Cuando todo parecía indicar que la entrega 2015 del premio World Press Photo, el más prestigioso en el mundo del fotoperiodismo, iba a salir libre de polémicas como las presentadas en las más recientes ediciones, el jurado anunció esta semana que retira el galardón para uno de los ganadores.
Se trata de Giovanni Troilo, condecorado con el primer lugar en la categoría de Asuntos Contemporáneos por su reportaje “La Ville Noir – The Dark Heart of Europe” (La Ciudad Negra – El Corazón Oscuro de Europa). Las 12 fotografías que componen el reportaje retratan a Charleroi, una ciudad belga que según el relato de Troilo, sufre una profunda crisis económica y moral tras el cierre de la planta de carbón que era su principal motor de desarrollo.
El primero en reaccionar en contra del galardón fue el propio alcalde de Charleroi, Paul Magnette, quien afirmó que varias de las fotografías habían sido un montaje para transmitir una imagen distorsionada e irreal de esta localidad.
“No soy experto en fotografía, pero sé reconocer el mal periodismo cuando lo veo”, afirma el ofuscado alcalde en la carta remitida al jurado del World Press Photo.
A su turno, el diario británico The Guardian, mostró su escepticismo respecto a la naturalidad en que habían sido logradas las imágenes, criticando principalmente los pie de foto escritos por Troilo. En uno de ellos, por ejemplo, admite haberle pedido permiso a su primo para fotografiarlo mientras sostenía relaciones sexuales con una mujer en su automóvil.
Sin embargo, las acusaciones del alcalde Magnette no fueron suficientes y los organizadores del premio ratificaron en un primer comunicado el premio para Troilo, luego de haber realizado una investigación sobre cómo fueron producidas las instantáneas. Al mismo tiempo el jurado reveló que descalificó a un 20% de las 97.912 fotografías de 5.692 autores inscritos por no cumplir con las normas de retoque en el fotoperiodismo.
El error de Troilo
Pero la estocada final para Troilo llegó por parte de un colega suyo, el belga Bruno Stevens, quien aseguró que la fotografía de un grupo de modelos posando desnudas alrededor de una mesa no había sido realizada en Charleroi, sino en Molenbeek, un municipio de la región de Bruselas situado a varios kilómetros de distancia.
“Este premio debe basarse en la confianza en los fotógrafos que inscriben sus trabajos y su ética profesional. Claro que tenemos mecanismos de control y revisión, pero estos sencillamente no funcionan sin una dosis de confianza. Ahora sabemos que en este caso la información fue manipulada y cambió la forma en que la historia es percibida. Una regla fue rota y una línea fue cruzada”, afirmó Lars Boering, director administrativo del premio.
No es la primera vez que el World Press Photo está rodeado de polémica. En 2013, el ganador en la categoría de Mejor Fotografía del Año, Paul Hansen, tuvo que enfrentar una fuerte controversia tras las acusaciones de haber manipulado digitalmente la imagen premiada.
Aunque el premio no le fue retirado, lo sucedido sí motivó un debate sobre los límites de la manipulación o edición de las imágenes en la reportería gráfica. A propósito de lo sucedido, nosotros mismos dedicamos uno de nuestros tradicionales tuitdebates semanales al tema, en el cual participaron decenas de periodistas de toda Iberoamérica.
Posteriormente, en el año 2014, el British Journal of Photography reveló que el 8% de las fotografías finalistas del World Press Photo habían sido manipuladas. Ese mismo año, la agencia AP despidió a uno de sus fotoperiodistas tras comprobarse que una imagen suya ganadora del Premio Pulitzer había sido manipulada.
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Si a usted le interesa el tema de la ética en el fotoperiodismo, le recomendamos revisar las entradas en el blog de Stephen Ferry en nuestra página web.