Si entrevistamos en la clandestiidad a un prófugo de la justicia, vinculado con un grupo armado de izquierda que en este momento retiene secuestrada a una persona, ¿es ético publicar la entrevista? Si la publicásemos, en qué condiciones debemos hacerlo: íntegra o parcialmente?
Respuesta: Los periodistas que entrevistan secuestradores o terroristas, deben ser conscientes de los riesgos que corren con esta clase de materiales informativos: La muy fuerte tentación de convertirlo en material sensacionalista.. Si el principal objetivo de la entrevista es ganarle a la competencia, ganar lectores o prestigio, o aumentar las ventas, se habrá comenzado de modo equivocado. Una entrevista de esta clase solo se justifica si tiene como objetivo el servicio al lector y a la sociedad.El otro riesgo es que el periodista y el medio sean utilizados por el entrevistado. Esto ocurre cuando el secuestrador legitima su acción con razones como la causa revolucionaria, la lucha contra la pobreza, el castigo a la oligarquía, etc, y no hay voz que equilibre la información También puede suceder que el entrevistado aproveche la ocasión y el medio para difundir consignas que convierten al secuestro en un acto político, o para amenazar a los receptores de la información. En esos casos el periodista y su medio pueden transformasrse en tribuna de delincuentes.También se corre el peligro de banalizar el delito cuando se deja entender que es un hecho más dentro de la corriente de noticias diarias, o que es un episodio explicable dentro del contexto social, o que es un hecho curioso entre los muchos que se convierten en noticias. La forma correcta de manejar esta información se descubre a la luz de un propósito: ayudar a las víctimas y a sus familiares, y aportar a la sociedad la información necesaria para que el hecho no se repita y los delincuentes sean sancionados. Se descarta, por tanto, el aprovechamiento comercial de esta información, y se entiende que el entrevistado no será la única fuente, ni la suya será la última palabra sobre los hechos. Debe quedar en evidencia y sin lugar a dudas, el rechazo del periodista y del medio al secuestro en todas sus formas, pero especialmente cuando se utiliza como arma política o de extorsión.
Documentación
Los informadores proporcionan una plataforma desde la que expresar ideas extremistas que provocan violencia y socavan la autoridad del Estado. La descripción de actos terroristas espectaculares produce un efecto contagioso que aumenta la posibilidad de que otros grupos o individuos emulen la violencia de que se da noticia. La información de un incidente en curso resta efectividad a las operaciones policiales y puede poner en peligro las vidas de los rehenes y de la policía. La información de un incidente en curso puede someter a una inapropiada presión a las autoridades, que limita su capacidad para tomar decisiones. El gran número de periodistas y la extensión con que se informa de un acto terrorista refuerza el sentido de poder del terrorista y sobre todo, en el caso de terroristas insanos puede contribuir a prolongar mucho el incidente o a aumentar la gravedad de sus consecuencias. En relación con el efecto contagioso, se aduce que un excesivo detalle de las operaciones terroristas y antiterroristas proporciona a otros grupos extremistas una información táctica y estratégica y un conocimiento técnico que dificultan aún más la resolución de futuros incidentes terroristas. La información instantánea de incidentes terroristas y la existencia de ciertas prácticas de recogida de noticias ( como contactos telefónicos en curso de un incidente) convierten a los periodistas en participantes de un acto terrorista en lugar de observadores del mismo y reducen la facultad de los medios de comunicación para informar con objetividad. Grant Wardlaw. Terrorismo político, Madrid 1986, pp. 145-146.