En este blog crearemos un espacio para reflexionar acerca de los retos y dilemas éticos que las conversaciones del gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, representan para los periodistas que cubren este proceso. La idea es crear un punto de encuentro que nos sirva para lograr una cobertura útil y responsable de una coyuntura que resulta clave para el país.
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Todo empezó como una revuelta en Tibú hace dos meses. Luego como un bloqueo en contra de la erradicación de los cultivos de coca en unas veredas de Ocaña. La espiral fue creciendo, los campesinos se fueron radicalizando, y el gobierno ha fracaso en más de diez misiones negociadoras. La crisis del Catatumbo es uno de esos episodios donde se pone a prueba la capacidad del periodismo para desentrañar las dinámicas de un conflicto. En ese sentido quiero señalar algunos rasgos generales que ha tenido el cubrimiento de éste, y saquen ustedes las conclusiones.
– Mucha opinión, poca información. Durante estas semanas prácticamente no ha habido programa de opinión de radio o televisión que no tratara la crisis del Catatumbo. Pocas veces, por no decir ninguna, participaron panelistas que conozcan la región en profundidad, y los líderes de opinión reciclaron la precaria información que se ha publicado en los medios. Mucha de la información que se publicó tiene que ver con la mecánica del paro, y de las conversaciones con el gobierno, pero muy pocas historia o reportajes apuntaron a responder las preguntas fundamentales que rondan al público: ¿por qué ha durado tanto? ¿Qué hay detrás de la protesta?
Cabe destacar que algunos periodistas hicieron esta tarea y en particular el reportaje de Salud Hernández, publicado hace una semana en El Tiempo (aquí) resultó muy interesante, pues intenta dar una mirada completa sobre la complejidad de grupos e intereses que se están moviendo en esta coyuntura.
– Los medios y la politización del tema. Como Colombia vive todo el tiempo calentando motores para las elecciones, lo previsible es que una crisis como esta se convirtiera en bandera política para todo el mundo. El problema es que se le dio demasiado protagonismo a los discursos políticos sobre el Catatumbo, que aportan de manera muy limitada a la comprensión. Los uribistas, la Marcha Patriótica, el propio gobierno, hicieron todo tipo de acusaciones y recusaciones que no aportaron nada a la comprensión y que sin embargo, se volvieron protagonistas de la noticia.
– Cajas de resonancia. Aunque todos nos quejamos de la estigmatización de la protesta social, y de la ligereza con la que los organismos de seguridad hacen señalamientos a los líderes de estas marchas, en muchos casos prima la tentación de convertirnos en cajas de resonancia de sus informaciones de inteligencia. Ocurrió con César Jerez, el principal líder de la marcha, cuyo nombre aparece en los computadores de varios jefes guerrilleros que han sido decomisados en operaciones militares. Es cierto que allí hay menciones al señor Jerez, pero también que siempre se le asocia a la organización campesina, y nunca como a un militante de las FARC. Filtrar los correos parece mucho más una estrategia de desprestigio de que probar alguna actividad ilícita del señor.
– Detrás de los funcionarios. No hemos logrado saber las razones profundas por las que han fracasado los intentos de negociación. La información se reduce a frases fuera de contexto de los funcionarios públicos.
– Datos que quedan en el aire. La crisis del Catatumbo es compleja. El periodismo ha dado cuenta de los antecedentes que la explican parcialmente. Pero muchos de los elementos del contexto no tienen que ver con el pasado, sino con el presente e incluso con el futuro. Por ejemplo, el gobierno ha dicho en varias ocasiones que la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo entra en conflicto con los territorios indígenas Motilón-Barí, y que la consulta previa ha hecho lento el proceso de legalización de la misma. Hasta ahora, por lo menos en los grandes medios, los indígenas no han aparecido como actores de la crisis.
Otro aspecto que está en el aire es qué tanto tiene que ver las FARC en la prolongación del paro, y hasta qué punto los militares se han convertido verdaderos muros de contención para las Zonas de Reserva Campesina. Parecen ser temas que nadie quiere tocar en profundidad. Como tampoco de dónde vinieron las balas que dejaron cuatro muertos, y los explosivos y otros artefactos que han dejado 37 heridos.
El Catatumbo es un buen ejemplo de los conflictos que vendrán. Si se llega a un acuerdo con las FARC, y éstas dejan las armas, es muy probable que el país entre en una dinámica de protesta social y de confrontación muy dura para respaldar la acción política de los otrora insurgentes. Ese es uno de los tantos retos que el posconflicto le propone al periodismo. Y por eso el caso del Catatumbo merece más que un blog, ser analizado como un caso, y aprender de las lecciones que nos deja.
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Más entradas en el blog de Marta Ruíz:
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