¿Es ético acompañar como periodista a una patrulla de la policía para hacer un reportaje sobre la violencia? ¿Hasta qué punto se puede utilizar transporte de las instituciones para el trabajo periodístico?
Respuesta: La clave se puede encontrar cuando se precisa cuál es la fuente en cada caso. Cualquier favor o ventaja que proceda de la fuente condiciona la información. Surge, pues, una primera regla: de la fuente no se pueden recibir a la vez informaciones y favores. Ni la información se puede recibir como un favor. En el caso propuesto –un informe sobre la violencia- la fuente son los hechos de violencia, las víctimas y las autoridades que intervienen. Si no hay otro modo posible de desplazamiento hasta el lugar de los hechos, el periodista obra prudentemente si tiene en cuenta, para anularlo, el potencial de dependencia a que se expone. Es una práctica prudente la de dejar en manos de otro periodista, o de un equipo de redacción, el material obtenido con esta clase de ayuda de las fuentes, vg. El transporte o la ubicación de testigos. Ese grupo editor y redactor está en condiciones de actuar lejos de la influencia y dependencia de las fuentes que han brindado la ayuda. Resulta evidente, en consecuencia, que el mayor cuidado del periodista se debe concentrar en la defensa de su independencia, que le concierne a él mismo, en primer lugar... lo demás viene por añadidura.
Referencia Bibliográfica
Consejos: La gente casi siempre tiene un interés personal para hablar con los periodistas: un afán del ego por figurar, hasta un interés en manipular una historia para sacar adelante un proyecto o un negocio. En realidad no importa. Lo importante es ser muy consciente de cuál es la agenda del otro para así sopesar la credibilidad de la información. Los periodistas suelen desdeñar las fuentes escritas: estudios, investigaciones judiciales, publicaciones especializadas. Es bueno superar la pereza que provoca la lectura de esos documentos. Normalmente contienen información valiosa. Muchos artículos o notas de televisión se basan enteramente en opiniones, en detrimento de la información verificable. En cambio de explicar a ciencia cierta qué sucedió en una operación militad se cita qué opinión tienen los expertos, los ministros o los generales del operativo. Es mejor privilegiar la descripción de los hechos y dejar que los lectores se formen su opinión. A los medios les encanta la polémica. Por eso existe la tendencia a entrevistar fuentes con opiniones extremas y a dejar de lado las voces más centradas. Esto no presta un servicio al público pues excluye a la mayoría de ciudadanos normalmente ubicados en la mitad. Es preciso tener en cuenta esto a la hora de escoger las fuentes. En el cubrimiento de un conflicto armado, el ejército da una información contraria a la de los grupos armados ilegales. ¿A quién creerle? Existen otras fuentes: llamar a Medicina Legal, si se trata de número de muertos, o a la Procuraduría, o a la Fiscalía, encargados del levantamiento de cadáveres. También consultar a soldados que hayan participado en la operación. No hablarán on the record, pero les interesará hablar de sus compañeros muertos. Juanita León. La Relación entre los periodistas y sus fuentes. Proyecto Antonio Nariño, Bogotá, 2004. p. 11.