Se dice que es el oficio más antiguo del mundo. Pero internet ha cambiado drásticamente cómo se ejerce el trabajo sexual, y por lo tanto las maneras de contar historias sobre quienes han hecho de ésta una forma de ganarse la vida. Hoy en día no hablamos solo de prostitutas, sino también de webcammers, strippers, escorts, etc. ¿Cómo referirnos a quienes se dedican a estos trabajos de manera responsable?
La madrileña Amarna Miller, quien trabajó por años como actriz porno y tuvo su propia compañía productora dedicada a este género, hoy en día está enfocada en combatir los estigmas y estereotipos que rodean a quienes se dedican al trabajo sexual.
Por esto ha publicado la Guía responsable para hablar de trabajo sexual en los medios, un documento disponible en inglés y español para descarga gratuita, dividido en dos capítulos: los prejuicios que enfrentan quienes se dedican al trabajo sexual, y recomendaciones para abordar el tema en la prensa.
Además de la experiencia directa de haber trabajado en la industria de la pornografía, Amarna cuenta con la preparación académica para escribir sobre el tema, pues estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, la Santa Fe University of Art and Design en Nuevo México y la Universidad Europea de Madrid.
A propósito de la publicación de esta guía, la Red Ética de la FNPI entrevistó a Amarna, quien lleva ocho años estudiando el uso del cuerpo como arma de acción política a través del audiovisual.
“Hay muchas teóricas hablando de feminismo y trabajo sexual en los medios, pero pocas veces se pregunta directamente a las propias trabajadoras. Como si sus argumentos no fuesen lo suficientemente importantes o ellas mismas no pudiesen analizar las circunstancias que rodean su empleo. Hay mucho paternalismo, y la idea constante de que todas las trabajadoras sexuales son víctimas que necesitan ayuda”, dice Amarna en la entrevista concedida a Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética.