Contra todo pronóstico Spotlight se llevó anoche el codiciado Premio Oscar a Mejor Película, además del premio a Mejor Guion Original. Digo contra todo pronóstico, porque competía contra espectaculares cintas como Mad Max, The Martian y The Revenant.
Spotlight, presentada en la mayoría de países latinoamericanos como En Primera Plana, no es una película espectacular. No hay explosiones, efectos especiales o persecuciones en autos deportivos a cientos de kilómetros por hora. Por eso los dos premios de la Academia que se llevó anoche son un reconocimiento fundamental a una de las virtudes que el cine tiende a olvidar: el valor de las historias bien contadas.
La película sobre la unidad investigativa del diario The Boston Globe, que en el año 2002 destapó el escándalo de los curas pederastas en todo el estado de Massachusetts, se llevó dos reconocimientos anoche que a fin de cuentas no son solamente para el director y guionista Tom McCarthy. Desde mi punto de vista, estos premios son un reconocimiento para otros grandes ganadores de la noche:
El periodismo ético: Spotlight nos deja ver cómo Walter ‘Robby’ Robinson (Michael Keaton), el director de la unidad investigativa del diario bostoniano, no se deja presionar por esos amigos, excompañeros de colegio y colegas que quieren silenciar su investigación. La película nos muestra otra cara de la censura: diferente a la que se ejerce con balas, amenazas y sangre aquí en Latinoamérica. La censura con la que quieren acallar la investigación contra la iglesia católica aquí es mucho más sutil, pero igualmente peligrosa. Spotlight es una película sobre el periodismo ético que logra vencer a la censura social.
El trabajo en equipo: La película de Tom McCarthy destruye el paradigma del periodista solitario y heroico que Hollywood nos ha tratado de vender por años. Aquí no vemos a un periodista luchando solo contra la corriente, pareciéndose más a un detective. Recordemos que hace 40 años, otra de las grandes películas sobre periodistas que se han hecho, Todos los hombres del presidente (1976) protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman, era vendida como “la historia de detectives más devastadora del siglo”. Por el contrario, Spotlight nos retrata a un equipo sólido, en el cual cada integrante tiene clara cuál es la labor que debe hacer y sigue las instrucciones de su editor a pesar de que no siempre esté de acuerdo con él. La cinta nos demuestra que para hacer gran periodismo hay que conformar grandes equipos de trabajo. No me refiero al número de integrantes, sino a su capacidad de entrega y profesionalismo.
Las víctimas: El guion escrito por Josh Singer y Tom McCarthy no es totalmente benévolo con los periodistas que integraban la unidad investigativa del Boston Globe. De hecho, por momentos los retrata como un grupo de perezosos que estaban muy cómodos en su zona de confort haciendo una que otra investigación cada tres meses, hasta que llega Marty Baron y los despierta de su letargo. Luego comienzan a aparecer relatos de las víctimas de los curas pederastas que años antes se habían acercado al periódico con cajas llenas de evidencias, pero nadie les había prestado atención. Es por eso que la cinta significa un reconocimiento para esas personas persistentes como Phil Saviano, quienes lograron llamar la atención de los medios de comunicación para que su voz fuera escuchada.
Las películas sobre periodistas: El 2015 fue un año en el que vimos dos excelentes cintas sobre periodistas. Spotlight, y Truth. Esta segunda, aunque no fue tan premiada, es una gran película y elogio a la poco agradecida labor del productor de noticias, pues nos cuenta la historia de Mary Mapes, productora del programa 60 Minutes, quien es obligada a renunciar a su trabajo luego de que revelara inconsistencias en el servicio militar prestado por el entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. Seguramente el Oscar para Spotlight y las buenas críticas recibidas por Truth marcarán una tendencia para que en el futuro Hollywood haga más películas que exalten la labor de los periodistas.
Los editores: Muchos medios de comunicación hoy en día tienden a preferir la destreza tecnológica sobre la experiencia periodística a la hora de contratar personal. Prefieren contratar a un muchacho que sepa tomar fotografías, editar videos o hacer gifs, así no sepa escribir. Pero el papel de un editor sabio y experimentado es fundamental para lograr contar historias contundentes. Eso es lo que nos muestra Marty Baron (Liev Schreiber) en Spotlight, el editor judío que llega a la católica ciudad de Boston y gracias a su condición de forastero no tiene pelos en la lengua ni temores para investigar a los más poderosos. Todos los periodistas necesitamos en alguna etapa de nuestras carreras a un maestro, un oráculo, (si me lo permiten, un Javier Darío Restrepo), a quien podamos acudir en busca de consejo.
Los periódicos: Finalmente el Oscar para Spotlight llega como una bocanada de aire para la agonizante industria de los diarios, que ante la llegada de internet y el consumo de noticias en dispositivos móviles, la han pasado muy mal desde el punto de vista económico, pues les ha costado mucho encontrar un modelo de negocio que funcione. Aunque ya no tengan tanto dinero como antes, los periódicos siguen teniendo un papel fundamental en las democracias modernas como forjadores de opinión pública y faros que iluminan en esas zonas oscuras donde impera la corrupción. Si quieren sobrevivir, los periódicos deben ser como el Boston Globe, un rotativo que ha logrado sobreponerse a las adversidades de nuestro tiempo y convertirse en algo indispensable para sus lectores.
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