La migración venezolana en América Latina es un fenómeno que cada vez se aborda con mayor fuerza en los medios de comunicación del continente por el impacto que ha tenido en diferentes aristas de la vida cotidiana y política de sus habitantes. Esta es la razón por la cual el periodismo ético y comprometido se pregunta también, con cada vez más fuerza, cuáles son los riesgos de esta cobertura y, además, cuáles son las diferentes maneras de contar esta historia.
Los venezolanos Luz Mely Reyes, periodista directora de Efecto Cocuyo y el sociólogo Tulio Hernández charlaron con las periodistas colombianas Ginna Morelo, directora de la Unidad de Datos de El Tiempo, y Estefanía Colmenares, directora del diario La Opinión de Cúcuta, sobre los escenarios que enfrentan sus colegas acerca de un fenómeno decisivo para el país que dejan los migrantes –en una condición casi de refugiados– y el país al que llegan. Este conversatorio, en compañía de Rodrigo Pardo, director del Grupo Semana, fue esclarecedor para los asistentes de la jornada pública del XVI Encuentro de Directores y Editores de Medios y Organizaciones de Periodismo de Colombia, organizado por la FNPI con el apoyo de Sura y Bancolombia.
“Para mirar desde el Estado de Colombia hay que entender que esta es la más grande, la más abrupta, la más acelerada y la más particular de todas las migraciones latinoamericanas desde que somos naciones independientes”. Así lo afirmó Tulio Hernández, quien explicó detalladamente las razones de su argumento a través de tres variables:
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La rapidez: Es cierto que a Venezuela hubo una migración de dos millones de colombianos, pero ocurrió en 20 años en condiciones clásicas por razones económicas: gente que quería mejorar su situación en un país con una moneda fuerte, donde el bolívar llegó a valer 15 pesos colombianos. “Por eso no hubo colombianos atravesando masivamente un puente, llegaron a un país que tenía un momento económico extraordinario”.
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La condición: El venezolano en otro país se parece más a un refugiado que a un migrante. El migrante va a su país a buscar mejorías, pero sabe que puede volver cuando quiera. “El refugiado venezolano vive una especie de ‘Éxodo sin Moisés’ con los grupos de caminantes que atraviesan aguas de tres mil metros y cinco grados bajo cero, cargando niños y sus enseres encima. Te das cuenta que esto es parecido a lo que vivieron los judíos cuando decidieron irse de la esclavitud de los egipcios, porque no son decisiones individuales, son manadas”.
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La información: “El papel de los medios es fundamental para ayudar a entender que este no es un problema más, es un fenómeno decisivo para el futuro de Colombia que no termina pronto, es de largo plazo; que existen instrumentos internacionales, acuerdos, convenios, que establecen derechos a todos los migrantes y que hay que prepararse, no basta con la buena voluntad”.
Rodrigo Pardo lo ayudó a contextualizar: “Colombia pasó de ser un país de emigrantes a ser un país de inmigrantes, lo cual significa problemas muy distintos a los del pasado y a nosotros, periodistas, también significa dejar de contar lo que los colombianos viven en el exterior a entender qué significa esta ola de venezolanos que ha llegado a nuestro país. A veces nos concentramos demasiado en el número ¿Es un millón? ¿Es un millón y medio? No importa. Cada uno es una vida, una persona”.
Los retos del periodismo tienen que ver con las cifras: El 68% de los colombianos no quieren que los venezolanos sigan entrando al país y solo el 28% estima que se debe seguir recibiendo a los venezolanos. “La migración es un dato positivo en un país donde la población interna se está envejeciendo y puede llegar esa fuerza necesaria. No tenemos que buscar datos para publicar datos, sino que tenemos que buscar la realidad para entenderla. Y, en el caso venezolano, tenemos que cumplir esa visión porque posiblemente nos cueste entender. Estamos más acostumbrados a vivirlo que a entenderlo”.
Hernández recogió toda la información en una pregunta: ¿Qué le plantea esto a Colombia? Y lo respondió con más cifras y una propuesta: “De acuerdo a los registros oficiales, la migración está en 1.220.000 venezolanos en Colombia, de los cuales el 60% entró entre febrero y agosto. Esto le plantea al Estado la necesidad de pasar de unas medidas de atención humanitaria a una estrategia de política pública de largo plazo porque esto no se detiene. El 37% de los migrantes son mujeres solas, pero todo proceso lleva unidad familiar. Por eso la cifra va a aumentar”.
Según el experto, las cifras del Banco Mundial indican que se necesita entre el 0.2 y el 0.4 del PIB total de Colombia para poder atender a una migración venezolana que no se va a ir pronto del país. “En los procesos migratorios masivos solamente el 20% de la migración regresa a sus países. Generalmente los mayores. Los que echan raíces pasan a formar parte del futuro del país”.
El sociólogo concluye: “Si no pasamos de una política de atención humanitaria a una política de integración, no vamos a pasar de la migración asistida a la migración productiva; porque la única forma de que un migrante se adapte es que se convierta en un migrante productivo”.
A partir de estas características, los panelistas ofrecieron su análisis sobre los retos que tienen los periodistas que se dediquen a cubrir este fenómeno:
Los retos de una ciudad fronteriza
Cúcuta tiene la tasa más alta de desempleo e informalidad de Colombia, con 72%. Con ese panorama, le toca recibir a diario entre 45 y 55mil personas que cruzan el Puente Internacional Simón Bolívar desde Venezuela. Aunque, de esas cifras oficiales, algunos se devuelvan, los retos que plantea Estefanía Colmenares son los siguientes:
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Entender cuáles son las causas sobre las crisis sociales y económicas que están enfrentando los migrantes antes de salir para saber qué es lo que les ha llevado a hacerlo.
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Entender cuál es la realidad en las ciudades que están recibiendo a los migrantes en este momento. Una ciudad con muy pocas oportunidades para los locales, ¿Cómo se prepara para recibir a estas personas sin políticas que lo sostengan?
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Las experiencias que se han tenido en otros países dicen que la migración es una oportunidad a largo plazo y los periodistas deben hacerles entender eso a sus audiencias. En Cúcuta, “el 66% de la gente ve a los migrantes como una amenaza y ahí está el gran reto como medio”.
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Las cifras y los voceros oficiales hablan del deterioro del sistema de salud o la mayor dificultad de acceso al trabajo, pero el periodista puede mostrar la otra cara de la migración con historias valiosas de la gente que se incorpora al sector productivo.
La migración desde el país que se queda sin los suyos
Luz Mely Reyes es la única periodista del panel que cubre la migración desde el lugar que genera el fenómeno de la migración forzada, con una dificultad mayor al acceso a la información y, no obstante, con el Premio Gabo de cobertura 2018 que logró junto a Ginna Morelo y el equipo que ambas coordinaron para el especial Venezuela a la fuga. Desde su experiencia, los retos para los periodistas que cubren el tema son:
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Cómo contar el país que se va y el país que se queda, siendo parte de ese país que siempre fue receptor de migrantes, a partir de unas diferencias notables que se han ido dando en la evolución de este fenómeno: “Al principio el perfil eran los migrantes a Estados Unidos, a Europa –lo cual atiende a una razón histórica–, luego empezó la migración de profesionales y ahora migra un venezolano que no necesariamente tiene una educación superior completa o los recursos para migrar, pero además también se enfrentan a una condición de xenofobia que no habían advertido y se instalan en el sur del continente”.
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Es necesario revisar las cifras. En un país como Venezuela, ambos bandos las utilizan con intereses políticos y eso obliga al periodista a participar cada vez más activamente en el fact checking. Además, ayuda a contextualizar un tema que ha formado parte de la historia de la humanidad. “Solo con historias de vida se puede hacer un recuento muy superficial de los hechos” dice.
La sensibilidad de la reportería
La periodista Ginna Morelo recuerda que la cobertura periodística es posible si se ejerce algo tan elemental como la reportería. Los retos que ella se ha planteado a partir del especial Venezuela a la fuga y su contacto con migrantes venezolanos en su cotidianidad atienden a:
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Entender que es un fenómeno se configura en una violación a los derechos humanos. Salir del país expulsado, a otro lugar que puede resultar completamente desconocido en su contexto y cultura, lo lleva a analizar qué es lo que pierde el país y qué gana, tanto el que expulsa como el que recibe. “Esto aporta a la comprensión que muchas veces nos supera”.
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Hacer una cobertura de lo humano. Los medios deben acercarse a los migrantes y comprenderlos, como solo los periodistas lo saben hacer: hablando con ellos. “Si no es así, ¿Cómo expresan entonces el miedo que tienen de dejar de ser venezolanos?”.
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Hacer las preguntas periodísticas que los periodistas deberían estar formulando. “Reconfigurar el mapa de preguntas, la agenda de fuentes, entender que esta no es una coyuntura de emergencia, sino de importancia. El desafío que supone esto es una preparación permanente. ¿Será necesaria una cátedra sobre la migración para entender las cifras a las que nos estamos enfrentando?”
A propósito de esa última pregunta de Morelo, Tulio Hernández habló del proceso de capacitación que han tenido que atravesar los periodistas que se enfrentan a fenómenos migratorios. “Ya hay unas claves de lo que debe saber el periodismo: no importa lo que hagan los medios. El trabajo del periodismo es darle contexto al lector de que lo que está viviendo es un fenómeno decisivo”.
Sobre el Programa de Ética Periodística
Este evento hizo parte del Programa Ética Periodística desarrollado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano -FNPI-, en alianza con Bancolombia y SURA. El programa busca abrir espacios de reflexión y debate, así como proponer referentes sobre los cambiantes desafíos éticos que enfrentan los periodistas en un contexto de profundas transformaciones de la práctica, el negocio y la función social del periodismo.
Bancolombia y SURA creen en el periodismo ético, responsable e independiente, que contribuye a construir una sociedad mejor informada, más incluyente y democrática. Por eso son aliados de la FNPI en el reconocimiento y la promoción de buenas prácticas que permitan, desde la ética, fortalecer un oficio vital para el desarrollo sostenible de América Latina.