Director de la FNPI reflexiona sobre el periodismo de investigación [Entrevista]
24 de Abril de 2013

Director de la FNPI reflexiona sobre el periodismo de investigación [Entrevista]

El periodismo investigativo en latinoamérica, la ética periodística y la situación del periodismo hacen parte de los temas conversados en esta entrevista con Jaime Abello Banfi, director de la FNPI, y el portal español MasInvestigacion.es.
Jaime Abello Banfi

Compartimos aquí la entrevista concedida por Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), al portal español MasInvestigacion.es, en donde ofrece profundas reflexiones sobre la ética periodística, la situación actual  del periodismo en la región y la necesidad de darle un espacio valioso al periodismo investigativo en los medios de comunicación de hoy en día.

“El Periodismo de Investigación en todas partes es minoritario, no es necesario que sea masivo, lo importante es que tenga impacto, que esté bien hecho, que toque temas sensibles y que cuando se publique tenga un efecto político importante”, dice Abello en la entrevista.

MasInvestigacion es un portal creado para dar visibilidad a la labor pedagógica y profesional que se lleva a cabo en el programa académico del Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización y que coorganizan Unidad Editorial y la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

En su paso por Madrid el pasado mes de marzo para participar en un homenaje ofrecido por  la Biblioteca Nacional de España y la Embajada de Colombia al Gabo periodista, Abello se dio tiempo para conversar con MasInvestigacion sobre el panorama del Periodismo latinoamericano,  que ve prometedor pese a las dificultades que lo empañan cotidianamente, como la judicialización del oficio o los riesgos que supone el crimen organizado.

La Fundación fue una idea de Gabriel García Márquez y usted lo acompañó desde el comienzo, ¿cuál es la vinculación de García Márquez con el trabajo que hace la FNPI?

Nosotros lo mantenemos informado, pero él está retirado ya, retirado de la vida pública y retirado de todas las actividades. Entonces, tiene un involucramiento menor que hace cinco años porque está muy recogido en su casa. Yo lo visito cada tres o cuatro meses.

¿Y cómo es su relación con él?

Una relación de amistad, yo lo admiro mucho y para mí ha sido un privilegio fabuloso pasar casi 20 años de mi vida trabajando con él.

Creo que él ha sentido que puede confiar en su Fundación y en el trabajo que hacemos, que nos mantenemos dentro de una línea que a él le satisface, no sólo porque está alineada con la misión de formar periodistas, sino también porque evitamos construir alianzas que comprometan nuestra independencia.

Hablemos del panorama periodístico en Latinoamérica. Quería comenzar con las leyes que afectan a los medios de comunicación. ¿Se puede decir que haya alguna ley en América Latina que ponga orden en la emisión de información y que no sea utilizada por los gobiernos como arma de censura?

Yo creo que ésa es la justificación por la que se hizo la de Argentina, pero realmente no conozco ley alguna que cumpla esos dos estados ideales que son los de poner orden y, al mismo tiempo, no ser usada para controlar a los medios.

Lo que está claro es que en América Latina hay una gran tensión entre la idea de mantener el modelo que durante mucho tiempo se preconizó, que es el de medios prácticamente sin regulación, y una tendencia que propone la regulación como una manera de corregir los problemas que tiene el sector de los medios, el problema de la concentración, o el problema, en un momento dado, de la protección de intereses de la sociedad respecto a los menores.

Entonces estamos viviendo en esa dualidad, están estos países que son del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe), pero además de eso los presidentes que han liderado esos procesos han tenido controversias y peleas con los medios y eso le quita legitimidad a esas leyes. No son producto de un proceso como el de Islandia, que es un país donde evidentemente funciona la democracia.

El problema se agrava para los periodistas porque en América Latina los delitos de opinión o de prensa se sancionan con cárcel.

En América Latina sí hay varios problemas por los que atraviesan los medios. Uno es la manera como se está utilizando el aparato judicial para coartar la libertad de expresión, cogen a periodistas y les ponen unas demandas que los dejan prácticamente anulados porque con lo que representa esa demanda, esa amenaza jurídica, esa necesidad de defenderse, esos costos asociados a la defensa, le complican la vida a los periodistas. Es una de las maneras que se ha encontrado de coartar.

Por ejemplo, en Ecuador, el presidente (Rafael Correa) ha demando a nombre propio y como ciudadano a personas que están en los medios y exige indemnizaciones altísimas. Luego, los jueces con celeridad procesan esas demandas que, por lo general, terminan favoreciendo la posición presidencial. Ese es uno de los problemas que hay en este momento en el continente.

En el caso de Ecuador, se impusieron demandas millonarias al diario El Universo y a los autores del libro El Gran Hermano(los dueños del rotativo y su exeditor de opinión fueronsentenciados a tres años de prisión y el pago de $40 millones. El presidente Rafael Correa los había demandado por un artículo de opinión. También demandó a dos periodistas que habían publicado un libro sobre los contratos millonarios que mantenía el hermano de Correa, Fabricio, con el Estado). 

Es una hostilización, una forma de obstaculizar el trabajo periodístico. Es decir, a las personas que se metan con ciertas figuras del poder, les contestan con juicios.

En ese sentido, me llamó la atención que muchas organizaciones internacionales de periodismo y libertad de expresión rechazaron la sentencia, pero no hubo ningún pronunciamiento por parte de su Fundación.

No está dentro de la misión de la Fundación el activismo, pero sí tiene clarísimo que está alineada con la defensa de la libertad de expresión y ha desarrollado proyectos en varias partes en alianza con organizaciones que hacen activismo para defender esa libertad.

¿En qué consiste ese apoyo?

En Colombia tenemos el Proyecto Antonio Nariño (PAN), cuyo principal fin fue fortalecer la red de protección de periodistas, captando recursos internacionales y administrándolos para que la FLIP, que es la Fundación para la Libertad de Prensa, se fortaleciera. En el caso de Ecuador, digamos que nuestro papel allí es generar redes de contactos de colaboraciones. Hemos sido aliados en actividades de distinto tipo con organizaciones como FUNDAMEDIOS y los hemos llevado para que expongan la situación en escenarios que hemos creado.

Además de la judicialización, ¿qué otras dificultades afronta el ejercicio del periodismo en Latinoamérica?

Las dificultades existen en los países donde hay crimen organizado, ya sea porque ese crimen organizado, a veces, esté conectado con el narcotráfico, otras con mafias de corrupción, inclusive con la guerrilla o con el paramilitarismo. Allá donde opere ese crimen organizado, no le gusta que los periodistas metan las narices.

¿Qué riesgos supone ejercer el periodismo en un lugar donde opera el crimen organizado?

Eso es un riesgo real y lo vemos en México, en Colombia, en Centroamérica, en Brasil. Otros países tienen problemas mayores con la judicialización o con la controversia entre los gobernantes y los periodistas, como son los casos de Argentina, Ecuador o Venezuela.

En el caso particular de Colombia, donde se ha trabajado durante años con un crimen organizado muy presente, ¿hasta qué punto el medio puede respaldar al periodista para que cumpla con su labor?

La vulnerabilidad mayor recae en las personas que están en las provincias y regiones, donde existen periodistas que trabajan en condiciones relativamente precarias.  Se trata de periodistas que a veces no tienen un empleo estable y digno en un medio, sino que les pagan por pieza, trabajan a destajo, o colaboran en medios locales o comunitarios. Esa gente es muy vulnerable, sobre todo, si trata de hacer una tarea de investigación. Hay un fenómeno real en esas regiones de autocensura, la gente se abstiene de tocar ciertos temas porque su vida está en riesgo.

Yo diría que, principalmente, en todas partes de América Latina, los periodistas más vulnerables son los periodistas de provincias o de regiones que tienen baja protección laboral.

Hablando del Periodismo de Investigación, ¿cuál es el panorama en América Latina de este género de la profesión?

Hay casos que hay que seguir con mucha atención. En mi opinión, lo más interesante que se hace en Periodismo de Investigación en América Latina lo hace CIPER (Centro de Investigación Periodística). Es una organización chilena dirigida por Mónica González. Ellos están investigando de todo, política, minería, los temas que abordan son muy diversos, son investigaciones periodísticas exhaustivas. Es un modelo parecido al de ProPublica en los Estados Unidos. CIPER de Chile es un caso emblemático.

¿Cómo está de articulado el Periodismo de Investigación en Latinoamérica?

Hay países donde hay redes, por ejemplo en Brasil existe ABRAJI que es la Asociación Brasilera de periodismo de Investigación. Esas redes son interesantes y eficaces. Hay otros países en los cuales hay medios muy clásicos que han hecho trabajos de investigación notables, por ejemplo, en el caso de Costa Rica está La Nación.

Hay unos encuentros anuales de Periodismo de Investigación, entonces me parece que es un panorama activo, no es un panorama apocado ni silencioso, sino de gran actividad, donde hay un intercambio interesante.

¿Puede decirse que es activo, pero escaso a la vez?

El Periodismo de Investigación en todas partes es minoritario, no es necesario que sea masivo, lo importante es que tenga impacto, que esté bien hecho, que toque temas sensibles y que cuando se publique tenga un efecto político importante. Yo considero que existe un panorama interesante, no soy pesimista.

La Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, ¿qué objetivos persigue?

La misión, básicamente, es trabajar por la formación y el desarrollo profesional de periodistas de América Latina. Es una central y eso lo hacemos a través de diversos métodos, de talleres, de premios, seminarios, publicaciones.

¿Esta línea de trabajo se va cumpliendo?

Lo importante es que todo lo que hemos hecho está alineado con esa visión. La Fundación lleva un trabajo de más de 18 años, desde marzo de 1995. El año pasado hicimos 50 actividades y todas ellas están orientadas a trabajar por la formación y el desarrollo profesional en cuatro líneas específicas: En primer lugar, la relacionada con la redacción periodística; la segunda, vinculada a la ética periodística y la sostenibilidad de los medios; la tercera, con la apropiación y aprovechamiento de las herramientas de medios digitales; y, por último, el trabajo en ciertas especialidades temáticas que son relevantes para América Latina.

Quizás es una percepción errónea, pero pareciera que los talleres que se imparten en la Fundación están orientados a tratar temas culturales. ¿Puede decirse que han tomado ese rumbo?

También podríamos decir que están orientados al campo digital. También hay muchas actividades sobre ética periodística, pero sí es cierto que en el campo referente a especialidades periodísticas ha habido esa inclinación. Tal vez -le soy franco-, hemos tenido más oportunidades.

¿Más recursos?

Exacto, hemos podido conectar mejor los recursos con los objetivos. También hemos trabajado bastante con temas de narcotráfico y periodismo judicial.

¿Hay menos apoyo para financiar talleres o formación en Periodismo de Investigación?

No, lo que pasa es que esto no es fácil, conseguir fondos para financiar talleres para periodistas es algo complejo. No está por allí la gente diciendo: Quiero gastar la plata en formar periodistas. Entonces hay sectores en los cuales se consiguen recursos de manera más fluida y natural. Por ejemplo, en el campo de la cultura, hay instituciones públicas o patrocinadores de la cultura que entienden muy rápidamente la conveniencia de formar  periodistas en estos campos. Lo otro es más complicado.

¿Es más complicado que la gente que aporta recursos económicos entienda la importancia de que se haga Periodismo de Investigación?

Tenemos varias fuentes de ingresos, tanto nacionales como internacionales ─la mayoría de ellas─. Desarrollar esas fuentes y convencerlas de que inviertan en la formación de periodistas es un trabajo complejo a largo plazo que a veces logramos. Hay que cultivarlas. Siempre es difícil conseguir los recursos, es una lucha permanente.

Tenemos unas estrategias y hay campos donde tenemos más facilidad de conseguir recursos que otros, y digamos, los temas más duros ciertamente a veces no son fáciles como el tema de la investigación. Yo no diría que no es que no se quiera, sino que hay que crear las fuentes.

 

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