Dos noticias sin conexión alguna, una ocurrida en Perú y otra en Colombia, se prestan para plantear el tema de nuestro tuitdebate esta semana.
En el caso peruano, lo sucedido tras un incendio en el limeño centro comercial Larcomar fue motivo de reflexión de nuestra bloguera Esther Vargas. Allí, el Ministerio del Interior publicó el video donde se ve a un hombre caminando con aparente tranquilidad en medio del humo, señalándolo como el pirómano que desató las llamas.
El video fue reproducido por la mayoría de medios de comunicación del país, motivando a los ciudadanos a ayudar a dar con el paradero del supuesto criminal, que a las pocas horas se presentó ante las autoridades para aclarar que él no tenía nada que ver con el origen del fuego.
Por otra parte en Colombia, ha causado un enorme dolor la violación y asesinato de una niña de apenas siete años de edad, cuyo cuerpo fue encontrado en el apartamento de un arquitecto. El hombre, luego de ser llevado al hospital por una sobredosis de narcóticos, ahora comparece ante la justicia. Sin embargo, algunos lectores se enojaron con los medios que evitaron publicar su nombre antes de que fuera procesado por las autoridades.
Evidentemente, las pruebas que hasta ahora se conocen señalan al arquitecto como culpable, pero hasta que no se le surta el debido proceso ante la ley, la prensa no debería asumir las funciones de los jueces. “Hay un deber claro en estos casos: respetar el derecho de todas las personas a que se las presuma inocentes, mientras los jueces no hayan dictado sentencia condenatoria”, afirma Javier Darío Restrepo en una de sus primeras respuestas hace 16 años en el Consultorio Ético de la FNPI, recomendando “darle al acusado la oportunidad de presentar su versión. Si la entrevista con él se vuelve imposible por las circunstancias, sus abogados o el abogado de oficio, puede presentar ese punto de vista”.
Tanto en el caso peruano como en el colombiano, resulta difícil para el periodista no dejarse llevar por la ola de indignación generalizada que se toma las redes sociales en este tipo de casos. Pero es necesario tomar distancia, y recordar que la función del periodista es la de informar, como aconseja Esther:
“Al margen de los resultados de la investigación, los medios deben ser cautelosos con la integridad de las personas, y ser parte de una cacería no es la mejor manera de informar. Ganar clics no justifica que se ponga en vitrina a una persona para el linchamiento nacional”, asegura en su blog.
¿En qué momento es adecuado revelar la identidad del sospechoso de un crimen? ¿Está bien revelar la identidad de un criminal si las fuentes oficiales ya lo señalaron como tal? ¿Cómo responder a quienes acusan a los medios que actúan con prudencia de querer ‘tapar’ al criminal? ¿Es correcto dar a conocer el nombre de la víctima, pero esperar a que la justicia obre para poder revelar el nombre del sospechoso? ¿Qué hacer cuando ya otros medios han revelado el nombre del sospechoso en un crimen, seguir su ejemplo para no perder la primicia? ¿Para qué sirve revelar con rapidez la identidad del sospechoso de un crimen? ¿Debería el periodista evitar el dejarse llevar por la indignación que colma las redes sociales cuando se comete un crimen escabroso?
Para responder a estas y otras preguntas, los seguidores de la cuenta @EticaSegura participaron en uno más de nuestros tuitdebates usando la etiqueta #ÉticaEnRed. Los mejores trinos producidos durante la hora del debate fueron recopilados en este Momento de Twitter.
¿En qué momento identificar como culpable al sospechoso de un crimen?
La Red Ética Segura es posible gracias a la alianza entre la FNPI, Grupo Bancolombia y Grupo SURA, la cual propone un espacio de reflexión y debate acerca de los cambiantes desafíos éticos del oficio periodístico.