¿Qué hacer desde la academia y desde los medios comunitarios sobre la publicación de fotos atroces y sanguinarias en los periódicos? R.- La publicación de fotos o videos truculentos para aumentar la circulación o la sintonía es un efecto de la transformación de la noticia en mercancía.
El mercader transforma todo lo que toca en negocio y lleva a todas partes su lógica comercial y de lucro. Si ese mercader llega a un centro hospitalario, la salud humana se manejará como una mercancía; lo mismo sucederá cuando el abogado es mercader. La justicia se comprará y venderá como una mercancía; y pasa cuando la actividad periodística se maneja como un negocio: las noticias se vuelven mercancías que se compran y se venden, y se manipulan de acuerdo con las leyes del mercado y no con las de un servicio público.
Cuando es un periodista profesional, con conciencia de servidor público, quien tiene que decidir sobre la fotografía truculenta, desaparecen las consideraciones del mercader que aconsejan desplegarla para atraer lectores o televidentes y lograr una circulación amplia. En vez de esa idea de vendedor de carne o de empanadas, se impone la del líder social que maneja el producto informativo pensando en el mayor beneficio social. Entonces la foto se publicará con el tamaño, en el lugar y con la información agregada que sean necesarios para obtener un efecto pedagógico, o de llamado a la conciencia, o de estímulo para participar en actividades dirigidas a que la atrocidad no se repita, o de consideración para con los familiares y amigos de la víctima, o para convocar la solidaridad de la sociedad con las víctimas.
Como se ve el mercader solo piensa en sí mismo y en su ganancia; el profesional periodista tiene en cuenta a toda la sociedad y los múltiples efectos positivos que se siguen de la publicación.
Esto es lo que debe entender el estudiante en la universidad, como parte de su preparación para la tarea editorial, y lo que debe llegar a sentir el receptor de noticias, capaz de distinguir entre productos informativos de modo que tenga criterios claros para rechazar el negocio de los mercaderes, o para privilegiar la información que le ofrece el periodista profesional.
Documentación
En la ficción las personas de gran poder pueden actuar fuera de los patrones aceptados por la sociedad, siempre que lo hagan por una causa buena. Se puede mostrar a los criminales como seres poderosos, inteligentes y atractivos, siempre que al final, la justicia los pesque. Se puede transformar en guión todo tipo de ideas sexuales y violentas siempre que se diga al final que todo es un error, que no sucedió.
Lo más fascinante de todas esas formas de deshonestidad es cómo los códigos obligan y los productores crean espectáculos que son morales en las cosas pequeñas, excepto el crimen, la crueldad y la violencia. Observan la letra del código pero no su espíritu.
¿Entonces, el código contesta el fuego? Es muy difícil encontrar una relación causal entre los medios masivos de comunicación y el comportamiento delictivo. La mayoría de las investigaciones dan resultados contradictorios, y sin embargo cuando las audiencias presencian o leen obras de ficción popular, sus expectativas son diferentes de las que tienen ante las noticias vespertinas o una escena callejera. Cuando se trata de ficción, las audiencias suspenden sus facultades críticas. Sienten en vez de pensar acerca de lo que reciben y se identifican con los personajes.
La gente acepta ciertos consejos provenientes de los medios de entretenimiento tales como la ayuda de las telenovelas y fuentes similares. También imitan a los personajes con los que se identifican. Luego de analizar los resultados de 23 estudios sobre la violencia televisada, el U.S.Surgeon General informó: “ el impresionante consenso y la unánime opinión del informe de los comités de asesoría científica, indican que la violencia televisada tiene, realmente, un efecto adverso sobre ciertos miembros de nuestra sociedad.”
Para cuando se gradúa de la preparatoria el joven medio de 17 años ha visto 350.000 comerciales y 18.000 asesinatos en televisión. Gran parte del sexo y la violencia resultan de una imaginación débil y no de una creatividad artística.
Rivers y Matthews en La ética en los medios. Gernika, México, 1998. Pp 324, 325.
Consultorio Ético de la Fundación Gabo
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