Suponga usted que entre las informaciones sobre esta última intifada que ha enfrentado otra vez a palestinos e israelíes le llega la foto del cadáver destrozado del palestino que dio lugar al estallido de violencia de estos días. La foto es de un hecho que ya pasó; no permite identificación alguna del muerto y tiene un valor histórico. ¿Es ético publicarla? R.- Hay conclusiones claras que han resultado de los muchos debates sobre este tema:
a) Toda fotografía es publicable.
b) El problema ético comienza en el cómo y el para qué de la publicación.
El cómo tiene que ver con la edición, con el titular, con el pie de foto, con el texto de la información que acompaña a la foto, con el lugar que tendrá en el periódico o en el noticiero de televisión.
Ese cómo está determinado, a su vez, por el para qué.
Si la foto del cadáver solo busca responder a la curiosidad de los lectores, obviamente es incorrecto publicarla: viola la intimidad de la víctima y de sus allegados, atenta contra su dignidad, es insensible y ofensiva para el dolor ajeno.
Si la foto se publica en condiciones técnicas: edición, contexto o textos que la convierten en denuncia, o en pieza pedagógica, o en motivo de reflexión, o en reclamo de solidaridad, o en homenaje a la víctima y apoyo para sus familiares, el lector descubre una nueva y positiva información.
Como se ve una foto puede ser manipulada con objetivos innobles: aumentar la circulación, obtener dinero, hacer burla u ofensa a las víctimas, provocar sufrimiento. Es la transformación de un ser humano y de su sufrimiento en un medio para un fin egoísta y ruin.
Si la foto dignifica, consuela, es llamado a la solidaridad, o es rechazo de la violencia, es una información que se le agrega a la información de base contenida en la imagen. La fotografía, en efecto, no es la información, muestra una parte de la realidad que se quiere informar. Su buen uso comienza cuando se descubre y se muestra esa parte escondida e implícita de la realidad que se asoma en la foto.
Documentación
Cuando los periódicos de Estados Unidos publicaron fotografías de las personas que se arrojaron desde lo alto el de los edificios en llamas, el once de septiembre, se produjeron reacciones como estas en los lectores y televidentes:
Es nauseabundo, ustedes no tienen sentimientos ni respeto por las familias que perdieron seres queridos, dijo un televidente.
Un reportero en cambio dijo: mi deber consiste en registrar la historia. En el momento de tomar una fotografía sólo pienso en obtener la mejor imagen posible. Un editor dijo: "este es el mundo real, nosotros no deberíamos resguardar de esto a nuestros lectores".
Abierta la discusión entre expertos, estas fueron sus opiniones. La investigadora española Ana Arizmendi dijo: la indefensión de las víctimas frente a la cámara es evidente. Su rostro, su tragedia y su degradación personal son expuestos al mundo a través de la prensa. Hay una desviación en la prensa que supone una concepción de la información sin sus notas esenciales y centrada exclusivamente en su capacidad de generar dinero. La información entonces es una actividad comercial más.
Agregó Arizmendi: "la imagen realiza las funciones de individualizar e identificar a la persona, pero para comprenderla como objeto de un derecho, debe intervenir además la mediación de un proceso de percepción de la imagen".
"En el centro de la discusión hay un conflicto entre dos derechos fundamentales: el derecho a la información y el derecho a la propia imagen".
Agregó la Dra. Arizmendi: "El interés informativo no es equivalente a la curiosidad del público, ni se puede medir con el criterio del número mayor o menor de ventas o de rating que provocan determinadas noticias".
Extracto de Cruda Moral, de Gerardo Albarrán de Alba en A. P.
Suponga usted que entre las informaciones sobre esta última intifada que ha enfrentado otra vez a palestinos e israelíes le llega la foto del cadáver destrozado del palestino que dio lugar al estallido de violencia de estos días. ¿Es ético publicarla?
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