Bajo una lluvia concediendo una tregua en la sequía que ha azotado a Santiago de Chile en las últimas décadas –y con una nevada cordillera de los Andes de fondo–, 22 editores y directores de medios económicos de Iberoamérica se reunieron el pasado 12 y 13 de junio para reflexionar sobre el rol del periodismo frente a una crisis existencial que aqueja al planeta: la medioambiental. Esto, en el marco del seminario ‘Energías renovadas: tras la pista de la transición energética justa y sostenible’.
El encuentro, organizado por la Fundación Gabo y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), tuvo como maestro a Luis Miguel González, director editorial del diario mexicano El Economista. Fue presentado por su colega Mónica González, Premio Nacional de Periodismo de Chile (2019) y miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo.
En medio de la manifiesta crisis climática que experimenta el mundo, el evento comenzó con una premisa estimulante: “Ante ese desafío que tenemos, que es finalmente defender la vida como la hemos conocido hasta ahora, el periodismo es el agua y el oxígeno que nos va quedando”, dijo Mónica González.
Y, acto seguido, el maestro del seminario estableció una base sustancial para la conversación. Puede haber “una especie de confusión de organización”, dijo Luis Miguel González: “Hay un maestro y están ustedes. Yo diría que es más un diálogo entre colegas: es un taller”, expresó. Y coincidió con Mónica González: “Hablar de medio ambiente es, al final, hablar de defender la vida”, sostuvo.
Si bien reconoció que muchas redacciones de la región se enfrentan a la adversidad económica, también dio luces de lo que luego serían algunas sugerencias clave para sortear el vendaval. Es que “somos pobres, pero también despilfarramos”, dijo en referencia a los múltiples recursos existentes que con frecuencia “lanzamos a la basura”.
Desempolvando la “crisis” del periodismo
El factor común entre los asistentes fue un viejo conocido: “Yo escribo un poco de todo porque somos poquitos y todos hacemos todo”, relató Meritxell Freixas, corresponsal de EFE en Chile. La precariedad en las redacciones continúa, así, siendo el “familiar incómodo” que muchos tienen que soportar, según los asistentes.
Esto coexiste con una vigente transición. “La web es lo fuerte ahora: somos unos 100 periodistas y solo cuatro o cinco personas vemos el impreso”, explicó Wilfredo Jordán, del diario La Prensa de Panamá.
O, en otras palabras: “El músculo económico del periódico impreso es cada vez menor”, como lo describió Francisco Miranda, director del diario Portafolio de Colombia.
Desde la experiencia de México, llegando hasta Argentina y Chile, el relato fue similar. “El periodismo económico en Chile está viviendo momentos bien críticos, más allá de las dificultades propias del oficio. Antes teníamos más medios económicos acá”, dijo Karen Peña, de Diario Financiero.
Pero Iván Weissman, editor de El Mostrador, del mismo país, aseguró que lo que está en crisis son los medios: “Se sigue haciendo buen periodismo y la evidencia es que en los últimos dos o tres años ha habido cambios de políticas públicas basados en ello. Así que el desafío es cómo monetizar, cómo hacerlo sustentable”, sostuvo.
Y, de vuelta en lo digital, el gran reto es cómo salimos de los resultados “que se miden en cuántos clics, cuántas impresiones: hoy está mucho más valorado ese tipo de resultados que las historias”, expresó Constanza Soler, jefa de redacción de Econews.
Es que mientras en algunas ciudades de la región, como Guayaquil, “la violencia ha afectado todo: la calidad de vida, el turismo, la economía”, de acuerdo con Priscila Alvarado, de El Universo Ecuador, las jefaturas “nos ponen estas métricas” basadas en la inmediatez, “en esas noticias que no tienen mucho fondo y han dejado de lado las historias”.
Algunas fórmulas, sin embargo, están atravesando esa barrera. El medio nativo digital Economía para la People –contó María Camila González, su cofundadora– nació a partir de las múltiples noticias falsas que se difundían en redes sociales a partir de la reforma fiscal de Colombia. Su proyecto se caracteriza por “masticar” los temas y explicarlos en detalle. Y la gente lo premia, agregó.
Se trata de una distinción respecto a otras formas que reinan en las redes sociales, según relató Luis Miguel González. “Queremos que nos ayuden a formar influencers para transmitir el tema medioambiental, porque no estamos llegando”, contó sobre una propuesta que le hizo la UNAM. “Cuando una institución lo que necesita es un influencer y no un periodista, cuando menos se prende un foco”, dijo. Y un problema es que no siempre hacer buen periodismo hace la diferencia entre estar o no en la conversación, reconoció. Pero si el precio “es no hacer buen periodismo, es que esa conversación no nos merece”, sostuvo.
Algunos medios tradicionales están apostando por esta reivindicación. Ricardo Grinbaum, editor de Estadão, comentó que, de cara a su cumpleaños número 150 y “buscando un modelo de negocios sostenible”, el diario eligió tres temas que van “mucho más allá que los clics y por lo que el medio quiere ser identificado en el futuro”. Clima y desarrollo sostenible fue, en este sentido, elegido como una prioridad.
“Formamos parte de algo que está vivo, en permanente redefinición”, dijo Luis Miguel. Rememoró que, al iniciarse en el periodismo en los años ‘90, la revolución digital que se avizoraba era definida como “tres años complicadísimos y luego ya”. Después “se volvieron trece años y ya van para treinta. Y todo el tiempo estamos en esta idea de hay que reinventarse y reinventarse. Como decimos en México: es una friega, pero también una suerte”.
Una de las hebras de esa reinvención se encuentra en la Inteligencia Artificial. El uso de ChatGPT como uno de sus referentes fue otra discusión que marcó el seminario, con varios integrantes reconociendo utilizar la herramienta. “Te funciona como editor, como corrector, incluso a veces para darte ideas”, dijo Wilfredo Jordán, de La Prensa de Panamá.
“A mí me facilita muchísimo la vida”, aseguró Iván Weismann, subrayando que ChatGPT le permitió en cuestión de minutos resumir numerosos fallos e informes en derecho. Hay profesionales que, sin embargo, sienten que “están más o menos vendiendo un hijo a usarlo”, señaló. Hay que usarlo, conocer sus debilidades, pero no “tratar de tapar el sol con el dedo”, coincidieron varios.
Una segunda ola de periodismo económico-ambiental
En el seminario, representantes de distintas redacciones consignaron novedades en torno a la cobertura del cambio climático. “Estamos dándole mucha penetración al medio ambiente: ahora mismo en la ciudad de México enfrentamos una ola de calor que no se había dado desde hace 40-50 años, 35 grados más o menos”, dijo Arturo Gómez, de Milenio Diario. Lo importante es que la gente comprenda lo que estamos viviendo”, añadió.
Karen Peña, de Diario Financiero de Chile, recordó que, hasta hace poco, cambio climático lo cubría solo un periodista de medio ambiente. “Y desde hace un par de meses estamos haciendo una cobertura global del tema”.
“Es como si necesitáramos una especie de nueva ola de periodismo alrededor de lo ambiental-económico”, dijo Luis Miguel González.
Pero el riesgo es que esta cobertura “no signifique nada”, advirtió, subrayando la necesidad de hacerse una gran pregunta: ¿con qué aspectos de esta transición energética, de esta crisis medioambiental, nos vamos a comprometer? “Si por alguna cosa nos tendría que interesar el tema de medio ambiente, es por nuestra propia experiencia personal”, dijo. Aludió al relato de uno de los presentes en torno al origen de su interés por el tema: cómo dos grandes empresas forestales en Chile han estado destruyendo cientos de miles de hectáreas de selva valdiviana, un bosque único en el mundo que refleja la belleza de la zona sur del estrecho y alargado país.
Uno de los enormes retos con periodismo y medio ambiente es no convertirlo en una abstracción que no signifique nada, insistió el maestro. Cuando decimos “desaparecen tantas especies en una década, a lo mejor para una persona es mucho más potente decir: tal árbol que usted veía en tal lado, no lo va a volver a ver”.
En esta segunda ola de periodismo económico-medioambiental, remitirse a denunciar y mostrar los problemas de la crisis climática puede ser estéril, coincidieron los participantes del taller. “Ya no motiva a las personas como antes”, dijo Ricardo Grinbaum, de Estadão. Y traer algunas soluciones o fuentes de esperanza, “para que las personas puedan movilizarse” es una forma de abordar el problema, agregó. Rememoró cómo una gigantesca inundación en la provincia de Rio Grande do Sul abrió espacio a su diario para mostrar cómo las “ciudades esponja”, como Nueva Orleans, tenían mucho que decir en “mecanismos de drenaje y de prevención de las inundaciones”.
Es que cuando hablamos de un tema que “produce literalmente neurosis”, necesitamos pensar cómo podemos poner el problema junto con una solución, recalcó Luis Miguel. “No es obligatorio, pero es deseable”.
También hubo consenso en torno a un riesgo adicional en la cobertura del tema bajo una Latinoamérica carente de desarrollo. No hay dudas de que “la región y el planeta tienen que moverse hacia una transición energética y progresivamente ir descarbonizando”, dijo Fernando Álvarez, ejecutivo senior de la Dirección de Investigación Socioeconómica de la CAF, al presentar el informe ‘Energías Renovadas: tras la pista de la transición energética justa y sostenible’. “Pero eso no significa que mañana vamos a quemar toda la industria fósil y no vamos a aprovecharla. Estamos montados sobre esos recursos. Y ganamos mucho si utilizamos esos ingresos para invertir fuertemente y aceleradamente en energía renovable”, puntualizó.
El documento divulgado abrió un área de oportunidad periodística considerando cómo funcionan nuestras economías, dijo Luis Miguel González: “¿Cuál es la relación entre informalidad y transición energética? Hablamos muy poco de informalidad. Y con frecuencia lo que marca el ritmo de nuestra economía es el sector informal en todos los sentidos”, añadió, recordando que en México en torno al 55% de la población ocupada es informal.
Precisa, en este contexto, fue la descripción de que nos movemos “entre el idealismo y el pragmatismo”, como dijo Nicolás Paut, jefe de economía en CNN Chile. Es decir, “¿cuánto de esto se realmente se va a poder hacer y cuánto no?”. “Me encanta, creo que podría ser el título del taller”, replicó Luis Miguel González.
Y recordó un reciente artículo de The Economist denominado “The Green Backlash” (“El contragolpe verde”), un ejemplo de cómo la frustración frente a expectativas muy altas en lo medioambiental está facilitando el ascenso al poder de los “escépticos y los cínicos”, indicó el director de El Economista. “Va a ser muy probablemente el regreso de Trump, o de quienes dicen ‘todo eso es un cuento’”. Esa es una de las grandes historias a contar, afirmó: “Cómo las buenas intenciones, en algunos casos, están estropeando las cosas”.
El taller sentó un espacio ideal para “compartir algunas angustias en torno a las tensiones ambientales, tecnológicas y políticas que están teniendo lugar”, como planteó Germán Deagosto, de la Diaria Uruguay. Y “transformar esas preocupaciones y esas angustias en algo que sea una fuerza motora del optimismo y la transformación”.
Una vuelta por Latinoamérica
Así, mientras la cobertura de las energías limpias se ha tomado la agenda de muchos medios, también existe el riesgo de que dejemos de contar el siglo XIX que sigue entre nosotros, dijo González en el taller. “En México, el 14% de la población utiliza carbón y leña para cocinar, por ejemplo”. Esto “es parte de las historias que tenemos que contar”.
Carlos Bessombes, editor del diario La República de Perú, sugirió una frase que resonó entre los asistentes. “La región está constantemente en crisis, y en realidad qué aburrido sería si no hubiera crisis, porque no habría qué cubrir. Entonces cada día que vamos a trabajar es aprender”.
Francisco Miranda, de Portafolio Colombia, contó cómo, en ocasiones, temas muy regionales en su país pueden crecer y desbordarse de manera insospechada. “Están tres gatos parando una autopista en el sur del país y en tres horas resultó que hasta guerrilla había metida ahí”, señaló. “Y, de pronto, esa historia con la que amaneció tu día cambió por completo”.
Priscila Alvarado, de El Universo Ecuador, lo puso en otros términos: “Ecuador está atravesando una crisis en todos los sentidos”, dijo. Apuntó a una agitación que va desde lo político, lo fiscal, hasta eventos cotidianos como continuos apagones o el nuevo protagonismo del narcotráfico.
“Decía Carlos: ‘qué aburrido sería si no tuviéramos crisis’. El problema es que tenemos varias crisis amontonadas”, acotó Luis Miguel.
Santiago Spaltro, de Clarín de Argentina, sumó otra de ellas: la extrema polarización que se observa en algunos de nuestros países. “En Argentina, el nuevo presidente Milei dice que los periodistas formamos parte de la casta, somos de una elite, estamos comprados y no somos independientes”. “Lo mismo que decía AMLO, lo mismo que decía Petro”, complementó Luis Miguel González. “A esta altura no es un problema, es un dato”.
Y la única respuesta que tenemos para lidiar con ello es hacer mejor nuestro trabajo, replicó. Esto implica encontrar un tema, verificarlo, tener cuidado en cómo lo redactamos y asumir lo que publicamos, sostuvo.
La autocrítica también dio forma al seminario de directores y editores económicos en Santiago de Chile. Y, para ello, clave fue constatar cómo “nuestra cultura latinoamericana, súper católica, súper culpógena, nos sitúa entre buenos o malos, santos o pecadores”, señaló el director de El Economista de México. De ahí que la introspección sea determinante: “Le tenemos miedo a entender toda esta parte emocional, todos estos sentimientos que nos motivan a tratar un tema”, dijo, y añadió que a la hora de abordarlos “ni siquiera tenemos claro la cantidad de prejuicios que tenemos sobre él, favorables o en contra”.
Y, con frecuencia, el periodismo económico en nuestra región es muy ideológico, agregó. “Muy pro o anti empresa”. Pero si lo que uno quiere hacer es ideología, es necesario entender que “no está haciendo periodismo”, dijo el maestro.
El problema de los polos tiende a exacerbarse en el periodismo ambiental, afirmaron varios asistentes. Es que acá es más común encontrarse con la lógica de “un grupo versus otro grupo”, dijo Muriel Alarcón, de América Futura. “Es más fácil, como periodistas, contar la historia de buenos y malos, y ser nosotros el héroe con ello”, complementó Iván Weismann, de El Mostrador. Y criticó que, pese a la abundancia de recursos naturales en Chile, “se creó este mito de que extraer litio, extraer cobre y cortar madera, por definición, es malo. Y la verdad que hay mucho gris en eso”.
“No existe costo cero en nada”, respondió Luis Miguel. Y parte de nuestro trabajo es poner en perspectiva lo que va a costar, sostuvo. “Es decir, si se están tomando las precauciones debidas para hacerlo bien, o hay descuido”.
Pero con frecuencia se trata de esto último, dijo Meritxell Freixas, de EFE: “Aquí se permite lo que en Noruega no se permitiría”, afirmó en relación a la salmonicultura y a los conflictos entre empresas forestales y grupos indígenas.
Aun así, el retroceso está a la vuelta de la esquina. En Argentina, Milei “no tiene política ambiental, descree del cambio climático”, dijo Santiago Spaltro. No se trata, sin embargo, de la única historia en torno a este asunto, agregó. “Argentina tiene el gas de Vaca Muerta, que ayuda en la transición energética, y es bastante fuerte en energías renovables como la solar, la eólica y eso es una política que continúa, ahora con financiamiento privado”.
Clave para contar estas historias es recurrir a nuestra “caja” de herramientas, sugirió Luis Miguel González. Es decir, cuáles son las prácticas internacionales, cuál es la ley local y “sobre eso puedes empezar a jugar”.
Reportes: “somos pobres y además despilfarramos”
Pero, en medio de las múltiples carencias que rodean a la profesión, podríamos estar olvidando algo, según el maestro. “Somos pobres y además despilfarramos”, dijo. Es que hay muchísima información que no estamos aprovechando y que está disponible, detalló.
Con ello, aludió a la cantidad de reportes “que literalmente nos pasan por arriba sin que hagamos nada con ellos”, incluyendo documentos como los del FMI, del WEF, etc. “Los archivamos o los tiramos a la basura uno o dos días después de que se publicaron”.
Tener una estrategia al respecto es fundamental. “¿Cuáles son los informes en los que vamos a poner atención? Típicamente, uno diría, en informes trimestrales a la bolsa de valores”, sostuvo. Y normalmente el foco está también en las compañías que están muy en problemas, aunque recomendó fijarse en paralelo en lo que hacen las empresas familiares, cuyo poder se hace sentir en toda la región.
Pero, en los reportes, hay un segundo nivel de lectura mucho más detallado del que casi nadie se ocupa, criticó.
Normalmente estos documentos tienen tres presentaciones: el comunicado, un abstracto-resumen y el documento completo. “Lo mínimo es ir al abstracto. Son, a veces, seis u ocho páginas. Pero lo ideal es ir al documento completo”, dijo Luis Miguel González.
Y subrayó la necesidad de analizar las fórmulas con que las empresas en bolsa tratan de esconder su realidad. “Hay una supersíntesis que hace la empresa, que normalmente es la parte más benigna de lo que comunican. Si les va mal en utilidades, hablan de ingresos”, destacó. Por eso, el mayor reto “es realmente exprimir estos documentos”.
Las proyecciones macroeconómicas, según Christian Silva, de El Comercio, deben ser vistas con una doble cara: “Desde el lado oficial siempre tienen una mirada más optimista. Así que tratamos de dar una perspectiva un poco más realista”, comentó.
“El gobierno, por definición, es el optimista en jefe”, dijo Luis Miguel. Y una historia a contar ahí podría ser cómo le ha ido al gobierno con sus pronósticos anteriores, sugirió.
La importancia de tomarse un tiempo para este tipo de ejercicios permeó el debate. “La gente no te castiga porque tú te demoras un día en salir con el contenido si se lo explicas mejor”, insistió María Camila González, de Economía para la Pipol.
“Nos da como una angustia que alguien más haya salido primero”, dijo Luis Miguel. “Pero hace mucho que ya no estamos en el negocio de vender pan caliente”, aclaró.
El problema es que temas bien interesantes “con frecuencia se vuelven bien aburridos, agregó el maestro. Y “lo que entregamos es una especie de criatura muerta”.
Es determinante sopesar, por tanto, qué personajes nos ayudarán a contar la historia. Y dejar el escritorio: “Si queremos contar la historia de la basura en nuestras ciudades, no es caro y vale la pena ir a un tiradero de basura”, indicó.
Pero, al contar con un informe en nuestras manos, “lo que es imperdonable”, prosiguió Luis Miguel, “y lo digo con autocrítica, es que nuestra segunda o tercera nota no sea mejor que la primera que hayamos publicado”.
Y citó el relato de un periodista argentino quien, tras hacer una revisión, le confesó que “de los temas que cubrimos en un año, entre 80% y 90% son repetitivos. Más o menos en el mismo día o mes del año va a haber una crisis de basura, una crisis de calor, una crisis de inundaciones”, contó.
De ahí que valga la pena preguntarse: ¿cómo hacemos para que nuestra cobertura del 2024 sea mejor que la del 2023?, afirmó.
“Todos nuestros países tienen problemas fiscales”, dijo para ejemplificar. “¿Qué queremos contar? ¿Cuál es el conflicto detrás de cada tema?”.
Acá el conflicto que podemos querer contar es “¿por qué recauda tan mal?, ¿por qué está cayendo la reservación? O a lo mejor el tema es ¿por qué gasta tan mal? No se vale sólo decir: lo que nos preocupa es el déficit, porque no somos contadores sino contadores de historias”, subrayó.
Y acusó que varios países de América Latina que están o en la OCDE o, bajo compromisos internacionales importantes, “inflan o exageran el presupuesto de medio ambientepara pasar un poco airosos”. Entender esa distorsión es “un área enorme de oportunidad periodística”, indicó.
Todo esto nos lleva a la gran pregunta, según el director de El Economista: “¿Cuál es tu proyecto personal? ¿Cuáles son los temas en los que a la larga quieres ser reconocido como especialista, como experto?”.
Esto no debe hacernos olvidar que trabajamos en equipo, dijo de todos modos. “Los reporteros somos muy individualistas. Cuando la realidad es que todo es trabajo en equipo”, sostuvo.
Así, reveló que en su redacción “cuando hay una persona que es la dueña de un informe, siempre metemos a alguien que no tiene nada que ver, porque se le van a ocurrir cosas”. Y viene bien “generar un poquito de competencia interna. Es súper bueno que alguien sea propietario del tema. Pero si se vuelve demasiado propietario, empieza a ser un asunto casi feudal”, objetó.
Esto gana relevancia en la medida en que se instala una amenaza existencial para la vida como la hemos conocido. “Los científicos alertan que, a los niveles de emisiones actuales, nos quedan menos de 30 años para que la temperatura alcance dos grados centígrados por encima de la era preindustrial. Y señalan que esos dos grados son una suerte de punto de inflexión a partir del cual podría haber daños irreversibles y devastadores en el planeta”, recordó Fernando Álvarez, de CAF, al presentar su reporte. Y “hoy, 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero tienen que ver con el consumo de energía. Entonces, es inviable la sostenibilidad del planeta si no cambiamos radicalmente la forma como producimos y consumimos energía”, advirtió.
Si en la región “cambiamos la mitad del carbón y el petróleo por gas, reduciríamos las emisiones en 7%. Eso es el 65% de lo que es nuestro compromiso para el 2030 según el Acuerdo de París”, acotó.
Parte del problema con el periodismo que tiene que ver con sustentabilidad y medio ambiente, dijo Luis Miguel González, “es que nos coloca en una dimensión temporal que es muy difícil para el periodismo, que es el largo plazo”, remarcó, recordando que lo usual en la profesión es cubrir ciclos muy cortos. “Tenemos que comprometernos en lo personal con un tema a lo largo del tiempo. ¿Quiénes son los periodistas a los que uno admira? Los que llevan 10, 20, 30 años siendo una referencia en un tema. ¿Qué va a pasar con el litio en un periodo de diez años?, ejemplificó.
El buen periodismo de medio ambiente, en efecto, podría devolvernos a la esencia del oficio. “Nos obliga a ir a lugares que no tienen facilidad para llegar, a trabajar con fuentes que con frecuencia no son confiables”, dijo. Esto, “en el sentido de que están claramente en uno de los dos puntos de la discusión y normalmente tienen un discurso, una narrativa súper amarrada. Nos obliga a hacer preguntas difíciles”.
Una redacción en movimiento
Bajo este cuadro, la discusión retomó la pregunta: ¿estamos teniendo los personajes necesarios para contar la historia? Y acá, la reiteración de fuentes surgió como un problema: “Con frecuencia uno se da cuenta de la cantidad de relaciones tóxicas que tenemos con la fuente. En algunos casos son como matrimonios viejos”, dijo González, enfatizando en la importancia de incorporar nuevas voces a las publicaciones.
Y, de vuelta a los reportes, su sugerencia para el periodismo medioambiental fue seguir el dinero. “De todos los sectores, el que va más avanzado en medición de riesgos es el de aseguradoras, por razones obvias”, expresó.
E insistió en hacer el esfuerzo “y no quedarse en el escritorio”. Tal como el periodismo se confunde con el activismo, “yo digo también se confunde con burocracia”, señaló.
“No voy a poder llevar recursos a mi casa”, relató Carlos Bessombes, de La República de Perú, citando a pescadores entrevistados por su medio cuando Repsol generó un derrame masivo de petróleo en su país. Contó cómo, mientras sus pares se enfocaban en la multinacional, su cobertura en el lugar terminó por arrastrar a todos los medios a las caletas y al gobierno a enfocar sus ayudas en estos afectados. “Creo que la historia es perfecta para ilustrar el punto de la importancia de ir a terreno”, dijo Luis Miguel.
Mujeres en portada
Restaban algunos minutos para concluir el taller, cuando Mariela Mejía, del Diario Libre de República Dominicana, se refirió a otro grupo frecuentemente excluido del protagonismo en la sociedad latinoamericana: las mujeres. Y su relato llevó a la constatación de una dificultad compartida: “Nosotros intentamos hacer algo con mujeres economistas que opinaran y no nos fue bien”, rememoró. Muchas veces “terminamos hablando con los economistas hombres, los que estaban más dispuestos, más acostumbrados. No sé si era algo de timidez o qué”, afirmó.
María Camila González también describió “una falta de confianza frente a los hombres economistas que, aunque no sean expertos en el tema fiscal, igual opinan”.
“Yo tengo el mismo problema: me cuesta conseguir fuentes mujeres que quieran hablar; intento incorporarlo como un ejercicio también”, dijo Santiago Spaltro, de Clarín. Esto, mientras entre los hombres “hay charlatanes en todos lados”, afirmó generando risas entre los asistentes.
Hay “mucha timidez intelectual”, concordó Francisco Miranda, de Portafolio. Comentó que hace algunos años tuvo que decidir entre “reproducir la realidad corporativa de Colombia, es decir 85%-15% de presencia hombres-mujeres, o actuar como una especie de discriminación afirmativa”. Su búsqueda de voces de nivel ejecutivo entre mujeres ha contribuido a equilibrar el escenario, detalló: “Hoy en día de los seis días a la semana que salimos, 2 o 3 prácticamente estamos 50-50% con mujeres y sigue siendo difícil conseguirlas”.
Karen Peña, en tanto, describió un caso de éxito al respecto. “Diario Financiero, hace varios años, tomó como decisión editorial incorporar mujeres”. Junto con darles un permanente rol protagónico en portada, ahora emiten un newsletter llamado “Somos Financieras” y su medio ha divulgado una base de contactos de mujeres que hoy se traspasa entre distintas redacciones en Chile. Eso, de paso, “ha generado más suscripciones y más auspicios”, explicó.
“Si de verdad tu apuesta es tener más voces de mujeres, no lo sueltes; insiste hasta conseguirlo”, recalcó Luis Miguel González.
Y recordó que dado el avance de los estándares ESG (o ASG, por sus siglas ambiental, social y gobierno corporativo), la disparidad ha pasado a ser una conducta penalizada con dinero. Narró cómo los directores de los principales bancos en México le dicen: “‘O promuevo mujeres en mi organización o no tengo bono de fin de año’. De ese tamaño es lo que está pasando”, indicó.
De “sacerdotes” a “liberadores de oxígeno”
Así, un nuevo rol está definiendo hoy a los periodistas de la región, según el maestro. “Mucho de lo que yo entiendo es la crisis del periodismo es que teníamos un papel de autoridad imprescindible antes de lo digital, donde éramos un poquito como los sacerdotes”, dijo. “Todavía hay una generación, que poco a poco se está muriendo, que básicamente decía ‘esto es cierto porque lo leí en el periódico’”, rememora. “Yo cada vez escucho menos eso y muchos más comentarios escépticos como ‘bueno, lo dice el periódico, pero quién sabe qué interés tendrá’. A mi francamente no me disgusta que nos estén retando, que duden… Probablemente, lo que nos va a definir es cómo respondemos a ese escepticismo”, señaló.
Es que tenemos millones de historias que contar, dijo el director de El Economista. “La gran cosa con talleres como estos es que por un par de días hay una especie de hechizo en donde nos salimos de lo nuestro y podemos romper las rutinas, salirnos de la inercia. Probablemente lo más importante de este taller es lo que ocurre cuando ustedes regresen”, remarcó.
Estamos más que conscientes del complicado momento en que se encuentra en nuestra profesión, nuestra industria, agregó. “Y yo digo: al final, ¿qué vamos a hacer nosotros para que este contexto complicado no nos convierta en mediocres, no nos amargue?”.
Y entregó una respuesta contundente: “Efectivamente, este es probablemente uno de los oficios más hermosos del mundo”, planteó.
Nuestra función “es más importante que nunca”, dijo, a su vez, Mónica González.
“Les quiero agradecer muchísimo la paciencia, la participación, lo que aprendí de ustedes. De verdad ha sido un gusto tener este grupo, felicidades por la selección”, concluyó Luis Miguel González.
Sobre el seminario-taller
Entre el miércoles 12 y el viernes 14 de junio de 2024, se realizó el seminario-taller de directores y editores económicos: ‘Energías renovadas: tras la pista de la transición
energética justa y sostenible’, dirigido por Luis Miguel González, periodista y director editorial del diario El Economista, de México. Un encuentro que reunió a 20 editoras y editores de los medios de comunicación más relevantes de América Latina y el Caribe.
Un espacio que fue posible gracias a nuestra alianza con el banco de desarrollo económico-CAF.
Sobre Luis Miguel González
Director editorial del diario El Economista de México, desde 2009. Es licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario Público de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio.
Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas. Escribe artículos de opinión sobre temas económicos en los diarios del grupo Milenio. Conduce Reunión de Consejo, un foro radiofónico sobre temas de economía y negocios. Es fundador de la Red Iberoamericana de Periódicos Económicos (RIPE), que une a ocho de los periódicos económicos más importantes de América Latina.