'True crime', ética y periodismo: una conversación con Flavia Campeis
1 de Junio de 2024

'True crime', ética y periodismo: una conversación con Flavia Campeis

Conversamos con Flavia Campeis, directora de "¿Dónde está Paula?", sobre los desafíos que rodean al género del 'true crime', el intrincado equilibrio entre contar una historia atractiva y honrar la verdad y las formas en que los periodistas podemos navegar el complejo panorama ético de contar historias sobre crímenes reales. 
Red Ética

Desde investigaciones periodísticas hasta series documentales, pasando por la literatura y más recientemente por el pódcast, el true crime se ha mantenido relevante por varios siglos como un género que informa y entretiene a través de historias enigmáticas y desgarradoras. Si bien su atractivo radica en la intriga por lo desconocido, la resolución de misterios y la profundización en la psicología humana, el hecho de que presente historias verdaderas —que alguna vez fueron la realidad más oscura de alguien— demanda un enfoque reflexivo y cuidadoso por parte de aquellos que lo producen y lo consumen. 

Este fenómeno, que suscita fascinación y polémica, también pone sobre la mesa preguntas éticas profundas como, por ejemplo: ¿qué pasa con la posible glamorización de los criminales? ¿Cuál es la mejor manera de abordar y presentar estos temas sensibles? ¿Cómo se mantiene el equilibrio entre el entretenimiento y el respeto a la dignidad de las personas involucradas? y ¿cuál es la responsabilidad de los investigadores en la representación de la verdad y la justicia en estas historias? Estos interrogantes se tornan aún más críticos a medida que el true crime se convierte en un elemento de consumo cada vez más arraigado en nuestra cultura.

A lo largo de la historia, el true crime también ha servido como un medio para abordar cuestiones sociales y culturales más amplias. La capacidad de este género para poner el foco sobre temas sensibles (aunque a menudo incómodos) destaca su importancia en el diálogo social. Sin embargo, a medida que esta forma de consumo crece en popularidad, inevitablemente nos invita a preguntarnos si esta fascinación con la violencia —servida junto al café de la mañana o discutida en charlas casuales en redes sociales— tiene impactos en nuestra psique colectiva. 

Buscando comprender mejor el alcance y los desafíos éticos que rodean al true crime, conversamos con la argentina Flavia Campeis, licenciada en Comunicación Social y directora del pódcast “¿Dónde está Paula?”, una serie de true crime que surgió de la investigación periodística que adelanta Campeis desde hace más de 12 años sobre el caso de Paula Perassi, una mujer de 33 años, embarazada, que desapareció el 18 de septiembre de 2011, en San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe, Argentina. 

En esta conversación exploramos con Campeis el intrincado equilibrio entre contar una historia atractiva y honrar la verdad y también nos preguntamos sobre cómo navegar el complejo panorama ético de contar historias de crímenes reales. 

Red Ética: Es evidente que el true crime ha tenido una nueva evolución en los medios y que su creciente popularidad se debe a que cada vez hay mayor interés de las personas por entender cómo sucedieron ciertos hechos, pero ¿cómo entiendes tú el true crime

Flavia Campeis: El true crime es una especie de subgénero del periodismo de investigación en el que contamos historias reales asociadas a la ejecución de un crimen. Lo que diferencia al true crime de la crónica o la no ficción es que el eje en el que sucede la trama se enmarca siempre en un delito grave; así, la reconstrucción puntual del hecho se hace a través de datos policiales y casos judiciales contados en profundidad.

Cuando hablo de esto también me gusta aclarar que las películas, las series o los libros que nos dicen “esto está basado en hechos reales” no son true crime. Si estamos hablando de no ficción justamente todos los hechos que se muestran deben ser ciertos, debemos hablar con sonidos reales, con personajes reales que puedan construir la credibilidad de la historia y que permitan entender el contexto completo en el que sucedieron los hechos, y también con testimonios o pruebas que estén documentados, por lo que basarse en un hecho real para hacer adaptaciones o dramatizaciones de lo que asumimos sucedió no debería considerarse true crime

Partiendo desde allí, podemos entender también que este es un género explorado sobre todo por periodistas, quienes ejerciendo nuestro rol estamos constantemente contemplando que lo que estamos contando es real, que hay un hecho complejo en el que hay víctimas y victimarios, y donde el límite entre estas dos personas debe poder descifrarse a partir de la investigación para poder llevar adelante el caso y contarlo bien.

RE: En tu opinión cuáles crees que son las principales preocupaciones asociadas al true crime, esas cosas en las que el foco ético se puede perder fácilmente.

FC: Me parece que solo con decir que hubo un crimen, o una situación donde hay víctimas y hay victimarios, ya tenemos que prestar una atención más delicada a los hechos, y que desde nuestro lugar de periodistas tenemos que preguntarnos cómo vamos a contar la historia, porque hay muchos casos que definitivamente están en el límite del morbo. 

Cuando trabajamos con estos temas hay que tener en cuenta que nuestro trabajo debe hacerse desde un lugar de respeto porque estamos hablando de casos muy sensibles en los que, en la mayoría de las veces, la víctima no tiene la oportunidad de hablar, así que hay que cuestionarse sobre cómo plantear esa voz o a partir de cuáles voces vamos a hacer la reconstrucción de esa historia.

En general, todo el proceso de decisión de una investigación está sujeto a tener dilemas éticos, porque cuando las historias están tan llenas de matices como estas tenés que hacer elecciones editoriales en las que escoges de qué forma decir las cosas, desde qué punto de vista mostrar los hechos, con cuáles voces, qué datos dejar por fuera e incluso en qué formato presentarlo. Si lo haces a modo de pódcast, como “¿Dónde está Paula?”, entonces entran en juego también otras decisiones, por ejemplo las artísticas, que tienen que ver con la polifonía y con el respeto sonoro por las historias. 

Otra cosa que suele verse es que los reporteros llegan a querer “resolver un crimen” con hipótesis traídas de antemano, y aquí es justamente donde el true crime tiene que estar acompañado siempre de la ética periodística, porque debemos recordar que no somos ni jueces, ni fiscales, ni abogados, sino que somos periodistas que estamos mostrando y contando una historia con las herramientas que el oficio nos da para para poder hacerlo.

Tenemos que volver a tener en cuenta que estos son crímenes reales que ocurren en contextos sociopolíticos puntuales y que incluso una falta ética podría ser no darle lugar a esta información, que es la que finalmente nos permite comprender los hechos de un modo más respetuoso. En el true crime, como en el periodismo en general, siempre existe el riesgo de caer en frivolidades, pero tenemos que evitarlo como sea para poder llegar a desentrañar por qué sucedió lo que sucedió. 

RE: Esto último que mencionas me parece muy interesante. Aquí lo que vemos desde afuera es que, muchas veces, estos casos suelen convertirse en pequeñas obsesiones para la audiencia. Ahí la pregunta es si, desde el rol de investigador y reportero, sucede lo mismo o si se hace más fácil saber cuándo soltar; es decir ¿cuándo dices “realmente no es mi labor encontrar las respuestas a todo ni condenar a nadie, sino más bien entregar lo que sé de esta historia para que otros la conozcan”?

FC: Es una respuesta compleja para mí porque justo habla de mi situación. La desaparición de Paula es un caso que he estado estudiando e investigando durante más de 12 años de forma paralela al resto de mi trabajo, y en este caso me he dado cuenta de que investigar más de cerca siempre nos lleva a encontrar nuevas respuestas. Esto, por supuesto, mientras sepamos que nuestro rol es el de periodistas que no deben interferir con las investigaciones oficiales, y que el trabajo que estamos haciendo es el de intentar llegar a la verdad.

Yo creo que quienes creemos en el periodismo como una profesión que nos permite cambiar la realidad también queremos que nuestro trabajo aporte algo. Vos podés estar mucho tiempo detrás de un caso o de una historia sabiendo que el rol que tenés como periodista te obliga a tener esa pluralidad de voces y que debés poner tu trabajo al servicio de la verdad para que la historia se cuente de la mejor manera. 

Reconozco que en ese caso sí puede haber un problema con el modo en que se presenta la información si es que sólo quieres transmitir tu punto de vista; pero,, si estamos contando realidades desde nuestro lugar de observador e investigador, entonces, en ese caso, me parece que el hecho de que una historia se vuelva o no una obsesión no es tanto un problema. Incluso hay trabajos periodísticos que han llegado a hacer aportes para casos y expedientes en los que la justicia ha tenido que tomar una decisión. 

RE: Hace un rato hablabas de la importancia que tiene ayudar a la audiencia a entender mejor la circunstancia, el contexto social y el lugar en el que estos hechos suceden. Quisiera preguntarte: ¿cómo crees que el true crime puede contribuir a estas discusiones de sociedad, por ejemplo, en términos de acceso a la justicia o de comprensión de los trasfondos de clase, género o raciales que esconden estos crímenes? 

FC: Creo que es precisamente usando las herramientas del periodismo que permitimos que a través de estas historias se le pueda dar visibilidad a las desigualdades, las injusticias, los reclamos e incluso las políticas que no se cumplen y por ende dejan la puerta abierta para que se cometan este tipo de crímenes. 

Por ejemplo, el hecho de que el aborto en Argentina haya sido ilegal hasta 2021 obligó a Paula Perassi, en 2011, a realizarse un aborto clandestino, que es una de las hipotésis de su desaparición. Entonces, el true crime nos permite mostrar este contexto y hablar de las desigualdades de nuestra sociedad y las violencias que ocurren en consecuencia. También nos permite llevar a la luz pública hechos que de otra forma no se hubieran conocido o no hubieran podido ser juzgados y, de esta forma, permitirles a quienes se vieron afectados tener algún tipo de reconocimiento o reparación. 

Una de las ventajas que tiene el true crime es que es un género que está en el interés cotidiano de las personas y es fácil generar atracción hacia su contenido. Esto nos permite a los periodistas poner en el centro de la discusión todas esas temáticas tan delicadas y, aunque sabemos que hay cosas que no podemos desentrañar, hacernos preguntas y transmitirlas a la audiencia nos ayuda a generar curiosidad en ellas e invitarlas a tomar una posición más crítica frente a por qué suceden las cosas. 

RE: Hablemos un poco sobre “¿Dónde está Paula?”. El pódcast busca contar de una forma resumida, pero rigurosa, el trabajo que se había hecho durante casi una década. ¿Cómo fue esa construcción y cómo fue para ti elegir qué dejar por fuera? Ya que, como decías antes, esta es también una decisión ética siempre que se hace. 

FC: Esta es una investigación que cuando se convirtió en pódcast ya llevaba 10 años de trabajo, así que había mucho que contar. La de Paula es una causa judicial muy compleja que ha cambiado mucho a lo largo de todos los años de investigación: ha cambiado múltiples veces de hipótesis, han aparecido nuevos acusados, se ha identificado a nuevas personas que estuvieron involucradas de diferentes modos en su desaparición, etc.

Siendo una historia tan compleja, para la primera temporada del pódcast tomamos la decisión de hablar —de forma muy detallada y lenta en episodios que duran entre 10 a 20 minutos— sobre lo que pasó en el primer momento de la desaparición de Paula. Esta decisión se tomó porque sabemos que en casos tan largos como este lo que sucede en ese inicio marca el curso de la investigación y lo que seguirá de la historia. Así que arrancamos por hablar del contexto de la desaparición, de lo que no se llegó a investigar, de los errores, las carencias y las dificultades que hubo en el proceso judicial y las cuestiones que se ocultaron a propósito para distorsionar lo ocurrido.

Esto nos llevó a contar en 5 episodios sólo los primeros 15 días de una investigación de una década. Para mí fue muy difícil hacer la edición porque quería contarlo todo, así que todo el tiempo estaba diciendo “no, no, no, pero esto tiene que estar”; y ya fue con el trabajo junto al resto del equipo que comprendí que, para que la historia pudiera llegar a lugares donde no había llegado, a audiencias nuevas, a personas que no sabían nada de la desaparición de Paula, tenía que centrarme y ahondar en los detalles más relevantes, que eran aquellos que realmente le daban el peso a la historia. 

Ahora estamos trabajando justamente en la segunda temporada y esto nos ha costado incluso más porque ahora sí hay que ir avanzando con cada episodio en los meses y en los años más relevantes para la investigación, contando lo que iba pasando con la familia de Paula, con la sociedad donde desapareció Paula y con el proceso judicial. 

RE: Quisiera que me contaras sobre el tema del true crime como entretenimiento. A diferencia de lo que pasa en otros subgéneros de la investigación periodística, el true crime tiene un consumo casi por hobby o distracción y de ahí parte esta posibilidad de las audiencias vean en estas historias el espacio para impulsar teorías de conspiración, o hipótesis y narrativas erróneas. ¿Cómo puede aportar el periodismo para que esto no suceda con esa intensidad?

FC: Lo primero es que tenemos que reconocer al true crime como investigación periodística; de esta forma vamos a poder entender mejor que jamás debemos forzar la historia para que sea más atractiva o para que suene más interesante. La realidad ya es demasiado compleja, demasiado violenta e injusta como para ir más allá en nombre del entretenimiento. 

Por otro lado, tenemos la responsabilidad de no especular, no generar hipótesis falsas y sobre todo no dejar plantadas ideas en la audiencia que después no se puedan resolver con hechos o datos. Por ejemplo: es normal dejar preguntas abiertas cuando una historia no está resuelta o cuando no sabemos qué pasó, pero esto no podemos hacerlo a partir de las falsas suposiciones del periodista. En este sentido, también tenemos que cuidar mucho los finales: no nos corresponde y no es nuestra función dejar conclusiones propias. 

Otro caso es cuando el contenido se entrega por partes en un formato serial; en este caso, sabemos que la audiencia debe quedar atrapada para que siga interesada en leer las futuras entregas de la historia, pero estos cierres no pueden pensarse en términos del clic o del "construye tu propia historia". Necesitamos generar interés, pero no a costa de la espectacularización de un crimen. Tenemos que transmitirle a la audiencia el mismo respeto que nosotros sentimos por la investigación, esperando que, como en el caso de nuestro pódcast, la gente quede con ganas de saber dónde está Paula y se pueda hacer las mismas preguntas que nosotros nos hicimos como periodistas, investigando esa historia.

En términos generales creo que el true crime tiene la responsabilidad de ir más allá de los espectacular, como ya lo dije, tiene que mostrar los contextos, contarnos la historia sobre quién era esa víctima y por qué llegó a eso. Salir de la especulación y poner el foco en la historia más allá del acto violento hará del true crime una verdadera herramienta para que las y los periodistas puedan contar historias con mayor calidad, con mayor seriedad y respeto.

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Para cerrar le preguntamos a Flavia Campeis sobre cuáles son esas prácticas que definitivamente no son aceptables en el true crime y que cruzan los límites. Te dejamos esta lista de "noes" que te ayudará a identificar los problemas éticos del contenido que estás generando o consumiendo:

  1. NO falsees nada de la investigación e intenta contar siempre con las voces reales de los involucrados. Si vas a contar la historia en un formato audiovisual, no uses el recurso de actores o de actrices sin antes avisar que esas no son las voces o personas reales.

  2. Estas historias NO son un espectáculo. Si no tienes las herramientas para contarlas de una manera digna y respetuosa, no lo hagas.  

  3. NO pongas el eje de la historia en los hechos más violentos o sangrientos. Esto solo frivoliza el caso y deja de lado el análisis del contexto cultural, social, económico o político que propició el crimen.  

  4. NO le pongas más valor a una voz que a otra por los clics que te pueda generar.  

  5. Las historias de true crime NO se reconstruyen a partir de una sola voz. Si solo tienes una fuente, no publiques aún y continúa tu investigación. 

  6. NO expongas a la víctima, ni a su familia o entorno, a revivir hechos traumáticos si no se sienten cómodos haciéndolo, y tampoco los pongas en situaciones en las que no quieren estar. 

  7. NO uses información o datos sin consentimiento

  8. NO acudas a la cámara o la grabación oculta cuando alguien no quiere darte una entrevista. 

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