Para algunos expertos, la prensa sobredimensionó el fenómeno.
Ha sido motivo de numerosos artículos, debates y entrevistas a expertos el denominado juego de la Ballena Azul.
Se trata de un juego originado en Rusia, donde se les ordena a los participantes realizar 50 retos para poder avanzar, y aunque el premio final no es claro, los jóvenes son influenciados fácilmente por los “curadores” de la dinámica para realizarlo.
Las pruebas que conforman el juego van desde ver películas de terror, permanecer despiertos varios días, hasta lastimarse físicamente dibujando una ballena en la piel. La última etapa incluye pruebas tan arriesgadas, que llevarían a los participantes al suicidio.
La masificación del juego tuvo como punto de partida la red social Vkontakte, muy popular en Rusia. Pero ha migrado a otras plataformas y aplicaciones de mensajería como Whatsapp y principalmente grupos privados de Facebook.
¿Cobertura exagerada?
Las cifras respecto al número de jóvenes que han perdido la vida por culpa del juego no son del todo claras. De acuerdo a algunas fuentes, en Rusia un total de 130 adolescentes han perecido por practicar los retos que conforman el juego de la Ballena Azul, mientras que en países como Colombia las autoridades investigan si la muerte reciente de tres menores de edad tiene alguna relación con este fenómeno.
Para el periodista Mauricio Jaramillo, fundador de Impacto TIC y Hangouts de Periodismo, la cobertura que los principales medios del mundo le han dado al tema ha exagerado el problema, dándole al juego una publicidad gratuita que está generando efectos nocivos.
“La publicación distorsionada y exagerada de un hecho real, más uso inapropiado de lenguaje y descripción detallada de los retos están produciendo resultados preocupantes”, afirma Jaramillo resaltando que “según la Dijin (Dirección de Investigación Criminal e Interpol), los grupos cerrados de la Ballena Azul en Facebook pasaron de tener entre 20 y 70 miembros a más de 3.000 o 4.000. Esto, sin contar con la aparición de muchos más grupos que aprovecharon la popularidad gratuita que les dieron los medios”.
Jaramillo participó junto a otros expertos en comunicación digital en un debate sobre la Ballena Azul que tuvo lugar en el programa radial Hora 20 de Caracol Radio. En el espacio conducido por la periodista Diana Calderón, los panelistas llamaron la atención respecto a la necesidad de que los periodistas pensemos mejor el lenguaje que usamos, teniendo en cuenta el enfoque –de promoción de estos ‘juegos’, por ejemplo, en lugar de prevención– y las consecuencias que un titular llamativo o la descripción detallada de un reto –o de 50 retos– pueda generar.
Cuidado al hablar de suicidio
Como lo hemos advertido en este blog, el suicidio debe tener un tratamiento especialmente cuidadoso y responsable por parte de los medios de comunicación, ya que la exagerada difusión de historias de personas que se quitan la vida puede tener un efecto dominó.
El estudio 'Suicide and the news and information media', de Jane Pirkis y Warwick Blood, en su versión de 2010, analizó 97 estudios sobre el tema y encontró que la gran mayoría de ellos confirma la relación entre difusión en los medios e incremento en el número de suicidios.
Un artículo publicado por la Asociación Colombiana de Psiquiatría titulado “De ballenas azules y otras pirañas cibernéticas”, advirtió que “los adolescentes con pobres habilidades sociales y para relacionarse ‘persona a persona’, son más susceptibles de ser adictos a videojuegos o a las redes sociales y chats”, lo cual los hace más vulnerables.
Por lo tanto, los especialistas psiquiatría piden a los padres de familia estar al tanto de los signos de alarma comportamentales y emocionales, de niños y adolescentes, no solo frente a las pantallas y la navegación, sino a signos e indicios de trastornos que pueden desencadenar en suicidio.
Luz Elena Grisales, creadora de la Fundación Periodismo en Salud y del portal El Paciente Colombiano, coincide con Jaramillo al señalar que la cobertura dada al fenómeno de la Ballena Azul ha sido exagerada, opacando de esta manera otras problemáticas relacionadas con la salud pública a las que la prensa debería prestar mayor atención.
“Actualmente, el intento de suicidio y suicidio en indígenas no está determinado porque hayan jugado a la Ballena Azul. Las condiciones sociales, personales, el desplazamiento forzado, son tan solo una de las causas. Estos niños no juegan a la Ballena Azul”, afirma Grisales, añadiendo que para ella “el periodismo en salud debe ser menos mediático y más riguroso. Las amenazas siempre han existido. La tecnología llegó para quedarse. Lo que hay que hacer es regular su acceso”.
En ese sentido, Jaramillo también invita a los periodistas de salud a ser más cuidadosos cuando un asunto que involucre a la salud pública se ponga tan de moda. “Sé que no todo es culpa de los periodistas. Los dueños y directores de medios exigen tráfico y sintonía, y un tema como estos ‘no se podía desaprovechar’. Sin embargo, animo a los periodistas de salud, y a los que tienen que cubrir temas como este de la Ballena Azul, a que hagan su trabajo a conciencia y, si es necesario, a que den la batalla interna en sus medios para, al menos, reducir el daño”, concluye.
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