Este artículo es producto del proyecto 'Entre panas y parceros, ¿Cómo comunicar la inmigración en Colombia?', una iniciativa de la Fundación Gabo, con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR) de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA. Si te interesa profundizar y reflexionar alrededor de este tema, puedes participar en las distintas convocatorias para talleres en distintas regiones de Colombia.
Gaby Arenas de Meneses se considera una tejedora. Desde que descubrió el poder transformador del arte en la innovación social, las relaciones públicas y la producción teatral a las que se dedicó en algún momento, quedaron de lado. Desde hace 13 años dirige la Fundación Taller de Aprendizaje para las Artes y el Pensamiento (TAAP) junto a su esposo; una organización creada para trabajar en temas de construcción de paz que mantiene alianzas con más de 300 organizaciones sociales en toda Colombia y Ecuador, en el norte de Argentina y en Centroamérica. Es un trabajo colaborativo de focalización, medición de impacto y formación de equipos con especialistas para realizar proyectos conjuntos en zonas desatendidas de Colombia como Chocó, Pereira, San Andrés y Providencia.
Luego de recibir amenazas del gobierno de Nicolás Maduro, en 2014, Arenas y su esposo se mudaron a Colombia, donde abrieron una nueva sede de la fundación con la misma metodología y el mismo tipo de proyectos de construcción de paz, dirigido muchas veces a la población desmovilizada. Al inicio de su migración, el matrimonio era conocido como unos de los pocos venezolanos que trabajaban con temas de población desmovilizada en Colombia y, a futuro, eso representó la posibilidad de tener una referencia para cuando se empezó a trabajar la inmigración venezolana con cada vez mayor continuidad y urgencia.
La venezolana explica cómo ha funcionado su trabajo de interlocutora entre organizaciones que ofrecen ayuda: “Hace tres años, casi cuatro, cuando empezó la migración por la frontera, me empezaron a llamar porque yo era la única venezolana que trabajaba con población vulnerable en Colombia. Me pidieron ir al puente porque ya estaba pasando población migrante y les estaban dando una planilla para que pudieran registrarse y recibir ayuda”. Gaby hace énfasis en esto porque les decían a los migrantes que tenían que ‘diligenciar’ la planilla: es decir, entregarla en ese mismo módulo, pero en Venezuela esta palabra significa algo diferente: ir a otro sitio a hacer una diligencia. Por eso se iban y no volvían; no podían recibir la ayuda. “Ahí entendí que una de las primeras cosas que uno tiene que hacer es un trabajo de lenguaje y de comprensión del otro. En eso me enfoqué y contribuyó a que los programas de ayuda comprendieran cómo hablarles a los caminantes”.
Esa red que ha tejido en casi ocho años ha logrado que más de 250 estudiantes puedan ingresar al régimen formal, explicándoles a familias y autoridades dónde tienen que ir, lo que sí pueden lograr. “Recibimos cada semana siete mil consultas sobre el Estatuto de Protección Temporal para Venezolanos: quieren saber cómo entrar, cómo se sacan un PEP, cómo pueden trabajar. En el 90% de los casos, la gente logra establecerse. Por eso trabajamos también en inclusión laboral, no solo para que los contraten, sino para incluirlos en la sociedad y que comprendan sus realidades”.
Trabajar en la inclusión laboral de la que habla Arenas no solo tiene que ver con aceptar migrantes en las nóminas. Tiene que ver con que su entorno pueda entender cosas como el duelo migratorio, por ejemplo. “Al principio tú no sabes si confiar o no cuando llegas a un nuevo país. Por eso es tan importante explicarles cuáles son los mecanismos de protección, de comprensión, y para eso el rol que tenemos desde la comunicación ha sido de ayuda. Hemos tenido la oportunidad de llegar y estar en instancias muy importantes de negociación y protección, porque el migrante siempre tiene miedo de decir que no”.
Hay muchas otras voces explicando
Gaby Arenas de Meneses es una de las muchas trabajadoras que ha sido llamada a formar parte de esos espacios de integración. Ha mediado con la Gerencia de Fronteras, con primeras damas, el Observatorio Venezolano de la Universidad del Rosario y con otras organizaciones para garantizar que haya atención de derechos. “Nuestro rol en ese ámbito es contar la situación de las familias migrantes desde todas las perspectivas posibles y que se generen ayudas: que se entiendan las complejidades, la explotación laboral, sexual y la protección infantil. Temas que no necesariamente están en la agenda del común”.
Para atender este y el trabajo que hacen con poblaciones vulnerables en Colombia que atienden a temas como el duelo, el desplazamiento, diálogo y negociación cuentan con 14 personas en diferentes áreas, equipos voluntarios y organizaciones aliadas.
La Fundación TAAP se sumó a Colombia Cuida a Colombia desde hace un año para trabajar con redes de líderes sociales en comunidades muy aisladas en Chocó, Tumaco, Norte de Santander. Esto les ha permitido tener una red de aliados y lograr incentivar que las ayudas lleguen. Arenas es la coordinadora de esta iniciativa que apoya a las comunidades vulnerables del país. Desde entonces, han analizado las estadísticas de más de 600 organizaciones. “Usamos la tecnología para que las ayudas no se repitan y que podamos articular entre muchas fundaciones y empresas que están promoviendo ayudas que puedan llegar a quienes más necesitan”.
Esta labor requiere de transparencia y logística en la entrega, lo cual les permitió mover 60 toneladas de ayuda humanitaria por corredores durante la pandemia. Pero este no es el rol más importante. Gaby explica: “Identificamos en qué comunidades y poblaciones podíamos hacer proyectos colaborativos o trabajos con migrantes. Hemos trabajado con más de 2 millones de migrantes entre caminantes, pendulares y establecidos. Lo que hacemos es darles fortalecimiento a las organizaciones para entender el marco jurídico, generar proyectos de integración laboral y generar programas de acompañamiento directo a quienes necesitan apoyo en temas de salud”.
Durante las protestas que tuvieron lugar en Colombia entre abril y junio de 2021, la Fundación TAAP y Colombia Cuida a Colombia logró articular el paso de ayuda humanitaria, que se autorizaran corredores humanitarios y el banco de medicamentos, además de participar en procesos de concertaciones para ‘desescalar’ la violencia y respetar la vida.
Cómo comenzó todo
Gaby Arenas se graduó como Comunicadora Social, mención Periodismo y desde el primer día trabajó en Relaciones Públicas con empresas. Hacía producción de eventos para marcas y, a raíz de esa experiencia, abrió una agencia de comunicaciones en Venezuela. “A la agencia le fue muy bien, me gustaba, pero me di cuenta que había algo que no cuadraba. Conocí a Carlos, artista plástico, especializado en Arte y Pedagogía, una rama que pocos estudian en el mundo. Mi esposo trabajaba en colegios con dificultades por violencia y aprendizaje”. Esta fue la manera en cómo Arenas se fue enamorando de lo que hoy sería su oficio: “Era investigadora en la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas, y dos reconocidos investigadores como Marcelino Bisbal y Jesús María Aguirre me invitaron a hacer la maestría en Comunicación para el Desarrollo. Acepté sin dudarlo porque gracias a mi experiencia en el teatro de la universidad y su fundación, Medatia, tuve mucha relación con el campo social”.
La periodista siguió su exploración con otras especializaciones en Periodismo y Desarrollo; en Minería, para entender temas complejos; un diplomado en desarme, y eso le abrió un universo a cosas que antes no entendía: los periodistas pueden ser agentes de cambio. “Vendí mi agencia. Me dediqué a la comunicación cultural. Fui productora de musicales, trabajé en la Colección Patricia Phelps de la Fundación Cisneros y ellos hacen muchos programas educativos desde la colección. Conocimos al Capellán de la Universidad Metropolitana y nos dijo que lleváramos este programa a las comunidades”.
Gaby y Carlos habían tenido recientemente a su primera hija. Con seis meses renunciaron y se dedicaron a crear la Fundación TAAP: “En mi primer taller como mamá no sabía cómo me iba a llevar con las mamás que conocí ahí. Vi lo que era la violencia interpersonal entre las familias; pero entendí que eran muy jóvenes, luchaban para producir y no tenían dinero para comer. Me decían: ‘Yo no sé hacerlo diferente porque me lo enseñaron así, pero si tú me lo enseñas, yo lo haré diferente’. Desde entonces entendí también que la violencia nos hace más pobres: cuando piensas en que tu esposo te puede golpear, no eres productiva para trabajar. No puedes crear en el conflicto. Por eso nuestra metodología nos permitió crear un impacto”.
Finalmente, la integración
Colombia tiene la política más abierta del continente y del mundo con los migrantes venezolanos. Por eso Gaby Arenas de Meneses no duda cuando afirma que la integración entre colombianos y venezolanos ya es una realidad: “Es algo que está pasando. Muy poco nos damos cuenta, pero yo he trabajado en Siria, en Irlanda y lo que se ha dado aquí no se ha dado en ningún lado. Es un proceso que hay que entender. América Latina nunca tuvo una migración tan masiva como esta. Ha sido establecido con una situación política lamentable y además no solo les cuesta mucha plata a los gobiernos, sino a los bancos, a las empresas. Nos falta mucho, claro que sí. Me lo sueño todos los días de mi vida, pero me ha tocado mucho estar en la posición de tejer relaciones entre las distintas partes: informar al empresario sobre qué puede hacer para que el venezolano tenga un documento legal o pueda proveer un sistema de protección y salud”.
La gestora asegura que el Estatuto de Protección para Migrantes Venezolanos resuelve procesos y abre nuevas posibilidades para la población. Dentro de los procesos que hay que ajustar, Arenas reconoce que la comunicación es una de esas aristas: “La beligerancia no ayuda, gritar más duro no necesariamente te ayuda. Nosotros tardamos mucho formando organizaciones de venezolanos en Colombia y hoy puedo decir que tengo organizaciones venezolanas que me enorgullecen. Son muchas las organizaciones que se han organizado para hacer las cosas bien. Estoy muy orgullosa de todo lo que han avanzado todas las organizaciones, incluso Migración Colombia que tiene un programa para formar a sus empleados desde el punto de vista cultural”.
Gaby tiene varios proyectos andando para apoyar también a todos los habitantes de Colombia: “Estamos trabajando muy fuerte para permitir los corredores humanitarios: la pandemia dejó a millones de familias con una situación de pobreza muy delicada, que comen gracias a comedores sociales a donde los camiones no han podido llegar en medio de las protestas. Hemos movido más de 18 trancas para permitir que los alimentos, la gasolina, las ambulancias puedan pasar y circular por todo el país. Ese es el proyecto más inmediato”.
También está organizando un evento que se llama Pedaleando por Colombia para recoger fondos para 82 familias que fueron desalojadas de sus viviendas en marzo. Juntos por Chocó es otro de los programas. “Es supremamente difícil moverse allá. Hemos logrado abrir un corredor humanitario desde Buenaventura por todo el río San Juan hasta llegar al Darién y Capurganá. Este proyecto busca entender sus problemáticas, estudiar proyectos de viviendas, de un centro de arte, de un acompañamiento psicosocial de las familias donde tenemos muchos aliados que son increíbles”. Por último, en San Andrés y Providencia, Colombia Cuida a Colombia trabaja con la alianza Back Better Together para que sus habitantes puedan tener un refugio y acompañamiento psicosocial.
En conclusión, el rol de Gaby Arenas de Meneses es fundamental para la integración. No solo por su trabajo con migrantes venezolanos sino porque, siendo venezolana, ayuda a realizar proyectos importantísimos a nivel social de y para los colombianos. “Nuestro rol es ser el tejedor de las conversaciones de todos los que tienen que estar para que se consoliden las ideas. A la gente le cuesta mucho lo que hacemos porque no somos una ONG muy holística, pero tejemos puentes, establecemos canales de comunicación y lo hacemos a través de las herramientas que tenemos que son la comunicación social, para el desarrollo y el arte. Muchas veces eso es mucho más poderoso que cualquier otra cosa porque logramos que haya el entendimiento que hace falta”.