Tres retos éticos para el periodismo iberoamericano en 2020
23 de Enero de 2020

Tres retos éticos para el periodismo iberoamericano en 2020

Isabela Ponce, Miquel Molina y Mónica González, en conversación con Sandra Borda, ofrecieron algunas ideas para abordar estos desafíos.
Isabela Ponce (Ecuador) y Miquel Molina (España). Foto: Daniel Gómez / Fundación Gabo.
Marcela Madrid Vergara

Como parte de la Jornada de ética periodística, organizada por la Fundación Gabo y la Universidad de Los Andes el pasado 21 de enero, algunos líderes de redacciones de Iberoamérica conversaron sobre los retos del periodismo en estos tiempos de despertar ciudadano. 

El tema que convocó a Isabela Ponce, cofundadora del portal GK de Ecuador; Miquel Molina, director adjunto del diario La Vanguardia de Barcelona; y Mónica González, consejera de la Fundación Gabo y fundadora del Ciper de Chile, fue la cobertura de la protesta social. Sin embargo, el diálogo –que moderó la analista colombiana Sandra Borda– se amplió hacia las coberturas de la década, como las elecciones en Estados Unidos o el abordaje de la desigualdad. 

Estos fueron los tres retos que, según los panelistas, vienen para el periodismo iberoamericano a partir de 2020 y algunas ideas para abordarlos: 

1. Conectar con la sociedad y con la audiencia

Para Miquel Molina, el periodismo no ha dado la talla en el cubrimiento del estallido social que vive Iberoamérica. Su explicación es que “estamos desconectados de la gente joven, de sus lenguajes y de sus formatos” y no hay excusa para seguir así. Un ejemplo de ello es el podcast del New York Times –un medio originalmente producido en papel y para audiencias adultas– con grupos de jóvenes.

Sandra Borda sostiene que esa desconexión se agrava cuando los medios deciden omitir las voces de quienes piensan distinto. El caso de Estados Unidos en la campaña presidencial de 2016 es el ejemplo perfecto: “Los conservadores empezaron a ver a la mayoría de los medios y a la academia como un grupo de liberales en quienes no confiaban. Eso terminó confirmándose cuando esos medios se casaron abiertamente con la candidatura de Hillary Clinton”. Y así, esas voces conservadoras que los medios creían minoritarias terminaron decidiendo la elección. 

2. Combatir la desinformación 

Los cuatro panelistas coincidieron en que las noticias falsas han sido uno de los principales desafíos para informar sobre las protestas con rigor y profundidad. En el caso de las manifestaciones en Ecuador, “mucha información fluía en las redes como verdad y eran rumores. Nuestro reto era ser lo más cercanos a lo que ocurría sin caer en las mentiras”, contó Isabela Ponce.

Para Mónica González, este es un reto que se extiende a coberturas de todos los ámbitos, desde las elecciones de EE.UU hasta el cambio climático. Planteó una propuesta para hacerle frente a este desafío: identificar quiénes están siendo financiados o comprados por los intereses de empresas privadas. Lo explicó a través del caso de Exxon –una de las cinco empresas más poderosas del mundo– y todo lo que gastan en lobby (incluyendo informes sesgados sobre cambio climático) para impedir que se aprueben leyes que los obliguen a reducir sus emisiones de carbono.

Y aclaró que esa cooptación también puede llegar a aquellos en quienes los periodistas más  suelen confiar: las ONG, los sindicatos y las organizaciones campesinas e indígenas. “La Ley de pesca en Chile es prueba de ello: no solo los políticos, también los sindicalistas aceptaron coimas para defender los intereses de la industria pesquera”.

Ante esto, Miquel Molina planteó la necesidad de “emplear tanta energía y empeño en desmontar las noticias falsas como los que toma crearlas”. Un ejemplo de ello son los departamentos de fact-checking: “durante las protestas en Cataluña nos dedicamos a recoger noticias que parecían bulos y revisarlas”. 

3. Recuperar la credibilidad

Al cierre del panel, Sandra Borda planteó algunas preguntas difíciles para enfrentar la crisis de credibilidad de los medios: ¿Es suficiente hacer buen periodismo? ¿Qué nos inventamos para convencer a la gente de que el periodismo es necesario para la democracia? ¿Terminarán los medios marginados frente a las redes y los influencers? 

Para Miquel, la respuesta está en volver a la base del oficio: “Lograr que se recupere, más allá de la fascinación por la tecnología, el gusto por conseguir información que no quieren darte hasta llegar a las las grandes historias”.

Isabela tiene una visión más optimista y no piensa que todo esté perdido: “Creo que todavía hay un público que sigue creyendo, informándose y que sigue suscrito al periódico de siempre. El buen periodismo no depende del formato”.

Para Mónica, el consejo es simple y consiste en dejar atrás el ego: “Me gustaría que no escribamos tantos libros, que nos despojemos de intentar ser famosos y nos dediquemos a recuperar la credibilidad”. 

 

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