La Fundación Gabo ofreció el taller ‘El rol de los editores en tiempos de cambios e incertidumbre’ a cargo del maestro Chani Guyot, CEO y director en Red/Acción, medio que se destaca entre los muchos del ecosistema de independientes por la maestría con que ofrecen a su audiencia periodismo de soluciones o con propósito e impacto. En sus palabras, el rol social de este oficio ha sido “iluminar los abusos de poder”, pero como el periodismo se ha “pasado de rosca”, ha olvidado que solo ejercer ese aspecto de su rol produce una dificultad social que el periodismo de soluciones viene a compensar.
Justo en el estudio sobre este tema, Guyot entendió que la cualidad suprema de quien tiene a cargo la jefatura de edición en una sala de redacción es ayudar a salir de las trincheras no solo a los periodistas sino también a la misma audiencia, sobre todo en contextos de polarización como los contemporáneos.
“La trinchera surge cuando uno se siente amenazado”, dijo Guyot, “pero si uno solo responde a la amenaza, y con miedo, eso sirve solo para defender y para atacar, pero nunca sirve para instruir”.
Si las y los redactores están investigando y escribiendo desde las trincheras producirán textos que serán reconocibles desde qué orilla fueron propuestos y se extenderá el extremo contrario. En muchas discusiones políticas o ideológicas, por ejemplo y como dijo el maestro, la trinchera es un mal lugar para emitir cualquier juicio o aporte. “Hay mucha sociología de lo que se llama conflictos insolubles que, como su nombre lo indica, son esos que no tienen cómo llegar a feliz término”, explicó Guyot.
Un ejemplo del que el maestro echa mano es el conflicto de Gaza y es claro, como expuso, que cada país tendrá el suyo, que el tiempo lo hace ver más insoluble, y con sus propias consecuencias. Y en esos mismos, tomar una postura de barricada o lanzar notas detrás de un parapeto hace que sea imposible sentir seguridad; que caigamos en un estado de hipervigilancia por defender lo propio y atacar lo ajeno; que ninguna cantidad de documentos filtrados nos permita cambiar de opinión y, en suma, todo esto es algo que afecta las audiencias y a las mismas salas de redacción. “Si no hay nada que nos permita cambiar de opinión”, dice Guyot, “nuestro periodismo pierde parte de su sentido”.
¿Cómo se sale del conflicto insoluble? ¿Y de las trincheras?
Según Guyot, hay que entender de manera definitiva desde las salas de redacción que no depende esencialmente del periodismo eliminar el conflicto: “si hacemos periodismo en Israel, es muy difícil buscar ignorar el conflicto de la Franja de Gaza pero tampoco un solo reportero o reportera puede hacerse cargo de resolverlo”.
El maestro está convencido de que hay una idea de ayudar y es la de entrar y salir del lodo. “Si uno sale de la trinchera, no sale de un campo sembrado de girasoles, sino al lodo. Pero en el lodo, se puede ser humano todavía”.
La sala de redacción más que un ring, es un laboratorio de conversaciones difíciles. Para Guyot, mediar entre personas o posiciones que tienen conflictos complejos no es cosa sencilla. Un ejemplo es la discusión que divide a la sociedad de Estados Unidos: el porte de armas. En un experimento, según cuenta el maestro, se debatió el tema. Unas personas con opiniones moderadas llegaron al acuerdo de que no está bien, de una manera, pero luego le recomendaron leer un artículo que explicaba los problemas de portar armas, con miradas parciales y contundentes, y su forma de concluir fue menos pausada y calma. “Naturalmente lo que ocurrió fue que esas conversaciones con lecturas previas se empantanaron más, porque esas personas que tenían posiciones moderadas llegaron a posiciones más extremas y la conversación fue más difícil”, concluyó Guyot.
Para él está más que comprobado cómo las personas extremas levantan más la voz y suelen ocupar más la conversación. Y es algo que también se traduce a lo digital: “se comprobó que cuando el algoritmo de Youtube encontraba permanencia en su página, funcionaba así para prolongarla: a mayor moderación, más cantidad de videos extremos sobre un tema, porque entre más extremos fueran más permanencia”.
Esto, sin embargo, no invalida las posiciones firmes. “Estamos hablando específicamente de conflictos insolubles y conversaciones difíciles”. Es decir, no exime a los redactores y redactoras así como a quienes tienen cargo la edición de un medio de tener convicciones. Pero una gran lección es complejizar la narrativa. En otro caso de estudio se le dio a los participantes un artículo que explicaba qué es la compasión y otros puntos de vista, y cómo todo problema está compuesto por claros y oscuros, con matices. Según Guyot, en este caso las conversaciones llegaron a acuerdos mínimos y permitieron que la gente saliera de la trinchera para discutir.
“Nos gusta hablar claro, pero no por eso debemos simplificar en el periodismo porque eso cava más las trincheras”, dijo Guyot. “Pero definitivamente las historias que contamos con nuestro análisis y opiniones o ayudan a entender un problema complejo o cavan trincheras”. La complejidad, además, aumenta las posibilidades de que el trabajo sea importante en términos de desarmar la polarización. Cuando la encuentran escuchan y se vuelven menos cerradas.
Cinco consejos para tratar nuestras conversaciones y complejizar la discusión en los problemas insolubles:
1. Iluminar las contradicciones. Eso quiere decir que es necesario eliminar el pensamiento binario para amplificar la conversación y no solo verla como una de opuestos o contrarios.
2. Ampliar la conversación de una manera tan elástica como sea posible. Parte de eso implica entender que en toda posición hay halcones y palomas. “Y amplificamos las voces de los halcones porque generan un click. Qué es lo que pasa si sólo escuchamos a los extremos: sí, generan clickbait pero en la otra tribu, la tribu contraria. Necesitamos en estos momentos complejos darle la voz a las palomas, los que pueden ampliar la conversación y no cerrarla. Cómo el conflicto de Medio Oriente, porque recientemente es bastante transparente, pero antes qué otros actores no estamos escuchando de ese conflicto?”, dijo Guyot.
3. Escuchar más y mejor. A los periodistas nos encanta decir, contar y escribir. Que nos escuchen, pero según el maestro, solo a veces escuchamos bien y en la construcción de confianza con las audiencias, escucharlas a ellas puede ser un camino para que se reflejen mejor los contextos complejos e insolubles.
4. Exponer mutuamente a las tribus. Del conflicto palestino-israelí surgió algo de lo que el periodismo podría aprender: la Orquesta West-Eastern Divan, dirigida por un lector argentino, en la que niños y niñas de un país y otro dan conciertos por todo el mundo y, aunque llegan hasta ser jóvenes, el haberse conocido en ese ambiente de educación musical les permitió formar una relación personal que excedió lo ideológico y político, algo que por demás es de gran ayuda en contextos como ese.
5. Contrarrestar el sesgo de confirmación. En el periodismo solemos identificar y virar aquellas cosas que validan mi punto de vista, pero no aquello que lo controvierte. “La función de editores y editoras tiene que ser ampliar esta conversación no solo al interior de la redacción, insisto que es también de cara a la misma audiencia”, anticipó Guyot.
Es necesario entender que el sesgo de confirmación se vuelve el hábito más recurrente, eso de creer solo en las noticias que confirman nuestras narrativas y dejar por fuera todo lo demás, algo que, según Guyot, se convierte en una caja de resonancia o burbuja de sentido que simplemente desalienta invisiblemente las ideas que contrarrestan el sentido común.
“En toda situación, pero en contextos polarizantes, sobre todo, las y los editores tienen que encontrar maneras de habilitar la conversación y encontrar miradas afines para pensar. Muchas veces estos mecanismos de aceleración de ideas evita pensar. Twitter es un escenario, por ejemplo, donde vemos que la conversación es moderada por halcones. No sé si es bueno o malo, pero nuestras decisiones como editores pueden alentar o desalentar estos mecanismos que permiten encontrar espacios de diálogo donde los haya”.
Sobre el maestro
Chani Guyot (Argentina) es periodista, editor y músico. En 2018 fundó Red/Acción, un medio que busca hackear el modelo broadcast y unidireccional, abrazando la lógica de la construcción en red para habilitar una nueva conversación que libere el potencial participativo de los lectores. Red/Acción es un antídoto contra la intoxicación informativa, y su periodismo humano reconecta a las audiencias y promueve su participación, para lograr un impacto positivo en la sociedad.
Trabajó 21 años en el diario La Nación, de Buenos Aires, siendo entre 2013 y 2017 su director. Es miembro del ‘board’ del Foro Mundial de Editores, del Foro de Periodismo Argentino, y en 2017 recibió el Premio Konex a la dirección periodística.
Sobre el taller ‘El rol de los editores en tiempos de cambios e incertidumbre’
Este taller, convocado por la Fundación Gabo y Open Society Foundations, reunió de manera virtual durante los días 26 y 28 de mayo, 2 y 4 de junio a 20 editores y editoras de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, quienes reflexionaron y debatieron bajo la guía de Chani Guyot sobre los retos de liderar y gestionar equipos diversos de forma remota, planear la cobertura y narración de historias de calidad, fortalecer la conversación con las audiencias, solventar dilemas éticos y diseñar mecanismos para adaptarse y ser sostenibles en medio de los cambios permanentes del mundo y el oficio.