Junto con diversos equipos y para medios como Reforma, El Universal, Animal Político y MVS Radio, Daniel Lizárraga ha sido, a lo largo de 25 años de carrera, el artífice de algunas de las investigaciones más logradas y con mayor repercusión del periodismo mexicano en las dos últimas décadas. Entre ellas se encuentra La casa blanca de Enrique Peña Nieto, con la que ganó el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo en 2015.
Lizárraga, quien es actualmente coordinador de la Unidad de Investigaciones Periodísticas en Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), conducirá junto a Tina Rosenberg, de Solutions Journalism Network, el taller Investigando problemas y soluciones, del 25 de febrero al 1 de marzo en la Antigua Guatemala .
En esta actividad gratuita, abierta para 16 periodistas de El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, Lizárraga y Rosenberg fortalecerán las habilidades de los participantes para planear y desarrollar reportajes investigativos de alto impacto en sus audiencias, aproximándose desde nuevos ángulos a la denuncia de las problemáticas más importantes de sus países y a la explicación y evaluación de sus posibles soluciones. Postula por uno de los cupos hasta el 11 de febrero.
Conoce a continuación diez elementos esenciales que, según Lizárraga debe tener una investigación periodística, los que compartió durante un taller que impartió en Bogotá en marzo de 2018:
1. Un elemento disparador
Existe siempre un un primer momento en el que una gran historia oculta se asoma como la cola de una rata. Ejemplo de esto fue el detonante de la investigación La casa blanca de Enrique Peña Nieto. Un miembro del equipo de Daniel Lizárraga encontró en una revista de variedades una entrevista con la primera dama sobre la casa en la que ella decía que iban a vivir tan pronto terminara el periodo presidencial. “Esta no es la casa de otras entrevistas. Está espectacular”, le dijo, tras hojear la publicación en la fila de un supermercado.
Esa banal entrevista fue el disparador de una ambiciosa investigación sobre la relación del presidente mexicano con un consorcio beneficiado con millonarios contratos durante su mandato. Pero para identificar lo que estaba oculto tras ese primer elemento, fue necesario antes descartar que la información en la entrevista fuera imprecisa o incluso totalmente falsa. “De ahí partimos: buscamos la dirección de la casa, que no aparecía en el artículo, luego fuimos a Registro Público a pedir los documentos y allí fue donde estalló la investigación”, dijo Lizárraga.
2. Una contrastación
Una vez se ha comprobado la veracidad del elemento disparador es crucial contrastar la forma en que se hicieron las cosas con el deber ser. Si ha habido o no irregularidades solo es posible definirlo por contraste con el conducto regular. Esa fue una lección que Alejandra Xanic, colega de Lizárraga, recibió por parte de The New York Times al comenzar su investigación acerca de una tienda de Walmart que había sido construida sobre terrenos arqueológicos, con la que ganó el Pulitzer en 2013. “Dame la ruta de cómo se hubieran tenido que tramitar los permisos si fueran legales”, le dijeron.
Este cotejo con el deber ser, dice Lizárraga, permite definir pautas de comportamiento y patrones que pueden replicarse en casos análogos, tal como en el caso de Odebrecht: los mismos procedimientos irregulares de Brasil fueron calcados en el resto del continente. Fue así como el equipo de Lizárraga participó en esta investigación transversal que analizó casos de corrupción protagonizados por la constructora y los gobiernos de varios países de Latinoamérica.
3. Un plan de investigación
No hay una investigación periodística exitosa si no está planeada, dice Lizárraga. El corazón de una historia siempre está detrás de una masa caótica de datos, que necesita primero una columna vertebral. Primero hay que entender lo que se está buscando, acceder a la mayor cantidad de información posible y darle sentido organizándola.
4. Un alcance
Es importante definir el alcance de cada investigación dependiendo de las condiciones, fuentes y datos disponibles. “Para ahorrar frustraciones, es conveniente partir con los pies en la tierra y saber hasta dónde podemos llegar”, explica Lizárraga. De acuerdo con un reconocimiento previo de las fuentes y datos a los que se puede acceder, el periodista define si se trata de una investigación de primer grado, en la cual la información está a la vista pero no se ha publicado, o de una investigación de segundo grado, en la que es necesario vencer resistencias personales e institucionales para revelar información desconocida.
5. Un trasfondo
Para Lizárraga, es fundamental que un equipo sepa enfocar la mirada en el complejo trasfondo detrás de su objeto de investigación. Él explica que mientras que las noticias con frecuencia se ocupan de las consecuencias visibles e inmediatas de algo, comúnmente no se accede a los hechos que se encuentran detrás por la complejidad que esto supone.
Lizárraga mantiene que el periodismo investigativo debería hacerse con un enfoque sistémico —desglosar todo en partes y luego establecer las relaciones entre ellas—, puesto que la corrupción también es sistémica. El periodismo debe fijarse en las redes de corrupción y no en los corruptos.
Aunque se cuente con fuertes indicios, afirmar que determinado político “estuvo involucrado en tales hechos” es una tentación muy riesgosa. En cambio, afirmar que “tales hechos ocurrieron durante su gobierno” resulta inequívoco y trasciende lo particular. Según Lizárraga, esa es la gran diferencia entre publicar una denuncia que genere un escándalo y haga rodar una cabeza, y apuntar a entender el problema en su complejidad.
6. Unas fuentes vivas
Las fuentes vivas son uno de los dos principales sustentos de una historia. El prolongado proceso de una investigación periodística permite recabar siempre en nuevas fuentes, aunque se haya recorrido un largo tramo de la reportería. Hay casos excepcionales como una investigación estancada, en las que se puede apelar al mínimo publicable para conseguir testimonios. “A veces para atraer a una fuente es necesario tentarla con un avance de la historia”, dice Lizárraga. “Ocho de cada diez veces que publicamos un avance aparece una nueva fuente. Cuando alguien se atreve a tocar a cierto tipo poderoso, ellos se animan a levantar la mano y decir ‘yo también sé algo’”.
7. Unas fuentes documentales
A pesar de la importancia de las fuentes vivas para abrir caminos, escarbar en las fuentes documentales suele ser el recurso más fértil para el periodismo de investigación. “Nos hemos acostumbrado a ser reporteros de escritorio. En ciertas investigaciones indispensable sumar el reportero tradicional con el reportero de registros públicos. Solo así es posible ir armando los vínculos y cerrar el rompecabezas. El acceso a la información puede ser el elemento disparador, la columna vertebral o la conclusión de la investigación. Depende de a dónde quieras llegar. Lo importante no es la información que te dan, sino la forma en que tú la utilizas”, apunta Lizárraga.
Esta es una serie de recomendaciones al momento de solicitar documentos e información pública:
- Haber avanzado en la investigación antes de hacer las solicitudes: saber qué vas a preguntar y cómo. “Si no es clara esta solicitud, te ponen a dar vueltas y te dan papeles que no son. Lo importante es hacer tiros de precisión”.
- Hacer la misma solicitud de información a dos o más instancias del Gobierno en los mismos términos y el mismo día, para poder contrastarlas.
- Hacer solicitudes para 'perder'; es decir, pedir información que sabes que no existe para confirmar que alguien miente u oculta algo al respecto.
- Revisar la legislación de acceso a la información de cada país. Si es una licitación, revisar la convocatoria.
8. Una revisión minuciosa
Un ejemplo de la clase de inspección que se le debe hacer a los documentos obtenidos es lo que recomienda Lizárraga con los contratos. Él aconseja detenerse en cada dato, cada firma, cada fecha y ver la letra pequeña, pues los contratos suelen estar cuidadosamente circunscritos dentro de lo 'legal'. “Quienes hacen las leyes las dejan suficientemente flojas para que cualquier cosa que encontremos sea ‘legal’”. Pero, lo más importante que subraya Lizárraga en este punto es que “los contratos son el cierre de un acto de corrupción y, en vista de que los corruptos saben que muchos ojos recaerán sobre ellos, los hacen con sumo cuidado. Por eso, mirar solo los contratos suele no ser suficiente; hay que remitirse a todo el proceso de administración pública de la contratación, tanto el antes como el después: ¿entregaron el servicio? ¿Cómo lo entregaron? ¿A quién se le pagó?”.
En el caso de las fuentes vivas, aunque Lizárraga recuerda la importancia de respetar las reservas de identidad de cada fuente, esta obligación ética no supone que las fuentes sean indefensas o desinteresadas. De hecho, el mismo Lizárraga invita a los reporteros a no ser ingenuos respecto a ellas. “Si alguien nos da información, esa persona tiene algún interés en darla. Por eso es necesario investigar también a las fuentes. ¿Por qué quiere esa persona que sepamos lo que nos va a revelar? Es importante diferenciar qué es una garganta profunda y qué es un informante. Es muy delicado recibir información sin conocer a la fuente y sus motivaciones”, afirma.
9. Una estructura
¿Cómo se le pone orden a toda esa suerte de datos, personajes, consecuencias y hechos que se hallan en una investigación? Lizárraga propone que, para sortear la complejidad de narrar una revelación principal y una serie de revelaciones secundarias que se desprenden de ella, primero se debe hacer una jerarquía rigurosa y, después, organizar todo en una línea de tiempo.
Dependiendo de la complejidad del caso, puede ser solo una línea o varias paralelas, cada una dedicada a uno de los elementos de la hipótesis. Además de alternar hechos, fuentes diversas, datos y distintas formas de presentar la información, Lizárraga propone variaciones mínimas en la línea de tiempo, en una especie de movimiento pendular. “Hay personas virtuosas para narrar. Los que no tenemos ese talento debemos ser muy organizados. Yo lo hago a través de líneas de tiempo”.
10. Un hilo conductor
Lizárraga es consciente de la preferencia de muchos periodistas por textos más literarios que plagados de datos, pero reconoce que ese potencial narrativo no depende únicamente de quienes investigan y escriben, sino que a veces radica en la naturaleza de cada caso. “No siempre encuentras una historia al interior de un tema de investigación. A veces no hay historia, solo hechos y consecuencias. Entonces se reúnen, se investigan a fondo y se estructuran esos hechos y consecuencias”, dice LIzárraga.
Para que la forma de presentación no sea plana, se usan recursos como puntos de contraste entre los hechos, cambios de escenarios o saltos entre escena, pero todo eso dentro del hilo conductor que es aquello que se ha descubierto y que está soportado en datos.
Sobre el taller Investigando problemas y soluciones
Es convocado por la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, con apoyo de Open Society Foundations. Se realizará en la en la Antigua Guatemala del 25 de febrero al 1 de marzo de 2019, con la participación de 16 periodistas de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y la dirección de Daniel Lizárraga y Tina Rosenberg.