“Es triste oír hablar de la muerte de Sayyed Mohammed Hussein Fadlallah…Uno de los gigantes de Hezbolá que respeto mucho” , fue lo que escribió en Twitter Octavia Nasr, editora de Medio Oriente de CNN. Esto fue en julio del 2010 y le costó el puesto a la periodista, quien llevaba 20 años en la cadena. Tres años han pasado, miles de horas de discusión y numerosos manuales, pero aún los medios no se ponen de acuerdo sobre cuáles son los límites para los periodistas en Twitter.
Twitter abrió un espacio en las redes sociales para los periodistas, que es sin vuelta atrás. Los profesionales encontraron una ventana para visibilizar su trabajo, interactuar con la audiencia, intercambiar enlaces y convertirse en una voz. Fue precisamente esto último lo que alertó a los medios, terminó con muchos periodistas despedidos y con las empresas construyendo manuales de redes sociales, complementarios a sus manuales de ética. Un dique ante la pérdida de control editorial. Manuales que han servido como rayado de cancha, pero que no terminaron con todas las dudas.
Las preguntas son muchas
- ¿El rol de los periodistas es sólo informar y no opinar?
- ¿Si opinan, quién pone los límites?
- Tiene sentido poner límites en un entorno de diálogo y no monólogo.
- ¿Esa opinión puede ser diferente a la línea editorial del medio?
- ¿Las opiniones personales son de exclusiva responsabilidad de los tuiteros?
- ¿Los manuales de estilo para redes sociales son reglas o censura?
- ¿Es bueno para los medios que la audiencia reconozcan distintas visiones en los periodistas o no?
Algunos estudios muestran que el contacto directo de los periodistas con la audiencia ha sido muy beneficioso, especialmente porque desmitifica la idea de que existe una sola opinión (política) dentro de un medio. Pero eso no ha sido suficiente para la tranquilidad de las empresas. Cómo ya es muy complejo diferenciar opinión de información (o altamente discutible) la industria está haciendo un rayado de cancha orientado a evitar un daño de imagen a los medios. Por ejemplo, la BBC renovó su manual de estilo, y estas son algunas de sus consideraciones:
- No transmitir información que lleve al descrédito de la cadena.
- Ser abiertos y transparentes en lo que comunicamos.
- No es problema hacer RT a otro periodista de la BBC u otro funcionario de la estación.
- No adelantar información que se esté reporteando.
La mayoría de los medios agrega en sus manuales:
- No pueden expresarse opiniones políticas ni en temas de controversia contingente.
Más allá que la listas de despidos de periodistas por opiniones controvertidas (muchos de ellos justificados), es un hecho que la mayoría lo hace. La audiencia busca información, pero también una opinión. Los medios están cambiando, la profesión también. Pensar que en la era de la transparencia y la visibilidad los periodistas convertirán sus cuentas sólo en un megáfono del medio, es no entender mucho. Sin duda que debe haber un resguardo y que incluso la opinión tiene un límite. La audiencia (y los medios) no quieren un francotirador, quiere opiniones fundadas, una cuenta que lo retroalimente con información valiosa y con un punto de vista que le abra la cabeza. Incluso si ésta no es la misma que la que fija la línea editorial del medio.
Los periodistas no pueden olvidar que tienen una responsabilidad y que Twitter es una extensión de ella. No está para darse gustos personales.