Respuesta del maestro Javier Darío Restrepo a la pregunta de Daphne León, estudiante de periodismo de Lima – Perú, en nuestro Consultorio Ético.
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R.- Si se compara el Twitter que hace parte de una comunicación privada, con una carta privada es posible entender lo que es ético y lo que deja de serlo.
La carta, salvo que se notifique lo contrario, es de carácter privado: ”ni ojo en carta ni mano en plata” es un dicho común para significar que la propiedad y la privacidad son intocables.
La generalidad de los trinos, lo mismo que el material que circula por las redes sociales, es de carácter público; pero quien quiere mantener en privado sus mensajes, dispone del derecho y del instrumento para hacerlo en la tecnología digital.
Esa privacidad se deriva, a su vez, del derecho humano a la intimidad, ese espacio en el que uno es uno mismo y no los demás, y en el que decide sobre su vida con los demás.
Las relaciones de lo íntimo con lo público se refieren a los deberes de la persona con su comunidad a través de la defensa y consolidación de lo público, que se hace posible cuando se construye la persona en el espacio de lo íntimo.
La intimidad es, pues, un espacio irreductible, mientras la privacidad tolera la interrelación de modo que esa entrada del periodista en el campo privado del mensaje vía twitter, solo es posible con el consentimiento del tuitero. Lo contrario violaría su derecho y estaría tocando una estructura – la de lo íntimo- básica para la constitución de la persona y de la sociedad.
Documentación
Privado no es lo mismo que íntimo. Lo íntimo resulta una esfera todavía más reducida e inaccesible que la privada.
La intimidad es un espacio irreductible al que solo se accede con el consentimiento del individuo, es autoconciencia y autorrelato, es negación de la participación externa no admitida, a diferencia de la privacidad que tolera la interrelación, aunque en un entorno limitado.
Pierde su carácter de íntimo lo que otros ya conocen y sufre la intimidad cuando ese conocimiento es contrario a la voluntad. Así, la vida privada no resulta un valor absoluto. Sí lo sería, por el contrario, la vida íntima, que alcanza aquello de más interior en la persona.
Aldo Vásquez: Relación entre intimidad y Libertad de información. Universidad San Martín de Porres, Lima, 1998. P. 33, 34.
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