.
Esta afectación no solo vino a cambiar la forma en la que se hace el periodismo sino también las formas de financiamiento de los medios de comunicación. Con la apertura de nuevas audiencias a nivel mundial que consumen los contenidos periodísticos y la cultura del pago por servicios en línea, los medios vieron una oportunidad que antes no existía, explicó la maestra.
Lozano planteó al New York Times y a The Guardian como dos referentes. El Times, según Lozano “le ha apostado a seguir con un modelo relativamente tradicional de sostenimiento, porque confía en las suscripciones”. Para 2020 había crecido en ventas por suscripciones lo suficiente para que sus ingresos por publicidad en digital fueran superiores a lo que está pasando en el papel, “lo cual fue un cambio radical”.
The Guardian, por su parte, “financia sus productos principalmente de financistas, pero también por aportes voluntarios de la gente considerando que esta debe tomar en cuenta la importancia de sus publicaciones y el impacto social que tienen”, explicó Lozano.
“The Guardian venía muy bien... hasta antes de la pandemia. El tema es que con la pandemia empezó a caer. Creció el número de usuarios que estaban dispuestos a aportar, pero la cantidad de plata que aporta bajó. El año pasado tuvo que echar como al 25% de su planta editorial”, contó la maestra.
Según Lozano, la pandemia ocasionada por el COVID-19 que afectó la economía mundial también evidenció las debilidades de los nuevos modelos de financiamiento del periodismo y dejó en evidencia “que quizá eso pasa porque aún no encontramos una respuesta o que quizá es un paso intermedio”.
“La idea era que en los próximos diez años la gente se va a habituar a pagar por contenido. No importa cómo. Eso decía todo el mundo porque al final, una vez que uno done, eso se va a volver una cultura general. Pero no es así, porque para poder vender un contenido, uno debe demostrar que ese contenido es útil o que genera un cambio o un efecto en la vida cotidiana de antes”, explicó la maestra.
Periodismo inmersivo
Para Lozano, Internet genera un quiebre en la realidad y en particular en el periodismo, y uno de los cambios principales es que “ahora las audiencias sí entran a la conversación, no importa si están conectadas a internet directamente” para “tomar participación en los contenidos de una manera más factible”.
“Hoy, en muchos casos de grandes seguimientos de información, empezó a comprenderse que el papel del periodismo ciudadano quizá no es realizar contenidos finales, pero sí que la gente está cubriendo de manera local temas sensibles frente a las audiencias un montón de temas que nosotros habíamos contado con la fórmula vieja” dijo Lozano, quien indicó que no es un fenómeno nuevo, sino que empezó hace unos diez años en América Latina.
En ese sentido, la maestra explicó que el periodismo ahora debe ser visto como una conversación constante en la que el receptor de los productos periodísticos ya no es solamente eso, sino también un participante de esa información.
Por ello, según Lozano, el periodismo debe innovar y avanzar hacia canales de difusión inductivos a través de una “estrategia transdisciplinaria”, que consiste en la combinación de diferentes disciplinas o conocimientos como la ingeniería en sistemas, arquitectura, diseño, ingeniería en sonido, el arte, entre otros. El resultado de la conformación de equipos transdisciplinarios permitirá la creación de canales de difusión que conviertan al receptor en un actor participante.
Aunque en un inicio suene complicado, la maestra invitó a cuatro expertos en innovación cuyos proyectos han tenido éxito y son ejemplo de cómo se pueden aplicar de forma sencilla o a un nivel más complejo. Por ejemplo, Alejandra Sánchez, invitada durante el taller y parte del equipo del proyecto periodístico Dromómanos, explicó a los participantes su proyecto “En Malos Pasos”, que busca explicar los homicidios en América Latina. Para este proyecto, además de las formas tradicionales de reportaje, crónica y fotografías, Dromómanos utilizó “La Cabina”, una cabina telefónica itinerante modificada de tal forma que las personas en la calle podían tener una especie de conversación con los sobrevivientes y víctimas indirectas de la violencia homicida.
Otro ejemplo de aplicación de equipos transdisciplinarios lo mostró durante el taller Eva Domínguez, periodista española experta en innovación y nuevas narrativas. Domínguez, quien se describe a sí misma como una “arquitecta de historias”, se dedica a hacer periodismo para niños a través de videojuegos. Para mostrarlo, ejemplificó su trabajo en el proyecto “NUSHU”, un juego-serie de aplicación interactiva por entregas, en el que se desarrollaron temas periodísticos adaptados para niños.
Un ejemplo más común de periodismo inmersivo que compartieron tanto la maestra Lozano como sus invitados es el periodismo auditivo o pódcast. Según explicó Lozano, estos han abierto la posibilidad a los periodistas de crear periodismo inmersivo a bajo costo con la creación de ambientes narrativos. “Ese ruido que antes limpiábamos ahora puede servir para recrear ambientes del lugar donde obtuvimos la información”, dijo.
Nuevos canales de difusión
Durante el desarrollo del taller, la maestra Lozano y sus invitados invitaron a los talleristas a buscar nuevos canales de difusión no solo para alcanzar a una audiencia más grande sino para que el mensaje cale más en la realidad de la sociedad.
Ejemplo de estos métodos innovadores son el periodismo en realidad aumentada y realidad virtual que, valga decirlo, no son lo mismo aunque suelen confundirse. El periodismo en realidad aumentada, explicó Lozano, es la aplicación de tecnologías que permiten a los usuarios tener la sensación de ser actores participantes como en las herramientas de realidad aumentada que tienen plataformas como Instagram. Mientras que la realidad virtual consiste en la aplicación de tecnologías más complejas como las gafas “VR”.
Al final del taller, los periodistas invitados reflexionaron sobre lo aprendido y concluyeron que la innovación y aplicación de nuevas tecnologías al periodismo es posible a través de herramientas de bajo costo y sus beneficios permiten un mayor impacto en las audiencias así como prolongar su tiempo de consumo de los productos periodísticos. “En un mundo tan lleno de flujos de información constante, uno de nuestros principales retos es convertir la información en algo atractivo”, dijo la maestra Lozano.
Sobre Olga Lucía Lozano
Cofundadora y ex editora creativa de La Silla Vacía, ganadora del Premio Gabriel García Márquez de periodismo en la categoría Innovación con el “Proyecto Rosa”, un proyecto transmedia sobre el tema de la recuperación de tierras en Colombia.
En su trayectoria también destaca su paso por importantes medios impresos como El Espectador y El Tiempo de Colombia. También ha participado en proyectos con medios internacionales como Agencia Pública de Brasil y en el rediseño de El Faro, de El Salvador.
Actualmente dirige www.enmodop.com, una plataforma transdisciplinaria que experimenta en torno a formatos narrativos, producción y circulación de contenidos, y hace parte del equipo que produce el Informe Final de la Comisión de la Verdad en Colombia, versión transmedia.