¿El crédito que un medio le da al periodista puede equivaler a una paga? ¿Se puede equiparar a la calidad informativa que el periodista ofrece? ¿Reemplaza a la paga durante el período de prueba del periodista? El tema puede ser examinado desde el punto de vista del derecho laboral, o desde la perspectiva ética, que es la que corresponde a este espacio.
De la misma manera que un medio está obligado a obtener una sólida financiación para prevenir algunos de los riesgos para su independencia. El periodista está en la obligación de defender un salario decente para evitarle peligros a su independencia. Aceptar por toda paga el crédito, es una forma de regalar el trabajo y de someter la propia independencia a las presiones de quienes por dinero, pretenden comprar la lealtad del periodista.
Un periodista defiende un salario decente porque sabe que así protege su independencia, necesaria para ofrecer a los lectores una información libre. Los trucos de los empresarios que pagan mal a sus periodistas � salario integral (o sea sin prestaciones) pago por nota, o equiparar el valor de un crédito al de un salario,- son engaños que en último término van en perjuicio de los lectores y de la sociedad.
El lector, que tiene el derecho a recibir una información de calidad, tendrá como consecuencia de la aplicación de ese mecanismo tramposo una información de baja calidad. La buena información cuesta y la parte principal de su costo es el pago a la dedicación completa de personas capacitadas.
La sociedad, por su parte, recibe el perjuicio, que afecta al sistema democrático puesto que una población mal informada es población manipulable. Es un lugar común y tan verdadero como un axioma, que no puede haber democracia con ciudadanos mal informados.
Lo de pagar con el crédito al periodista o al practicante, no solo es un recurso tramposo, es el primer eslabón de una cadena: empresario tramposo�periodista mal pagado�sociedad manipulada- democracia débil o en peligro. Visualizado así, el problema del empresario ladrón es que se convierte en un peligro social, por ladrón, desde luego, pero además porque atenta contra un derecho fundamental en las democracias: el de recibir información de buena calidad.
Documentación.
Para que la información política sirva de base a una opinión pública activa y sofisticada se requiere mucho más que un volumen abundante de mensajes.
Se requiere que sea producida sin cortapisas de ninguna naturaleza, por tanto, sin censura previa de autoridad ni menoscabo del derecho de informar. Las barreras que se peden erigir para impedir o restringir la información libre son múltiples e insidiosas: la razón de Estado y sus secretos, el desprestigio sistemático de las opiniones minoritarias, una excesiva concentración de los medios, ciertas pautas culturales que limitan el campo de lo decible e informable, intereses corporativos, etc.
� Se requiere asegurar la calidad de la comunicación política, asunto que toca directamente a los profesionales que trabajan en los diferentes medios de información. Una información de mala calidad crea una opinión pública mal informada y reduce la relación entre gobernantes y gobernados a un mero juego, sin incidencia en el curso de las políticas.
José Joaquín Brunner.
Comunicación política en la sociedad democrática. En Contribuciones,. 2 de 1996. Fundación Konrad Adenauer. P. 11.