Por qué en los noticieros les permiten a los delincuentes taparse la cara ¿Se favorece así la impunidad? ¿Qué tan ético es preguntar al entrevistado sólo lo que este quiere y nada más, por mantener la cordialidad con la fuente?
Respuesta: Cubrirse o descubrir el rostro es un derecho del delincuente, que ninguna ley penal desconoce o atenúa. La impunidad, por otra parte, no tiene que ver con la aparición u ocultamiento del rostro de un acusado sino con la imposición de una pena o con la imposición de una pena injusta por lo leve, o sin proporción con el delito. Lo ético en estos casos tiene que ver con el respeto de los derechos del acusado a un juicio justo, no interferido por la publicidad, y a que su intimidad no sea invadida por la curiosidad. En cuanto a la relación con la fuente, los códigos señalan que debe estar guiada por el objetivo de servir al receptor de la información. El interés del lector es lo único que debe contar en la entrevista. Los intereses de la fuente, los del propio periodista o de su medio, están subordinados al servicio que se le debe prestar al lector.
Referencia Bibliográfica
Una regla fundamental del periodismo es ser independiente respecto de aquellos sobre los que se informa. Un periodista les debe lealtad a sus lectores y a nadie más. Ni siquiera al dueño del medio que le paga. Sin embargo los estudios confirman que los periodistas inconsciente o deliberadamente terminan escribiendo con mucha frecuencia para sus fuentes. "La imparcialidad significa que el periodista es fiel a los hechos y a la comprensión que el ciudadano pueda tener de ellos" afirman Kovach y Rosenstiel en Los elementos del periodismo. La imparcialidad nunca es frente a las fuentes para que ninguna se sienta agraviada. Es más, las personas consultadas por un periodismo independiente suelen quedar ligeramente ofendidas porque su punto de vista no dominó la historia. Hay ciertas cosas que vulneran la independencia del periodista: Trabajar para una fuente. La baja remuneración de los periodistas los obliga con frecuencia a buscar un segundo empleo. Este segundo empleador no debe ser fuente habitual del periodista. Tener demasiada intimidad con la fuente. Esto arriesga la independencia. Ya sea porque se ha creado una química especial y una identidad de valores entre la fuente y el reportero, o porque una relación cómoda les resulta a ambos útil. Tener una relación extra profesional con la fuente: a veces el periodista termina enamorándose de alguna fuente. Es conveniente contarle al editor sobre esta relación extralaboral para que lo cambie de fuente o ejerza una edición más cuidadosa de los textos. Hacerle favores a la fuente. A veces miembros de los organismos de seguridad le proponen a los periodistas servir de informantes o suministrar inteligencia para ellos. Sobra decir que cualquiera de estos favores supone un riesgo grande para la seguridad del periodista y no es ético. Convencer a la fuente de que uno está de acuerdo con ella. Es indispensable que el reportero sea claro con la fuente desde un principio, que su compromiso está en la búsqueda de la verdad y con las instituciones democráticas y que desaprueba las actividades ilegales. Juanita León La relación entre los periodistas y las fuentes. Proyecto Antonio Nariño, Bogotá 2004. pp 15 y 16.