El sinsabor que dejó la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia invita a la reflexión periodística sobre cómo contar unos comicios protagonizados por una fuerza ultraderechista y un centro cercano a los grandes grupos económicos. Aunque el resultado de esta recuerda las elecciones de hace cinco años: el actual mandatario Emmanuel Macron enfrentado a la candidata Marine Le Pen, una tercera fuerza de la votación divide el escenario político. Precisamente, ambos candidatos deberán conquistar los votos del izquierda Jean-Luc Mélenchon, para definir un futuro en el Palacio del Elíseo. No obstante, el problema radica en que la juventud francesa se niega a tener que elegir entre dos candidatos que se alejan de los ideales que defienden.
A pesar de ello, el tablero electoral para el próximo 24 de abril quedó representado entre dos fuerzas que, si bien son opuestas, desaparecen a la izquierda del escenario político. De hecho, el periodista francés y director del Executive Master of Media Management del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), Jean-François Fogel, indica que el mapa político europeo, desde hace unos 10 años, ha empezado a experimentar una dinámica favorable a la derecha. Pese a ser un movimiento clásico –pasar de la izquierda a la derecha–, todo ello conlleva replantear las dificultades periodísticas a las que se puede enfrentar un reportero ante el cambio de la tendencia política.
Fogel, quien preside el Consejo Rector de la Fundación Gabo, expone como una de las principales dificultades para el periodismo político el desfase global que hay entre la orientación mayoritaria de los periodistas en un mundo que va hacia la derecha. “En el oficio del periodismo, hay personas más cercanas a la izquierda que a la derecha, ya que siguen de cerca a la sociedad y creen que la sociedad debe mejorar y puede cambiar. Esta es una visión más cercana a la izquierda que a la derecha. Tanto para Francia como para Colombia –en donde se definirá también al nuevo presidente, el próximo 29 de mayo–, la población periodística es más de centroizquierda que de derecha”, y eso implica para el periodismo atender el problema de tal desfase.
El experto agrega que, de hecho, la extrema derecha opina que la prensa no le da un tratamiento justo frente a la izquierda y considera que de cierta forma esta premisa es cierta. “Hay muchos periodistas que en sus creencias íntimas opinan que la extrema derecha no es una fuerza democrática, entonces les cuesta mucho hacer la cobertura de alguien que busca ser elegido en un proceso democrático cuando en el fondo creen que lo que busca es limitar y destruir la democracia”, explica.
El director del Executive Master of Media Management del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po) cita como ejemplo el cubrimiento de la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, en el que la prensa cuestionaba que un líder electo de manera democrática llegara al poder para “destrozar procesos democráticos”. Frente a esto, el periodista reconoce que la prensa no siempre suele ser equilibrada, ya que por su identidad defiende la democracia representativa, así que se muestra incómoda ante tales líderes políticos.
Además, Fogel indica otro aspecto propio de las elecciones: la tensión entre la razón y la emoción; la prensa seria se dedica a plantear un problema de la razón en un mundo donde la emoción es más potente que nunca con el uso de las redes sociales.
Francia ante nuestros ojos, un modelo para replicar
Para Fogel, los periodistas que cubren elecciones deben intentar no dejarse llevar por la emoción. En este sentido, es preciso que sean capaces de reconocer sus prejuicios y sus inclinaciones políticas para evitar tal desequilibrio. Una de las recomendaciones del experto francés es no creer demasiado en la comparación de los programas de gobierno para intentar promover una decisión racional. En verdad la decisión de apoyar a determinado candidato no está determinada por la prensa o la razón y mucho más por la percepción del candidato a través de sus comportamientos.
“La decisión de cada persona se va a apoyar de manera más fuerte en la historia de la persona, si es de derecha o izquierda, y en las emociones de cada una. Si se siente cómoda con el candidato, si cree que este tenga la talla para ser jefe de Estado. La verdadera diferencia se produce en la percepción que tenga cada persona”, aclara.
De manera que el valor de la prensa durante un cubrimiento electoral debe enfocarse más en el aporte de razones y explicaciones que le permitan al ciudadano guiar mejor el uso de su percepción. Así, la recomendación a los periodistas durante una elección presidencial es hacer una radiografía del país, contar el país en el que viven los candidatos.
Fogel señala que el talento de la prensa se nota en “la investigación a fondo que saque a la luz hechos desconocidos o en una muy buena narración que ayude a todos a entender cómo está funcionando el país”. Cita como ejemplo el libro Francia ante nuestros ojos, de Jeróme Fourquet y Jean-Laurent Cassely: “Es el mejor trabajo periodístico, para mí, que se hizo para esta elección al intentar, a través de datos, entender las dinámicas económicas, sociales y territoriales de Francia. Y al tiempo, junto con los datos, ilustra a través de reportajes periodísticos perfiles de personas para dar vida a lo que definen o establecen los números”, detalla.
El libro, según cuenta el experto, ilustra (entre otros ejemplos) cómo, por el cambio de precio de la vivienda, muchas personas deben salir de ciertas ciudades. Muestra lo que tuvieron que aguantar diferentes familias en el trayecto que recorren hasta llegar a un hogar que no les corresponde. Al lado de la historia, se muestran datos como el acceso a la vivienda, la salud, la educación, el empleo. “Se le da un tratamiento a los datos y, al lado, va la ilustración a través de un artículo. Se evidencia la pareja sociólogo –que tiene un gran control de los datos– y periodista –que consigue expresar la emoción y la realidad del terreno–. Es lo mejor que he visto en esta elección”, manifiesta Fogel.
Por el contrario, cuestiona aquel periodismo político que se desarrolla entrevistando a candidatos. “Eso es algo que no trae resultados espectaculares, porque es un periodista que se enfrenta no con un candidato sino con una tremenda máquina de comunicación”, expresa.
Fogel recomienda a los periodistas prepararse para la época electoral y sugiere que, al menos, desde un año antes se empiece a contar el país. “Debe haber un entendimiento de los datos, más investigación, más capacidad de hacer vivir frente a nosotros la vida de las personas, los colores, las calles, los olores”, recomienda.
Insiste en que un año antes de elecciones, los periodistas deberían hacer un diagnóstico de cómo está el país, deberían irse a territorio y contar las realidades que se viven. “No hacer caso a los candidatos, sino decirles cuál el país que buscan gobernar y decírselo también a sus lectores u oyentes”.
La independencia y el poder político-económico
De otro lado, uno de los cuestionamientos frecuentes a la hora de cubrir elecciones es el choque entre la libertad de prensa y la manipulación mediática por parte de los grandes conglomerados económicos que son dueños de los medios de comunicación. Fogel indica que en el caso de Francia, existe una autonomía de las redacciones. Explica que a pesar de que cada medio de comunicación tiene su línea política las redacciones tienen independencia y no se les puede imponer qué decir en cada momento. Actúan más por inercia que por estímulo.
“El hecho de que el propietario dicte a la redacción lo que hay que poner es difícil que suceda en Francia. Lo que existe es una tradición en cada medio. Por ejemplo, Libération es de izquierda y hace oposición fuerte a la extrema derecha y a Macron. Nunca va a decir que Macron hizo algo maravilloso. Pero ya ha dicho que para defender la democracia hay que resignarse y votar por él. Le Monde hizo lo mismo en primera vuelta: invitó a no votar por los dos candidatos de derecha. Y después de la primera vuelta llamó a votar por Macron. No sé si toda su redacción lo hará pero creo que sus periodistas no votaran para Le Pen”, sostiene.
No obstante, reiteró que la prensa no puede influir en los votos de sus lectores. “Es lo que dice la agenda-setting: la prensa tiene la capacidad de influir en el momento de decir lo que es importante y los temas claves, en orientar la mirada de sus públicos; pero no puede convencerlo”, asegura.
Fogel sostiene que, mucho más que la prensa en algunos territorios como en Latinoamérica, tiene más capacidad de influencia WhatsApp. Recordó el caso del referendo por la paz en Colombia: “Había colombianos que recibían mensajes falsos, que un guerrillero cobraría cinco millones de pesos y una casa por entregar su arma. Eso no era cierto: no estaba en los acuerdos, pero como lo recibían de un amigo o algún familiar, entonces se lo creían”, ejemplifica.
Una mirada hacia las elecciones en Colombia
Para el periodista francés, el panorama político en Colombia es diferente, teniendo en cuenta que nunca se ha elegido a un candidato socialdemócrata con una creencia de izquierda fuerte y que, incluso, ha habido candidatos de derecha con grandes discursos de preocupaciones sociales. “En Colombia las fuerzas de izquierda estuvieron muchas veces bajo la influencia de una izquierda revolucionaria. No es el caso de Francia, donde la izquierda revolucionaria es menos del 2% en las elecciones y están siempre de últimos”, específica.
En cuanto al cubrimiento de las elecciones presidenciales 2022 en Colombia, apunta que los periodistas –en su mayoría de centro-izquierda– no viven al mismo nivel ese desfase entre sus creencias íntimas y lo que marca el pulso político. Aunque Fogel percibe otras dificultades para la prensa colombiana como por ejemplo descifrar los pactos que se están realizando entre partidos, caciques y los propios de cada candidato. “Me cuesta entender ciertos pactos del candidato Gustavo Petro. Sorprende un poco”, refiere.
Expone Fogel que algo nuevo para Colombia y su prensa es el hecho de haber un candidato que por sus planteamientos y promesas corresponde a una izquierda democrática pero que no intenta tapar sus creencias nacidas en la izquierda revolucionaria. Sin embargo, no es este el reto al que se exponen los periodistas colombianos para cubrir las elecciones presidenciales. Fogel considera que la verdadera dificultad es saber leer cuáles son los pactos secretos que hay entre las diferentes ramas del poder y la representación de este en los diferentes territorios del país.
“No tenemos algo así en Francia: acá existen poderes regionales; pero la dinámica de una elección nacional es de tal carácter. A los candidatos les toca convencer a decenas de millones de personas, no a líderes en ciertas partes de Francia que van a utilizar la ‘mermelada’ (como se le conoce en Colombia al pork barreling) para los votos”, concluye.