Hay que reconocer que la guerra contra las drogas ha fallado. La política prohibicionista no ha logrado grandes avances en su objetivo de lograr un mundo libre de drogas. Por el contrario, ha generado múltiples consecuencias negativas.
Paula Aguirre, coordinadora de la consultora en temas de derechos humanos Elementa, plantea que los medios de comunicación son fundamentales para generar conciencia sobre la necesidad de crear políticas orientadas a proteger los derechos humanos y la salud pública.
Los periodistas, por ende, tienen el reto de construir narrativas alrededor de las drogas que vayan más allá de la generalización y el estigma, señala Aguirre, una de las invitadas al primer ‘Encuentro sobre Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas’, realizado el 26 y 27 de febrero de 2020, en Bogotá, por iniciativa de la Fundación Gabo y Open Society Foundations (OSF).
Para la generación de historias innovadoras sobre drogas, Aguirre propone a los periodistas que se planteen algunas preguntas sobre el abordaje que prevén realizar:
- ¿Esta información ayuda a mantener el enfoque prohibicionista de las drogas?
- ¿Esta información permite debatir las medidas adoptadas en contra de las drogas y su efectividad?
- ¿Cómo haremos para que esta información circule y no se quede en los mismos círculos cerrados?
- ¿Cuál es la mejor forma de transmitir la información?
Apuesta por nuevas narrativas sobre drogas
Desintoxicar las narrativas sobre drogas es una de los desafíos que enfrentan los reporteros de cara a contribuir a la creación de políticas de drogas más humanas, que abarquen aristas como la salud y el consumo no problemático.
En este sentido, Aguirre compartió algunas pautas que ayudan a los periodistas en este fin:
1. Romper estigmas
Cambiar las narrativas sobre las drogas implica dejar de verlas solo como elementos de uso ilícito. No abrirse a verlas más allá de la criminalización es contribuir a mantener el modelo prohibicionista y los mitos que hay alrededor de estas.
Es necesario entender que existen diferentes tipos de drogas. Están las estimulantes, de las cuales forman parte elementos tan comunes en la cotidianidad como el café, el té, la nicotina, las bebidas energizantes y el azúcar, pero también la cocaína, el bazuco y la metanfetamina.
Por el lado de las depresoras están el alcohol, la heroína, el opio, la morfina y la metadona. En la clasificación de los alucinógenos están el el tetrahidrocannabinol (THC), la mescalina, el éxtasis, los hongos ‘mágicos’ y la dietilamida de ácido lisérgico (LSD). Y también están las antipsicóticas, en las que se ubica el CBD, uno de los componentes de la marihuana.
2. Ampliar las fuentes
Hay que entender que la política de drogas abarca muchas disciplinas y que los impactos están presentes en una amplia gama de áreas del conocimiento. Los periodistas no pueden ignorar este aspecto si se quiere elevar la discusión sobre las drogas.
“Recomendamos acudir a la mayor variedad de fuentes posibles. También que se tomen términos en cuenta al momento de informar y que se pueda mostrar a la diversidad de disciplinas que permean el área de la política de drogas”, sugiere Aguirre.
3. Narrar los efectos de las políticas de drogas
La política de drogas, en su carácter guerrerista, ha tenido consecuencias negativas en la sociedad civil, sin generar resultados contundentes en relación a su efectividad. Por esta razón, se necesita hacer más reportajes enfocados a los impactos de las medidas en las poblaciones.
En Colombia, a través del Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos con glifosato, desde 1994 hasta 2015 se vulneraron derechos humanos asociados a la salud y a la seguridad alimentaria. Se han documentado consecuencias como abortos espontáneos, daños dermatológicos y desplazamientos de poblaciones vulnerables.
4. Tono realista
El mensaje de la prohibición ha permeado en diferentes sectores de la sociedad; por eso es importante informar desde un tono realista que incluya matices y grises. Esta es una estrategia clave para contribuir a resolver dudas y preocupaciones alrededor de las drogas, que se han insertado en diversas generaciones.
5. Usar el contexto
Partiendo del reconocimiento de que el narcotráfico, como derivado de la política prohibicionista, ha dejado profundas heridas en la sociedad, los medios de comunicación deben hacer uso de la memoria como elemento para difundir información más humana y completa. Contextualizar es clave para no olvidar las consecuencias.
Hay que integrar a la conversación pública los eslabones en la cadena de la producción de drogas, pese a que muchas veces la noticia se reduce a uno de ellos. Los periodistas deben ser conscientes de que un eslabón existe porque otros son transversales a este. Es algo que hay que contar en el contexto.
6. Cambiar el lenguaje
La política prohibicionista alrededor de las drogas ha contribuido a la utilización de un lenguaje que reproduce mensajes equivocados y genera discursos discriminatorios.
Algunas palabras que se deben cambiar:
- Sí: persona que usa droga o usuario de drogas. / No: marihuanero, drogo, desechable, loquito o vicioso.
- Sí: persona con consumo problemático, dependencia a las drogas o con un desorden de sustancias. / No: adicto o drogadicto.
- Sí: dependencia a las drogas o consumo problemático. / No: drogadicción.
- Sí: abstinencia o personas que ha dejado de usar drogas. / No: estar limpio.
- Sí: microtraficante. / No: jíbaro.
- Sí: drogas o sustancias psicoactivas. / No: estupefacientes, narcóticos o alucinógenos.
- Sí: cultivos de hoja de coca. / No: narcocultivos o cultivos de cocaína.
- Sí: población cultivadora, campesinos o cultivadores de hoja de coca. / No: narcotraficantes.
- Sí: mujeres microtraficantes. / No: mulas.
7. Cuidar el uso de imágenes
El uso de imágenes debe hacerse con responsabilidad. Hay casos en los que se está hablando de hoja de coca y se ilustra con la cocaína. Por esta razón es importante la coherencia entre lo que se quiere comunicar y las imágenes. Se recomienda no usar ilustraciones que contribuyan al estigma del uso de las drogas.
8. Pensar en las personas
La invitación de Paula Aguirre a los periodistas es a pensar las historias de forma más humana. Con el componente humano se puede demostrar que no todo consumo genera problemas y que hay consecuencias graves de la política prohibicionista, pero también se crea empatía, se contribuye al debate sin discriminación y se abren espacios para escuchar otras formas de tratar las drogas en las distintas sociedades.
Esta narrativa humana no puede hacerse sin tener como contexto el papel que juegan las políticas internacionales en la regulación de las drogas. Las organizaciones internacionales son las que marcan la ruta del debate a nivel nacional, incluso, son ellos los que definen qué drogas están prohibidas y cuáles son las estrategias para atacar la oferta y la demanda.
Sin embargo, también es importante citar bien la experiencia comparada. No se puede olvidar que cada contexto es diferente. Comparar Colombia con Holanda implica hacer diferencias sociales y económicas, pero se necesita saber qué estrategias están funcionando.
Sobre Paula Aguirre
Es coordinadora de la oficina de la consultora Elementa en Colombia. Es abogada con énfasis en la investigación de política de drogas, salud y derechos humanos, con más de cinco año de experiencia en este campo.
Sobre el Encuentro de investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas
El encuentro fue organizado por la Fundación Gabo y Open Society y se realizó en el marco del 'Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas', mediante el cual las dos instituciones entregaron becas a periodistas latinoamericanos, con el fin de apoyar investigaciones y coberturas que amplíen la mirada desde la que se aproximan a temas de drogas. La actividad contó con la participación de diez de los periodistas becarios.