Contar el Caribe

23 de Noviembre de 2015

Contar el Caribe

Los talleristas de la Beca Gabriel García Márquez de periodismo cultural completan hoy una semana en el Caribe. Jonathan Levi y Héctor Feliciano han centrado esta edición de la Beca en la escritura de viajes enmarcada en la especialidad de periodismo cultural.

Los talleristas de la Beca Gabriel García Márquez de periodismo cultural completan hoy una semana en el Caribe. Jonathan Levi y Héctor Feliciano han centrado esta edición de la Beca en la escritura de viajes enmarcada en la especialidad de periodismo cultural. El taller, en sí mismo, ha transcurrido en una intensa travesía entre Cartagena y Santa Cruz de Mompox navegando por el río Magdalena. Y entre el fin de la temporada lluviosa y el comienzo del tiempo de sol y brisa al norte de Colombia. Las dos poblaciones, pero especialmente el Magdalena y, por supuesto, la lluvia y la canícula, son protagonistas en la obra del Nobel colombiano Gabriel García Márquez. 

El día 1 de la beca llovió copiosamente en Cartagena y el cielo nublado cubrió a los talleristas hasta el tercer día, cuando salió el sol y descubrieron los verdaderos colores de la ciudad. Cada uno ha vivido su Caribe particular, huyendo de los lugares comunes para encontrar las historias que interesan a la gente. Tal como decía Jonathan Levi, director de la Beca, junto a Héctor Feliciano, cuando empiezas a desplazarte en el espacio, inicia paralelamente un viaje interior. Junto a una reportería rigurosa, el periodista rebusca en sus experiencias para establecer puntos de comparación que le permitan dar con el adjetivo preciso para que el lector se suba con él al barco y viaje.

El periodista norteamericano Scott Wallace y el escritor y editor brasileño Paulo Roberto Pires han acompañado el largo viaje hacia Santa Cruz de Mompox. Cuatro horas por tierra hasta Magangué, hora y media en chalupa hasta el viejo puerto fluvial en la isla más grande del país, que nos recibió con un sol canicular. Es probable que la compleja geografía sea la responsable de la conservación de este pueblo. Sus calles, casas e iglesias han resistido las tendencias urbanísticas y arquitectónicas y hoy exhiben orgullosas enormes ventanales de hierro forjado, puertas de madera tallada y amplios espacios, coronados por techos  gigantes de madera.

A Wallace le interesa el viaje para conocer los escenarios pero sobre todo sus gentes. "Pero debe haber tensión", dice "vivimos en un mundo de conflicto y me interesa que eso se refleje en mi trabajo". Cerca de 20 momposinos atendieron la invitación de la FNPI a una charla con los maestros invitados en la Casa de la Cultura. En las esquinas y en las plazas celebran la inauguración del Puente de Santana, que facilitará la comunicación por tierra. Pero también hay preocupación por la posible llegada masiva de turistas, por la compra de esos 'tesoros para vivir' por parte de extranjeros a precios imposibles y el consecuente desplazamiento de los momposinos fuera del centro histórico, que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad. Hay experiencia, hay escenario, hay tensión. Los periodistas teclean sus historias en este momento

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