Trivialización de la violencia, sensacionalismo y pérdida de valores en la información deportiva

Trivialización de la violencia, sensacionalismo y pérdida de valores en la información deportiva

El creador del blog Periodismo Deportivo de Calidad reflexiona sobre el mal ejemplo que es Diego Armando Maradona para los fanáticos del fútbol a nivel mundial.
Diego Armando Maradona hace gestos obscenos tras la victoria de Argentina contra Nigeria en Rusia 2018 | Fotografía: BBC Mundo
José Luis Rojas Torrijos

Maradona fue una triste noticia justo en medio de la celebración del agónico pase a octavos de la selección de Argentina ante Nigeria en el Mundial. Y lo fue porque la realización en televisión se encargó del darle durante la retransmisión un inmerecido protagonismo al insertar continuamente planos entre lances del juego de una persona que acabó insultando y haciendo gestos obscenos en la grada en aparente estado de embriaguez o quizá bajo la influencia de drogas. Una pésima imagen que no hizo más que proyectar lo peor de la condición humana en medio de una competición deportiva: mostrar un modelo de conducta violento e irrespetuoso con los telespectadores, y sobre todo inadecuado y perjudicial para los más jóvenes, quienes pueden llegar a entender que ese patrón de comportamiento es completamente normal y emulable porque proviene de alguien que ha sido un referente y aún es para muchos un ídolo deportivo.

Pero lo grave es que desde los medios de comunicación se contribuya en espacios dirigidos a todos los públicos, incluidos aquellos situados en franjas horarias de protección para menores, los más vulnerables, a la propagación de imágenes que reproducen conductas violentas, gestuales o verbales, de protagonistas en el campo de juego o de aficionados dentro y fuera de los estadios, como si el deporte fuera en realidad eso, o como si eso fuera lo que hay que contar a toda costa aunque no sea la noticia principal, la crónica del partido; como si el relato central hubiera dejado de ser el informativo, como si se hubiera renunciado a hacer periodismo a cambio de optar por lo sensacional y lo morboso. Más clics y retuits, pero menos sensibilidad y menos cuidado en la transmisión de valores.

En una dinámica en la que se informa del fútbol y todo lo que lo circunda por defecto, los incidentes violentos que ocurren en los recintos deportivos o en sus inmediaciones son emitidos, ampliamente comentados en espacios informativos a través de la sucesiva repetición de vídeos que, en webs y redes sociales, se recrean innecesariamente en los detalles de unos hechos deplorables, e incluso son rememorados con si de un antecedente deportivo se tratase cuando meses o años después vuelven a enfrentarse esos mismos equipos. De esta forma, poniendo el foco en lo antideportivo, en la lógica del enfrentamiento, de lo destructivo, también se 'calientan' mediáticamente los partidos. Una pena.

Cabe por ello reabrir cada cierto tiempo una reflexión ética muy seria sobre el papel que les corresponde a los medios de comunicación en general y a los periodistas en particular a la hora de informar sobre acontecimientos de tanta repercusión social como los deportivos, muy especialmente los partidos de fútbol. A este respecto cada vez son más las instituciones públicas y los colectivos profesionales que han alertado de los riesgos que comporta actuar de forma irresponsable cuando los periodistas descuidan su lenguaje, se vuelven forofos y construyen un discurso que trivializa la violencia sin darse cuenta de que con ello la fomentan.

Así, por ejemplo, entre las recomendaciones sobre uso de violencia en el deporte elaboradas por el Consejo Audiovisual de Andalucía, se advierte que “los medios audiovisuales deben evitar la repetición de imágenes violentas o enfrentamientos entre los aficionados o los deportistas” y se aboga por huir del sensacionalismo, el morbo o la reiteración de escenas violentas sin que ello suponga en ningún momento dejar de informar. El Código de Ética de los periodistas deportivos en Italia también incide en esta cuestión e insta a que los medios sean más responsables y se muestren muy vigilantes para evitar la transmisión de mensajes que puedan suponer incitación al odio, intolerancia o discriminación, con especial atención a los menores.

En esta misma línea, la Carta de Ética y Deontología del Deporte Francés, promovida por el Comité Olímpico de este país, recuerda que los periodistas deportivos deben tomar conciencia de la gran influencia que puede tener su mensaje en el público y que los medios deben ser cautos para no conferir al deporte ni a los deportistas una importancia extravagante que conduzca a una pérdida de valores: “Una desmesura en lo que se escribe o se comenta favorece que se reproduzcan comportamientos desmesurados en los patios de recreo en los colegios o que se banalicen las palabras y los actos violentos”.

El Código de Ética de Federación de Periodistas Deportivos de Argentina (FAPED) también hace un llamamiento a la responsabilidad social en las coberturas periodísticas deportivas de violencia dentro o fuera de un estadio. “El periodista deportivo contribuirá a salvaguardar la salud mental y la moral colectiva, desechando la pornografía, la vulgaridad, la violencia y otros actos sensacionalistas y degradantes en los medios de comunicación social”.

Como señalamos en el Decálogo Ético para una cobertura deportiva responsable, los periodistas deportivos deben contribuir, a través de la cobertura de competiciones, a la promoción de valores positivos como el juego limpio, la no discriminación y la paz y entendimiento entre países, territorios e hinchadas. "Transmitir estos valores a los ciudadanos, especialmente a los niños y jóvenes, es una tarea de primer orden que deben llevar a cabo". Por ello, es recomendable evitar el lenguaje belicista, así como difundir expresiones e imágenes que enfaticen o legitimen cualquier forma de violencia hacia individuos o grupos de personas dentro o fuera de los estadios. "El deporte no es un sustituto de la guerra. Los periodistas deben minimizar las narrativas de confrontación y el imaginario belicista".

El deporte es pasión, sí, pero esta no debe nublar la visión de quien ha de cumplir con el desempeño de informar y hacerlo además con responsabilidad social, con especial atención y sensibilidad hacia un público joven que se halla en pleno proceso integral de formación. Y ahí también el periodismo tiene mucho que decir.

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