Lamentablemente en más de una oportunidad me encuentro con artículos periodísticos de la crónica roja que me obligan a preguntarme una y otra vez cuándo y por qué los periodistas debemos proteger la identidad de una fuente.
No es que no lo sepa, pues la Ley de Prensa en Chile y la ética profesional indican que, en caso de delito, cualquier menor que esté involucrado como presunto autor, cómplice o encubridor debería aparecer sólo con las iniciales de su nombre y sin que se entregue ningún dato que nos permita saber quién es, con el objetivo de permitir que ese sospechoso -e incluso, un condenado- pueda reinsertarse en la sociedad en el futuro.
De esta forma se evita también la estigmatización, como ocurre también en los casos -y esto sin límite de edad ni distinguiendo por género- de víctimas de abuso sexual o violación, situaciones que además exigen esta protección para evitar la re victimización.
Es por lo mismo que no comprendo por qué un medio de comunicación protege la identidad de algunos y no de otros cuando se trata de casos que involucran a menores en delitos. Más aún si el origen de esa distinción depende del lugar en que viven. Más simple aún: de su clase social.
No creo sorprender a nadie cuando digo que a un joven sospechoso de delito de un origen social humilde no se le protege de la misma forma que a un joven de la misma edad y sospechoso del mismo delito, pero que vive en una comuna más acomodada.
Tener una mejor situación económica otorga privilegios hasta en el periodismo, y eso es de una injusticia infinita.
¿Por qué proteger a algunos y a otros no? ¿Por qué una persona es identificada por las iniciales de su nombre y otra por su nombre de pila?
Hay casos peores, incluso, en que los medios en Chile le han otorgado un apodo al menor y así se le llama simplemente, como ha ocurrido con casos como el de “el Cisarro”o “Miguelito”, ambos involucrados en delitos reiterados.
Casos recientes
Hace unos meses, un diario publicó la denuncia de un joven homosexual y mayor de edad que acusaba haber sido víctima de violencia por su condición sexual en una bencinera. Los supuestos agresores eran dos estudiantes de una universidad del barrio alto de Santiago. En el artículo se detallaba el ataque que habría sufrido la víctima, basado en su propio testimonio, pero no se identificaba a los acusados, sólo estaban sus iniciales y su edad.
¿Por qué? ¿Acaso ir a una universidad cara los protege? Por supuesto que no debería ser así, pues en ese caso puntual se trataba de un conflicto entre adultos y el uso de las iniciales no tiene justificación.
Ignoro por qué aquel medio tomaría esa decisión, así como desconozco por qué está instalada la idea de que la protección de identidad puede ser algo flexible.
Hoy mismo acabo de leer una nota sobre una mujer adulta y empresaria de jardines infantiles de Santiago que fue detenida por estafa y que no se identifica. Nuevamente veo que publican sólo sus iniciales. ¿Por qué? Después confirmo que sus guarderías están en la comuna de Las Condes, lo que se considera el “barrio alto” en Santiago. Y todo calza. Lamentablemente.
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* Lyuba Yez es periodista de la Universidad Católica de Chile y se ha especializado en el estudio de la ética aplicada a las comunicaciones y en la investigación de cobertura de tragedias. Actualmente es docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica y de la Escuelas de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.
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