¿Cómo aportar una perspectiva positiva a la hora de informar sobre la violencia contra las mujeres y los crímenes de todo tipo?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Hay que dar voz a las mujeres, a los expertos, evitar el morbo. Dar información de servicio que permita a las mujeres anticiparse y denunciar. Y nunca tratar con benevolencia a los agresores. Y no dar estas informaciones como si fueran meros sucesos.
Respuesta de Álex Grijelmo
En esas informaciones hay un dato irrenunciable: el teléfono de los servicios sociales especializados en ayuda a las mujeres maltratadas. Se trata de explicar: esto es terrible, y sucede; pero hay soluciones para salir de ello. Esto puede salvar a muchas mujeres que leen esas noticias y se sienten identificadas como víctimas.
Envía aquí tus inquietudes sobre ética periodística.
Respuesta de Mónica González
La violencia contra las mujeres y los crímenes que bandas organizadas comenten contra la población, las que actúan con escaso o nulo control policial y de la autoridad, se han convertido en una gangrena que está erosionando la democracia y la fe pública y aumentando el temor de la población. Por ello, en ese contexto, es indispensable para los periodistas reflexionar sobre si es posible y ético seguir dando cuenta de muertes y más muertes sin entregar otros elementos. Es una disyuntiva urgente y necesaria. Un punto importante es mostrar la forma en que distintos países han avanzado en el combate de esta violencia al endurecer las penas de los llamados “femicidios”, por ejemplo. O cómo en determinadas poblaciones son las propias mujeres y la comunidad las que se organizan para defenderse.
Los estudios al respecto indican que el escenario óptimo para un macho violento es separar primero a la víctima de su entorno cercano, y atemorizarla al punto de que jamás hable con nadie de la violencia de la que es víctima. Mostrar ese punto, haciendo ver que es la condición primera y principal para que se ejerza violencia criminal impune contra las mujeres es un aporte real a que cientos de mujeres se atrevan a sacar la voz. Contar historias de mujeres que han decidido romper el silencio y denunciar violaciones, agresiones sexuales y golpizas, logrando al menos detener la violencia y el dolor y conseguir la sanción social para el agresor, es un camino.
Estamos construyendo desde el periodismo nuevas formas y formatos para poder aportar en esta batalla contra una forma de violencia contra las mujeres que por siglos ha sido silenciada. Y por ello es indispensable abrir los ojos y los poros para compartir experiencias y avanzar.
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Respuesta de Javier Darío Restrepo
Vale la pena tener en cuenta que una noticia es el relato de un hecho, y que este relato debe ajustarse, hasta donde sea posible, a la realidad de los hechos.
Todos los esfuerzos de los periodistas que quieran conocer y aplicar las mejores técnicas de una narración con calidad literaria y periodística, apuntan a ese objetivo: brindarle a la audiencia la oportunidad de acceder cabalmente a los hechos.
Se frustra ese propósito cuando, con el ánimo de atraer lectores impresionándolos y excitando sus sentidos, el periodista sólo destaca los detalles excitantes y deja en la sombra otros; o cuando describe unos hechos sin contexto que los explique; o cuando prescinde de esa otra parte de los hechos que son sus consecuencias; o cuando se limita a presentar y no tiene en cuenta otras miradas.
Sea la violencia contra las mujeres, o cualquiera otra clase de violencias; sea una catástrofe o una sesión del congreso o de algún concejo municipal, se trata de hechos que, además de un tratamiento narrativo, han de utilizarse con la intencionalidad de hacer mejor a la sociedad. La violencia contra la mujer, que se traduce en hechos criminales, no es otra historia, es la historia que, tal como se presenta, induce al lector al rechazo y la condena. Al mismo tiempo, inspira el pensamiento de que hechos así no deben suceder, reacciones propicias para la creación de una actitud colectiva de prevención de esos crímenes.
Como se observa, hay que ir más allá de contar una historia, se trata de activar el potencial pedagógico que contienen los hechos.