No vamos a discutir si Renée Zellweger es noticia o no. Lo es, claro que sí. Y los cambios estéticos en su rostro no podían pasar inadvertidos por una prensa hambrienta de notas que huelen a virales de lejos. Además, ya a estas alturas, Renée -perdón, la cara de Renée- es un meme.
Es una celebridad, su película “El diario de Bridget Jones” se estrenó en 2001, pero todavía es vista y recomendada por muchos (no me incluyo) y muchos la aman, aunque ahora estén preguntándose por qué el tiempo fue implacable con ella. ¿Implacable? El mundo no habitado por las celebridades -o sea, el nuestro- no perdona el envejecimiento natural de sus estrellas y tampoco los retoques, buenos o malos, de las mismas. Es como si los quisiéramos perfectos, bellos y radiantes para siempre.
Este caso como tantos otros nos pone a pensar sobre cómo cubrimos un hecho aparentemente light. Lo que parece light en realidad no es light si nos ponemos a pensar en las angustias, depresiones y crisis que genera la vejez o la distancia entre lo real y lo supuestamente perfecto en el ser humano. Los medios, como la publicidad, alimentan modelos y estereotipos que cada vez golpean más en la autoestima de la audiencia.
No hay que tener 17 años y ser presuntamente inmaduro e inseguro para resultar afectado. A los 40, como a los 17, puedes plantearte el gran tema de cómo luces, y quedar derrumbado al leer las percepciones del mundo.
Seleccioné 10 titulares que nos deberían llevar a pensar qué estamos haciendo mal:
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La difusión de memes por parte de los medios de comunicación ya es parte de la rutina periodística como hemos analizado en este mismo espacio. Sin embargo, me sigo preguntando si al difundir imágenes de humor cruel sobre el aspecto físico de esta mujer estamos alentando un bullying que va más allá de Renée Zellweger. Temo que este bullying golpea a las mujeres de la generación de la actriz, a las que no se sienten contentas con su aspecto físico, a las que se hicieron un ‘retoque’ y no quedaron contentas, a las que jamás se sintieron aceptadas, a las que no se sienten bellas.
Podría continuar esta lista hasta llegar al punto de que es una noticia más y encima de farándula. Sin embargo, el efecto Renée Zellweger trasciende el mundillo de Hollywood y toca fibras sensibles que el periodista recopilador de memes o el editor web que escribe “desastre quirúrgico” parecen ignorar olvidando que el periodismo también puede ir más allá del escandalete y ‘el antes y el después’. Para abordar esta noticia desde otros ángulos no hay que ser muy creativos: los efectos del bótox o los lugares donde se aplica (en cada uno de nuestros países sabemos que hay sitios confiables y otros para temer) generarían una buena nota. Pero ya sabemos qué prácticas se imponen, cuáles dan más tráfico y cómo cuesta hacer un periodismo con un poquito de dedicación.
Por lo demás, ya saben que Renée Zellweger está feliz con su apariencia y ha cuadrado muy bien a todos los se ocuparon de describir el ‘horror’.