En los últimos años los medios tradicionales están apostándole al periodismo espectáculo para sobrevivir. ¿Cuáles son los riesgos de esta clase de apuesta? Son dos los problemas que plantea esta pregunta:
1. El periodismo de espectáculo que, contra el sentir común, estrá llamado a cumplir un importante papel. Es un periodismo bisagra, que abre o cierra. Abre al mundo del espectáculo, a la levedad, a la comercialización, a la sordidez, o a la deshumanización; mientras cierra al proceso cultural, a la apreciación de la belleza, del ingenio, del arte de la humanización por la vía de la estética, de la imaginación creadora, de la recreación del mundo y de la vida humana, de la historia.
Cuando es un periodismo que se abre a las posibilidades y se cierra a la levedad, que ennoblece la profesión y eleva a los receptores de esta información.
2. El otro problema es el de los riesgos de la apuesta por el periodismo del espectáculo cuando este se entiende como levedad informativa. Un periodismo así puede garantizar un éxito económico inmediato, pero no una permanencia a mediano plazo. La competencia de medios como internet, que proporcionan sensaciones y entretenimiento, es fuerte y especializada, de modo que más temprano que tarde prevalecen sobre el entretenimiento de papel. Creer que con mayores dosis de espectáculo sobrevivirán los periódicos es exponerse a su envilecimiento y a su conversión en material desechable.
Es una apuesta que atrae por sus resultados inmediatos y porque es un periodismo fácil; pero no de permanencia ni de dignidad profesional.
Documentación.
Comunicación y mercado: su equilibrio en la empresa. Resulta evidente pues que la estructura empresarial y la presión del mercado ejercen una poderosa influencia sobre la actividad de los medios, que a menudo se ven envueltos en tensiones derivadas de exigencias contrapuestas entre si: las de obtener el mayor beneficio posible como empresas y las de prestar un servicio a la sociedad como medios de comunicación.
No cabe abordar hoy los problemas éticos del periodismo y la comunicación sin tener presentes estas tensiones1. Son precisamente los profesionales los que experimentan de manera más directa estas tensiones. Al fin y al cabo, se han formado y preparado para realizar un servicio a la sociedad guiado por determinados valores éticos: aquellos recogidos en sus códigos deontológicos. Al mismo tiempo son empleados que realizan una labor dentro de una organización guiada por criterios de gestión comercial.
Con frecuencia es en el profesional donde se produce el desgarro entre estas exigencias contrapuestas: El periodista existe en dos mundos: ella o él se incorporan a una práctica que se caracteriza por el compromiso de decir la verdad y al mismo tiempo se trata de un empleo en el que se trabaja por un sueldo y en el que se espera que produzca una historia del tipo requerido por su periódico, su revista o su emisora de televisión. La naturaleza de tales historias está determinada por un mercado hacia el que el periodista podría experimentar escasa simpatía [...] Estas dos demandas pueden entrar claramente en conflicto.
(O´Neill, 1992: 27-28) Aznar Hugo, Comunicación responsable, Ariel Comunicaciones, Barcelona, 1999, p. 66-67.