Periodismo camaleónico para proteger la vida

Periodismo camaleónico para proteger la vida

Sus colegas le llaman el “James Bond del periodismo” o el “Camaleón”, por su peculiar forma de investigar temas relacionados con las injusticias cometidas en su país.
Fotografía: Vicente Villamon en Flickr / Usada bajo licencia Creative Commons
Francisco Sandoval

Anas Aremeyaw Anas es un periodista en Ghana que realiza periodismo encubierto. Sus colegas le llaman el “James Bond del periodismo” o el “Camaleón”, por su peculiar forma de investigar temas relacionados con las injusticias cometidas en su país. Públicamente ha dicho que su periodismo depende de tres principios básicos: Nombrar, avergonzar y encarcelar.

El trabajo de Anas fue abordado en el documental “Camaleón”, dirigida por el canadiense Ryan Mullins y forma parte de la selección oficial del festival “Ambulante”.

De acuerdo con Wikipedia: Los camaleones cambian de color, a menudo, debido a una condición fisiológica (relacionada con la temperatura o la hora del día), pero también por una condición psicológica (provocada por la proximidad de un eventual adversario)… Suelen ser solitarios, tranquilos y no atacan a nadie a menos que se los provoque.

En el caso de Anas Aremeyaw, es un periodista que trabaja en equipo con comunicadores y policías, y que le apuesta a atacar a sus adversarios.

En Ghana donde la corrupción es avasallante y los males que aquejan a la ciudadanía quedan impunes, como suele ocurrir en México, hay periodistas que han adoptado, en algún momento de sus carreras, en realizar periodismo encubierto o desde el anonimato. No con la intensidad y principios que rigen a Anas, pero sin con el objetivo de proteger sus vidas, lo que lamentablemente no siempre sucede.

En el estado de Tamaulipas, en el noreste de México, desde 2012 los medios de comunicación no investigan temas relacionados con grupos criminales, narcotráfico o corrupción. Lo anterior ha generado grandes vacíos informativos, que han sido subsanados por comunicadores y ciudadanos que de manera anónima o con identidades falsas, han adoptado las redes sociales y el internet para informar sobre los hechos violentos que se registran en esa región.

Algunos ejemplos: La página de reportes “Valor por Tamaulipas”; el portal “Chuy News”; las tuiteras “Nena de Laredo” y “Felina”. En el caso de la “Nena”, fue asesinada en 2013, en tanto la “Felina” se encuentra en calidad de desaparecida desde 2014. Aun cuando las fotografías del presunto asesinato de esta última fueron difundidas ampliamente por medios de comunicación y redes sociales, las autoridades de Tamaulipas sostienen que la tuitera se encuentran en calidad de desaparecida, pues hasta el momento no han localizado su cuerpo.

En el caso de “Valor por Tamaulipas”, página donde colaboraba “Felina”, sus administradores han recibido constantes amenazas de grupos criminales, que han puesto precio a sus cabezas ante la labor informativa que realizan.

Otro ejemplo es Tijuana, frontera con California, donde un medio de comunicación, el semanario Zeta, ha decidido no publicar los nombres de los periodistas que investigan temas relacionados con crimen organizado.

Hay otros casos como en Sinaloa, donde los medios y los periodistas han utilizado el camuflaje en su escritura o han tejido redes editoriales con medios nacionales, para publicar conjuntamente y sin firma información que los pudiera poner en riesgo.

En el artículo “Reporteros encubiertos”, escrito por el experimentado periodista   Charles Green, director del Centro de Prensa Internacional de la Universidad Internacional de Florida, habla de los puntos a favor y en contra del periodismo encubierto.

“Algunas personas argumentan que los reporteros nunca deben actuar de manera encubierta y que ninguna historia justifica que un reportero mienta. El que un reportero actúe como si fuera otro, conduce a la pérdida de credibilidad y, sin credibilidad, ningún reportero u organización periodística puede servir a su público. Otros manifiestan que los reporteros tienen una obligación mucho mayor con su público y que, por tanto no puede estar en ningún tipo de sensiblería. Si para conseguir una historia que pondrá al descubierto un gran error o que protegerá al público de cualquier gran perjuicio, es necesario valerse de un subterfugio, entonces vale la pena”.

Tal y como ocurre con los camaleones, el contexto provoca que se adopte algún tipo de camuflaje para protegerse, de ahí que los periodistas que trabajan temas relacionados con violencia o violaciones graves de derechos humanos -independientemente del debate ético existente sobre el realizar reportería encubierta o publicar información de manera anónima-, opten por esa medida para resguardar su integridad, pero también como única alternativa para obtener información ante el vacío informativo de sus autoridades. ¿La seguridad e integridad de los comunicadores que laboran en ese tipo de contextos, justifica los medios?

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