El 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado militar derrocó al presidente de Chile Salvador Allende. El General del Ejército, Augusto Pinochet, se proclamó jefe de Estado y mantuvo al país bajo un régimen militar por 17 años. 42 años después del golpe, el canal público Televisión Nacional de Chile (TVN) decidió desclasificar sus archivos y mostrar por primera vez el papel que jugó en aquellos años el medio televisivo a favor del dictador Augusto Pinochet Ugarte.
“Los montajes de la dictadura“, reportaje realizado por el periodista de la estación publica, Raul Gamboni, desclasificó los originales de cámara de la época que aún se conservaban en los archivos del canal y los revisó minuciosamente comparándolos con las notas editadas que salieron esos años al aire.
En esa revisión de los originales de cámara, el periodista descubrió montajes, omisiones y manipulaciones de la realidad, algunas sorprendentes al punto de presentar asesinatos, arrestos y desapariciones como enfrentamientos armados de grupos “guerrilleros” contra los militares. Esto se hizo para justificar un sinnúmero de muertes de personas que fueron acribilladas, y que eran después presentadas en los noticiarios, como grupos armados que querían desestabilizar el régimen militar, con entrevistas a los militares que habían participado en esos supuestos operativos.
En los 50 minutos que dura el reportaje, el periodista muestra varios de esos montajes. Actos criminales donde se falsean enfrentamientos de militares con supuestos grupos de izquierda. Uno de los casos más llamativos presentados es cuando en los originales de cámara se puede ver y escuchar al periodista dando instrucción a los militares de cuándo y cómo aparecer en cámara armados y agazapados como avanzando contra un enemigo. En ese mismo original de cámara, comparado con la nota que al final salió al aire, se comprueba que se adulteró incluso el audio ambiente con disparos, para después mostrar personas acribilladas en el suelo de esos supuestos “enfrentamientos”.
Esos montajes no eran solo para la audiencia chilena, sino que también se hicieron para mostrar más allá de las fronteras que el régimen militar chileno cumplía con las normas de Derecho Internacional. Otras de las historias exhibidas muestra la nota que salió al aire por ocasión de la visita a un campo de prisioneros en el norte del país, del delegado de la Cruz Roja Internacional. En la pieza emitida, el campo de prisioneros de Pisagua aparece como un lugar de recreo. Falsas entrevistas a un grupo de bolivianos “prisioneros”, donde estos cuentan lo bien que se pasaba en ese lugar y que lo único que extrañaban era la falta de libertad. Revisando los originales de cámara se descubre que varias de las tomas fueron repetidas, con la intención de no mostrar el estricto control militar que mantenían en ese lugar, que hoy se sabe fue un lugar de torturas y donde se ejecutó a varios prisioneros. Pisagua hoy es conocido por el testimonio de los sobrevivientes y la fosa común con restos de personas acribilladas, que fue encontrada pocos meses después de la vuelta de la democracia en 1990.
En los archivos desclasificados de la estación televisiva, aparecen también documentos escritos de carácter reservado, con el título de “Orientaciones Psicológicas para los planes de difusión del Gobierno”. En estos se instruye claramente qué temas se debían mostrar, con cuanta regularidad y de qué manera debían ser estos presentados a la audiencia. Estos documentos eran realizados para los directores de programación y editores de noticias y programas. En uno de esos documentos, por ejemplo, se ordena que se debe hablar continuamente del Marxismo y sus errores, ligándolo a violencia, peligro, angustia, vicios y abusos”.
Entrevista al periodista Raúl Gamboni, realizador del reportaje “Los Montajes de la dictadura”
¿Cómo surge la idea de hacer un reportaje transparentado el actuar del canal durante el régimen militar?
En los últimos años el cClegio de Periodistas y los tribunales de justicia emitieron fallos que apuntaron directamente a las acusaciones de montajes y manipulaciones de la información realizados en dictadura por el canal público. Como TVN había que hacerse cargo de ese hecho y la decisión fue hacerlo a través de un reportaje del programa periodístico Informe Especial.
¿A qué crees que se debe la gran repercusión y acogida en el mundo periodístico?
Habitualmente uno lava la ropa sucia en casa, pero cuando eres un medio de comunicación tienes una responsabilidad social. Tú informas e influyes en alguna medida en la sociedad. Siempre tus palabras y acciones tendrán consecuencias. En el ejercicio del periodismo existe el derecho a réplica y creo que después de 40 años las familias que se vieron dañadas con la información falsa emitida por nuestra señal pudieron ejercerlo en este reportaje. Rectificar una información errónea siempre será un ejercicio sanador en nuestra profesión. Si bien, la televisión nacional de Chile de esos años era completamente distinta a la actual televisión pública, autofinanciada e independiente del gobierno de turno, era necesario asumir esa oscura herencia para seguir adelante. En este caso las evidencias encontradas en documentación eran tan contundentes que era una obligación darlas a conocer a los chilenos. La repercusión tal vez sea porque no estamos acostumbrados a transparentar nuestras faltas o errores.
¿Qué es lo que más te impresionó al hacer la investigación del tema y que lecciones o aprendizajes te deja hacer el reportaje?
Al internarnos en ese pasado lo que más me sorprendió fue el irrestricto apego a las versiones oficiales de la época, que se explica por el absoluto control de la dictadura que incluso asesinó a periodistas de la oposición. Pero también percatarme de la vergüenza y distanciamiento que adoptan quienes eran contemporáneos a estos hechos. Muchos señalan que prácticamente había una suerte de productora externa de los aparatos de seguridad de la dictadura encargado de la difusión comunicacional del régimen militar y que no se podía hacer nada contrario. Más allá del contexto en que tuvieron que desarrollarse profesionalmente, hubo otros colegas que sí hicieron la diferencia. Radios Cooperativa y Chilena; revistas Apsi, Cause y Análisis; el Fortín Mapocho; Teleanálisis y otros contrastaron versiones acudiendo a más fuentes para buscar la verdad e informarla.
Como lección diría que es verificar el poder que tienen los medios sobre una sociedad a la cual la dictadura hizo, en cierta medida, cómplice. Esto me hace reflexionar en torno al hecho que todos los cambios estructurales de Chile se dieron en ese período. Cuando nadie cuestionaba ni debatía. Eso me hace pensar en la enorme responsabilidad como periodistas que tenemos hoy. Fomentar la conversación, la discusión e intercambio de ideas para fortalecer nuestra convivencia. La mentira no puede ser parte del proceso de transformaciones sociales. La transparencia y honestidad de la información es vital en nuestros tiempos. Sobre todo en días que la credibilidad de los medios y sus periodistas es cada vez más baja.
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