“Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”. La frase es de Gabriel García Márquez en su célebre discurso ‘El mejor oficio del mundo’, pronunciado en 1996 ante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa.
Gabo era un defensor de quienes se dedicaban a la noble labor de enseñar periodismo, ya fuera desde las salas de redacción o desde las universidades. Sin embargo, siempre tuvo un ojo crítico respecto a los métodos de las escuelas tradicionales. “Creo que la carrera de periodismo está considerada al revés. Los muchachos a los cuales se les quiere enseñar, los nombran reporteros. Después, a medida que van progresando, los ascienden a la sección de editoriales y los llevan hasta directores. Creo que la carrera es completamente al revés porque la expresión máxima, el máximo nivel del periodismo, es el reportaje. Es decir: el reportero que sale a la calle, toma directamente sus materiales informativos y los elabora”, afirmó el Nobel en 1976.
Tal vez junto a las aerolíneas, son precisamente las universidades unas de las instituciones que afrontan un mayor reto para adaptarse, e incluso reinventarse, debido a los cambios sociales que la pandemia del coronavirus ha obligado al mundo entero a hacer.
A propósito de este desafío, desde la Red Ética decidimos contactar a tres profesores de periodismo para preguntarles de qué manera los ha afectado en su labor diaria el aislamiento social obligado por la pandemia, y cómo creen que cambiará la manera de enseñar periodismo después de que el coronavirus haya sido controlado.
Ellos son Ginna Morelo, profesora de periodismo y ética en la Pontificia Universidad Javeriana, editora de La Liga Contra el Silencio, además de ser ganadora del Premio Gabo en la categoría Cobertura 2018; Óscar Durán Ibatá, director del CrossmediaLab del Departamento de Comunicación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y bloguero invitado de la Red Ética; y Laila Abu Shihab, politóloga y profesora de periodismo en la Universidad Externado de Colombia.
Sus respuestas reflejan visiones distintas sobre la coyuntura actual. Desde el optimismo de quien ve aquí una oportunidad para encontrar nuevos formatos para contar historias, pasando por las dificultades técnicas que representa la brecha digital existente también en los salones de clase, hasta el pesimismo por el daño que este trabajo reporteril desde casa pueda hacer en las nuevas generaciones de periodistas. Sin embargo, un tema los une: las circunstancias actuales representan un reto sin precedentes en la historia de la enseñanza del mejor oficio del mundo.
¿Cómo los ha afectado la emergencia sanitaria del coronavirus en su labor actual como profesores de periodismo?
Ginna Morelo: Si algo debe traer esta época de incertidumbre es la reflexión profunda de cada momento. No hay cambio pequeño en esto que nos ocurre como humanidad, por lo que tampoco hay cambio menor para el periodismo, para los periodistas y para los que enseñamos el oficio. Habitamos las salas de formación virtual y como maestros estamos preocupados porque sabemos que no todos los alumnos tienen la tecnología requerida. Cuestionamos hasta la saciedad la reportería por teléfono, y hoy hay que decirle a los muchachos en la universidad que esa es una vía. Criticamos el periodismo de escritorio, y hoy debemos enfrentar esos debates en clase. Pero cuidado, la ética no cambia, no es elástica. Esa no se negocia, porque tiene que ver con los valores, esos que justo están en crisis en el mundo que compartimos.
Pero si algo ha cambiado es que hoy nos ocupamos con más atención de la salud mental de los chicos y de nosotros. Particularmente a eso le estoy invirtiendo mucho tiempo, porque no se vale impartir clases y tomar notas, sin darnos cuenta de que esto nos está costando, es duro y debemos darnos tiempo para procesarlo y atenderlo.
Óscar Durán: Me sacó de la zona de confort. Si bien intento siempre cambiar de actividades y lecturas cada semestre, esta condición especial hizo que abriera más el abanico y ofreciera muchas más alternativas de comprensión de los temas sobre los cuales diseño mi programa académico. Otro de los retos que he tenido como profesor de asignaturas basadas en investigación (trabajo de campo) y redacción periodística, es que me alejé del grupo (salón de clases), abandoné los discursos generales y los ejemplos absolutos, y me acerqué al individuo (periodista en formación). Con cada uno de los 68 estudiantes que tengo, en total, durante este semestre, llevo un trabajo casi personalizado. Es decir, las clases dejaron de ser sincrónicas y se volvieron asincrónicas. Todo el día estoy conectado por correo con ellos. Me escriben, me preguntan, me consultan, me muestran. Yo les respondo, les corrijo, les edito y los oriento, todo se volvió más íntimo, más cercano.
Creo que los estudiantes son los que más réditos pueden estar sacando ahora en esta etapa. Obvio, no estoy diciendo que no haya estudiantes con necesidades de conectividad y herramientas, también es cierto que esta pandemia hizo que se agravara más la brecha de desigualdad digital que hay en Colombia, pero para mi fortuna, en los grupos que tengo ahora en la Tadeo, no hay estudiantes en esta condición, y eso hace que ellos me sientan hoy como un editor que los acompaña, y no como un docente que los evalúa y les califica.
El otro reto ha sido la adaptación de los temas bajo este aislamiento social. Por ejemplo, en un semestre normal, ellos tienen que escribir historias en las que el trabajo de calle resulta fundamental, pero ahora, he tenido que ofrecerles y exigirles otro tipo de investigaciones, en las que el acceso a la información se haga de forma virtual, en redes sociales, en bases de datos o en información en línea. Eso les muestra otro panorama, otra forma de narrar, otra forma de generar contenido periodístico sin salir de casa. En definitiva, esta situación me exigió adaptarme a otra condición distinta sin sacrificar, espero, profundidad y calidad periodística.
Laila Abu Shihab: Me ha afectado mucho. Básicamente por dos motivos: uno, mis clases son las clases prácticas, talleres. Son las clases en las que los estudiantes se la deben pasar afuera, en la calle. Yo siempre les digo a mis estudiantes que mis clases son para que gasten las suelas de sus zapatos, y luego sí escriban. Más que una clase teórica, donde les enseño lo básico de qué es noticia, qué es una entrevista, qué es una crónica o cómo se crea un perfil, yo les enseño estos géneros con pura práctica.
El riesgo que veo radica en que mis estudiantes están teniendo que escribir estas piezas periodísticas sin salir a la calle. Y claro, uno siempre puede ser recursivo, están las redes sociales, las videollamadas o Skype, pero la verdad es que para hacer un periodismo de calidad, sobre todo en los géneros narrativos como la crónica, el reportaje y perfil, uno tiene que estar en la calle, escuchar, oler, ver… Hacer eso desde tu casa es imposible, porque inevitablemente te vas a perder un montón de detalles que para los géneros narrativos son importantes.
Como profesora, siento también que he perdido un poco el control de la clase, porque muchos de mis estudiantes, por la calidad de su conexión a internet, no se pueden conectar con la cámara encendida todo el tiempo. Entonces, yo no sé si están ahí conmigo, si me están escuchando, o si están echados en la cama dormitando mientras que yo hablo y hablo trato de proponer cosas distintas.
¿De qué manera creen ustedes que cambiará la forma en que se enseña periodismo después de esta pandemia?
Ginna Morelo: No tengo una respuesta sacada de la manga para ello. Hoy, las preguntas son de una complejidad que asusta lo que representarían las respuestas, no solo para la enseñanza del periodismo sino de todos los saberes. De hecho, las respuestas las tendremos que elaborar en conjunto, desde los gobiernos y el sector privado para que los costos sea equitativos para todos.
Me muevo en varias reflexiones distintas y la lista tiende a aumentar: defiendo los procesos de formación que deban ser presenciales, bajo las recomendaciones científicas. Todo virtual no me convence. Vamos a necesitar acceso a tecnología y coberturas de red a prueba de todo y no lo que tenemos hoy en el país. En la práctica hay que enseñar y aprender las herramientas para hacer minería y visualización de datos, verificación del discurso con apoyo de técnicas para combatir bulos y aprender el adecuado y responsable manejo de las redes sociales. Lo bueno, a mi manera de ver, es que es el momento para fortalecer el pensamiento crítico de un oficio que sigue siendo vital para las libertades, para la democracia.
Óscar Durán: Más que cambiar, porque un periodista siempre tiene que estar preparado para contar lo que está pasando desde la normalidad o desde la anormalidad, lo que estamos viendo es una explosión de creatividad e imaginación para contar historias. Nadie había pasado por esto, no había antecedentes de situaciones parecidas, eso hace que hoy los consejos de redacción se parezcan más a unos laboratorios científicos en los que conviven permanentemente el ensayo y el error.
Hay que explorar, lo que antes parecía una buena fórmula para contar un hecho (ir a entrevistar a una fuente oficial, buscar unos datos en internet, ponerle algo de contexto, y después, si se quiere, salir a la calle a preguntarle a la gente qué piensa de ese tema) hoy, por las condiciones, no resulta tan efectivo. Eso obliga a reporteros, editores y directores a buscar más y mejores formas de contar historias, en las que no se exponga la integridad del periodista ni se ponga en riesgo la salud de las fuentes.
He visto, por estos días, muchos medios probando con cosas que antes eran impensables, seguro se equivocarán, pecarán por insensibles, distantes o espectaculares, pero lo están intentando, están rompiendo modelos viejos y fórmulas repetidas que estaban enquistadas desde hace muchos años en la cultura de los medios de comunicación. Eso me parece de un gran valor, porque más allá de los clics o del rating, está la obligación de buscar la verdad de las cifras en esta pandemia, de saber si los gobiernos ocultan o no información de contagios, enfermos o muertos.
Siempre será una obligación que haya un reportero que esté incomodando y dudando de lo que dicen quienes ostentan el poder en estos momentos. Y para eso no podemos quedarnos con las versiones oficiales, debemos, sin cometer locuras, tratar de buscar la verdad y tratar de encontrar las historias detrás de las cifras de muertes y contagiados. Para eso estamos los periodistas.
Laila Abu Shihab: A mí me preocupa que de esto quede la sensación de que todo se puede hacer así, frente al computador, sin salir a la calle, sin untarse y sin ensuciarse. Eso sí podría ser muy perjudicial para el periodismo. Me preocupa que los estudiantes queden con la impresión de que si pudieron hacer periodismo con estos métodos durante dos o tres meses de cuarentena, entonces podrán seguir haciendo periodismo desde la casa. Yo siempre he sido muy crítica de los que se hacen llamar periodistas, pero siempre se quedan atados al computador, a Google, y a un par de llamadas telefónicas. Ojalá que no nos quede la costumbre de que ahora el periodismo es algo que se pueda hacer desde la casa, y no nos movamos a donde suceden las historias.