¿Cuáles son las bases o principios éticos para escribir un editorial?
Respuesta: Un editorial es la opinión de un periódico, por tanto valen para él los principios y normas que orientan a los autores de columnas de opinión para escribir las mejores e sus columnas. Desde el punto de vista ético una columna editorial es, ante todo, un servicio del periódico al lector. Es una característica que descarta el uso del editorial como instrumento de poder, o de servicio a intereses particulares El servicio al lector consiste en el acompañamiento del editorialista a los lectores en su búsqueda de la verdad de los hechos. Quien opina es alguien que busca la verdad de lo sucedido, de una idea, de un personaje, de una postura política o religiosa. Lejos de cualquier posición dogmática, la opinión deja abierta la posibilidad de un diálogo con otras opiniones y corrientes del pensamiento. La columna editorial, en consecuencia, además de tolerante, hace parte de un proceso de búsqueda común de la verdad Como cualquier redactor de noticias, el editorialista debe respetar la verdad de los hechos. Una columna editorial se fundamenta en hechos que, interpretados, son la materia prima de la opinión. Las mismas normas que definen y estimulan la objetividad del periodista, son las que rigen para el columnista. Una antigua sentencia periodística dice que la opinión es libre, pero los hechos son sagrados, de modo que en una columna se pueden encontrar lo libre y lo sagrado o intangible. La mejor columna editorial es la que logra ese equilibrio entre la libertad de la opinión y la intangibilidad de los hechos, porque así se les presta a los lectores el más deseable de los servicios: abrirles el camino para la comprensión inteligente de lo que sucede y entregarles elementos para la búsqueda de la verdad de cada día.
Documentación
El desarrollo de una democracia como “gobierno de lo público en público” y una opinión pública que discute y critica, implica la existencia de un ciudadano calificado para participar en el proceso deliberativo. Por lo tanto es necesaria la existencia de una ciudadanía fuerte y consolidada. Quien conozca y exija el respeto de sus derechos y haga efectivas sus obligaciones. Si este presupuesto no se cumple, la población verá disminuida su capacidad de participación en el debato de “lo público en público” no participará de su vida política porque no la entenderá, los que participan de la vida política comprenden los reclamos ciudadanos y, por supuesto, la esfera de lo público se convertirá así en una herramienta de oposición al Estado, antes que en un espacio de confluencia con él. Los esfuerzos dirigidos a construir una ciudadanía empoderada, capacitada, con sentido de corresponsabilidad, autonomía y determinación para participar en mecanismos y procesos de toma de decisiones, dan cuenta de que la satisfacción de los derechos ciudadanos (libertad personal, de pensamiento, de expresión, igualdad ante la ley y derecho a la propiedad, etc.) y políticos, (elegir y ser elegido) no bastan para la construcción de una ciudadanía. Marisol Castañeda. Política de los medios para una democracia deliberativa. En Comunicación y Política, Centro de Producción Calandria. Lima 2005. P. 285