Para la experta, el tema involucra riesgos socio-afectivos y éticos.
La semana pasada compartíamos un artículo en el cual varios expertos advertían sobre la magnificación que se le dio en los medios de comunicación al fenómeno de la Ballena Azul, un peligroso juego difundido a través de redes sociales que en casos extremos parece haber llevado jóvenes al suicidio.
Entre las fuentes consultadas para el artículo se encontraba Sonia de Zubiría, psicóloga del Instituto Alberto Merani, especializada en trabajar la formación de competencias socio-afectivas en niños y adolescentes. El colegio para el cual trabaja se ha caracterizado desde hace dos décadas por buscar la innovación en su modelo pedagógico.
Por cuestiones de espacio, decidimos extraer las cuatro recomendaciones brindadas por la doctora de Zubiría en una entrega aparte al primer artículo. Se destaca aquí el rol que los padres de familia pueden jugar a la hora de prevenir que sus hijos caigan en trampas como la de la Ballena Azul.
1. El problema no es solo el juego de la Ballena Azul
No solo dar información específica sino plantear ideas más generales, preguntas interesantes y creativas, reflexiones más profundas, aspectos a debatir y a profundizar sobre el surgimiento de nuevos tipos de manipulación y chantaje que se están y se seguirán dando en los medios virtuales, presentados a los niños y jóvenes en un formato de engaño como si fuera un juego. En otras palabras, no referirse solo a la Ballena Azul, sino a características comunes de este prototipo de juegos.
2. Mostrar experiencias positivas de victoria sobre la manipulación
Informar y difundir experiencias positivas, testimonios, donde niños y jóvenes tomen decisiones con criterios éticos adecuados de responsabilidad personal y colectiva, en contra de participar en este tipo de manipulaciones virtuales. Mostrar con evidencias cómo hay muchos que no se dejan manipular.
3. Transformarlo en un tema de prevención
No generar miedos extremos o pánico entre padres y profesores, sino llevar a los padres a que entiendan que la familia y el contexto familiar, cuando cumple unas condiciones determinadas, es el mayor factor protector a nivel emocional.
Empoderar a los padres y motivarlos para que lean, asistan a charlas en temas de cómo formar a sus hijos en competencias socio-afectivas y éticas. Que se preparen cada vez más, para que generen un ambiente familiar que brinde estabilidad emocional a los hijos. Y que sepan cómo orientar a sus hijos para que llenen de sentido sus vidas, tengan un proyecto de vida claro. De esta forma, tendrán un fundamento que evitará su manipulación cuando algún medio virtual los invite a pensar o a sentir que tienen un vacío existencial.
4. Motivar discusiones éticas sobre el cuidado emocional personal y colectivo
Plantear ideas a los jóvenes que los lleven a pensar en cómo el bienestar emocional en gran medida es una responsabilidad propia, que depende entre otros de las decisiones que tomamos, pero que además afecta e incide positiva y/o negativamente en los contextos más inmediatos y en las personas más cercanas con las que interactuamos. Que entiendan que un estilo de vida saludable a todo nivel facilita el bienestar emocional propio y eso irradia hacia las personas con las que nos rodeamos.
Así mismo, mostrarles cómo la responsabilidad por la salud emocional de otros también es algo que nos debe interesar y parte de nuestra responsabilidad colectiva, de modo que se logren interesar con razones claras por apoyar emocionalmente a otras personas para que tomen decisiones a favor y no en contra de su bienestar emocional.
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