¿Considera que los medios de comunicación y periodistas tendrían que ser un contrapeso para evitar que la información falsa se viralice? ¿O qué actor o institución deberían apostar por ese rol? ¿Cuáles son los riesgos o peligros que existen cuando los periodistas ni los medios de comunicación reaccionan a tiempo y se vuelvan víctimas de la difusión de información falsa? ¿Existen más ejemplos de esto? (como la foto falsa de Hugo Chávez hospitalizado que publicó el diario El País de España).
Pregunta en el Consultorio Ético de la FNPI por Claudia Solera, periodista de Excelsior en Ciudad de México, México.
R.- El predominio de la información falsa, como ocurrió en la campaña presidencial de EU,o en el Brexit, o en el plebiscito colombiano, vuelve manipulable a la población, entrega el poder a los publicistas y manipuladores de la opinión y destruye la confianza. La población queda indefensa y en poder de los manipuladores, sean publicistas. mercaderes o políticos.
La política pierde su capacidad de análisis y de propuesta y se vuelve emocional de modo que a los electores les sirve más sentir que pensar. Por eso un objetivo de las campañas es el de indignar por sobre cualquier intento de hacer pensar; o seguir fanáticamente a un político o algún símbolo.
Una población manipulada por lo falso o por las medias verdades le da voz y fuerza al prejuicio, a lo instintivo y se aparta de lo razonable y juicioso. Por esa razón abandona la deliberación y se acoge a lo emocional con todos sus horrores. Esto explica la propuesta de constituir en los medios una comisión o grupo de trabajo que se dedique a desmontar todas las mentiras y falsedades, como parte del servicio que el medio de comunicación le debe a sus receptores de información.
El caso más conocido de medios, víctimas de engaños, es el titular de El País sobre “Matanza de la Eta en Madrid” en que el director atendió una llamada del presidente Aznar que tenía interés político en que se le diera a la matanza del 11 de marzo ese enfoque. Y casos así tuvieron aceptación inicial porque lo falso no demanda el ejercicio de la inteligencia ni impone la disciplina de la crítica. Lo falso está más cerca de lo instintivo que del ejercicio del razonamiento.
Pero la razón principal de esa aceptación es porque legitima los deseos, cualesquiera que sean. En política el deseo de poder y la sed de venganza. En últimas, lo falso atrae como atraen el odio, el afán de destrucción o las acciones de fuerza y violencia porque siguen las peores tendencias de los humanos. Entre una sosegada y disciplinada búsqueda de la verdad, y la celeridad de lo falso, se prefiere esta porque es una respuesta eficaz, rápida y fácil-