La desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en 2014 constituye un hito de la crisis de derechos humanos en México, que comenzó en 2006 con la llamada guerra contra el narcotráfico. Sin embargo, en la cobertura del caso en uno de los canales de televisión más importantes de México, Televisa, este contexto pareció estar ausente. Fernanda Ramírez Santos, doctora en Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, señaló esta falta de contexto y antecedentes como una de las principales fallas del cubrimiento que realizó la cadena en los cuatro meses posteriores al suceso.
El caso Ayotzinapa fue un reto para periodistas que de un momento a otro se encontraron en medio de una situación de crisis. Dada la magnitud de la violencia en México, además del contexto particular de la violencia contra los periodistas en este país, que ya ha dejado grandes heridas y retos para la libertad de prensa, es necesario reflexionar sobre qué podemos aprender acerca del rigor y la ética periodística necesarios en situaciones de emergencia e incertidumbre.
Fernanda Ramírez Santos se dedica al estudio de la ética y la responsabilidad social de los medios de comunicación en situaciones de crisis y al diseño de protocolos informativos para el tratamiento de las emergencias especialmente enfocados en casos de desaparición de personas. De acuerdo con Ramírez, en situaciones que irrumpen en la rutina informativa: los medios de comunicación “forman parte de la primera fuente de información del público que está viviendo el suceso. Por lo tanto, lo que podemos pedirles (...) es que dentro de su cobertura, al momento de ser responsables, muestren el mapa lo más completo posible para que la gente pueda entender el alcance real de la crisis de la emergencia o del suceso que se está viviendo alrededor de ellos o en otras partes del mundo”.
Desequilibrio de fuentes en favor de la voz oficial
Frente al cubrimiento del caso Ayotzinapa, la investigación realizada por Fernanda Ramírez cuestiona la primacía que se les dio a las fuentes oficiales en el noticiero de Televisa: “en el 78% de las unidades (noticias analizadas) predominan evidentemente las fuentes oficiales y políticas, a expensas de las fuentes expertas que podían ayudar a dar solución al problema o que podían ayudar a que entendiéramos cómo se habían dado los acontecimientos y cuál podía ser su solución. Las fuentes expertas solo aparecen en el 6% de las unidades”, explica Ramírez. A pesar de la importancia del trabajo y los hallazgos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y del Equipo Argentino de Antropología Forense, que refutaron las versiones oficiales que el entonces procurador general, Jesús Murillo Karam, presentó en 2015 como la “verdad histórica” de los hechos, sus voces no fueron incluidas en el tratamiento informativo.
Además del desequilibrio en favor de las voces oficiales, también fue notable la falta de fuentes. Una sola fuente no es suficiente para generar el contraste y verificación necesarias en una reportería. “El porcentaje de noticias en las que se detecta un déficit de fuentes es preocupante, es decir, casi el 70% de las unidades se presentan sin una fuente, o con una sola fuente, mientras que el 26% de piezas se ajustan al estándar mínimo profesional, es decir, que incluyen entre 2 y 3 testimonios en la noticia. Tan solo en el 4% de las unidades analizadas se presenta una mayor diversidad de fuentes, hablamos aquí de cuatro fuentes o más”, indica la investigadora.
La versión de la realidad que se presenta de la mano de fuentes oficiales no está completa. Siempre debe estar contrastada con fuentes expertas, de organizaciones no gubernamentales, y de las personas afectadas, en este caso de los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos, quienes se han convertido en una fuerza fundamental para impulsar la búsqueda y demandar respuestas de parte del gobierno mexicano.
Estigmatización de los estudiantes normalistas en el tratamiento informativo
Desde la ética periodística los sentidos de responsabilidad y justicia incluyen el tratamiento y la representación justa, no solo de las fuentes sino de los diferentes grupos sociales. Del cubrimiento del caso Ayotzinapa se puede reconocer y aprender a identificar los estereotipos que contribuyen a la discriminación y a la difusión de una imagen negativa, en este caso de los estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa.
Indica Fernanda Ramírez: “El tema de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa es un tema particular porque tiene unos antecedentes históricos. Para empezar, es una Escuela Normal porque se trata de un centro educativo para la formación de profesores rurales, las personas que se van a dedicar a dar clases en los lugares más alejados de México. (...) Estos jóvenes ya tienen una serie de años protestando o manifestándose porque las condiciones de sus escuelas no son las adecuadas”.
El día de la agresión, 26 de septiembre de 2014, los estudiantes se dirigían a una manifestación para entregar un pliego de peticiones al Gobernador del Estado de Guerrero, cuando fueron atacados por las autoridades de la ciudad de Iguala. Se presume que la actuación de la fuerza policial estuvo relacionada con la presunción del entonces alcalde, José Luis Abarca, de que los estudiantes realizarían un boicot a un evento político organizado por María de los Ángeles Pineda, su esposa.
La estigmatización de los normalistas estuvo presente en el ataque y continuó presente en el cubrimiento. Ramírez encontró en su investigación que durante la cobertura de las protestas, los medios de comunicación enfocaron su atención en los incidentes violentos, como la confrontación entre manifestantes y policías, la destrucción de propiedad privada y la quema de objetos, en lugar de explorar las raíces de las protestas y los problemas sociales o políticos que las motivaron.
“Lo que más extraño encontramos es que siempre se les echaba la responsabilidad de estos actos a los estudiantes normalistas, pero en ningún momento de los 90 programas informativos que analizamos, en ninguna de las 405 piezas informativas se encontró que Televisa verificará que se trataba de estudiantes normalistas. Se hablaba de ellos como personas violentas, como encapuchados, con una estigmatización que obviamente no contribuía al entendimiento del problema”, indicó Ramírez.
La desaparición de los 43 de Ayotzinapa ha sido calificada como un crimen de Estado por Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría Gobernación de México, quien preside la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia en el Caso Ayotzinapa. En los hechos de ese 26 de septiembre de 2014 en que las autoridades de Iguala interrumpieron la caravana de estudiantes normalistas, los estereotipos estuvieron presentes no solo en la comprensión de las autoridades sino también en la representación que se hizo del suceso en los medios de comunicación.
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Sobre Fernanda Ramírez Santos
Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Guadalajara, maestra en Investigación de la Comunicación Social y doctora en Comunicación por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Actualmente es profesora en la licenciatura de Relaciones Públicas y Comunicación del CUCEA. Forma parte del Grupo de Investigación en Comunicación Política, Periodismo y Democracia de la UPF, en donde participa en varios proyectos de investigación concedidos por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España y del Instituto Catalán Internacional por la Paz. Recientemente obtuvo el segundo lugar de los Premios CAC a la investigación científica sobre comunicación audiovisual, que otorga el Consejo Audiovisual de Cataluña en España, por su tesis doctoral: La responsabilidad social de los medios de comunicación en situaciones de crisis: Análisis del tratamiento deontológico del caso Ayotzinapa (México) en Noticieros Televisa.