En este blog crearemos un espacio para reflexionar acerca de los retos y dilemas éticos que las conversaciones del gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, representan para los periodistas que cubren este proceso. La idea es crear un punto de encuentro que nos sirva para lograr una cobertura útil y responsable de una coyuntura que resulta clave para el país.
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El contexto es lo que le da sentido a la información. Eso lo sabemos todos. Pero ¿qué es el contexto? No sólo los antecedentes, como suele ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces invisibles entre hechos. Son estas conexiones las que nos permiten ver las consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia periodística.
Veamos algunos elementos de contexto que han hecho posible las conversaciones Farc-Gobierno:
1. Hay un cambio en el clima político de la región. De la polarización Alba-Imperio hemos pasado a un tono diplomático, en el que Venezuela, con Nicolás Maduro, está buscando un acercamiento con los Estados Unidos y un nuevo clima en sus relaciones. Lo mismo ocurre con Cuba, donde Raúl Castro viene planteando reformar lentamente, y buscando un mayor acercamiento con los gobiernos, más que con las guerrillas o las izquierdas del continente.
2. La ruptura política entre Santos y Uribe. Sin ese quiebre posiblemente no hubiera sido posible el proceso de diálogo, aunque a su vez éste ha profundizado la distancia entre ambos. No obstante, las diferencias comenzaron desde la Ley de Víctimas, y la política de tierras, que es donde más claramente se ven las diferencias de ambos gobiernos.
3. La sensación de fracaso de la lucha anti-drogas. Después de 30 años de perseguir a campesinos cultivadores de coca, de extraditar a por lo menos dos millares de narcos, y de pagar una cuota de sangre enorme, en Colombia se empiezan a plantear alternativas diferentes a la de la guerra contra las drogas, con toda su carga militar, policíaca y represiva. Siendo las Farc un factor crítico sobre todo en los cultivos y producción de la coca, el diálogo se convierte en una posibilidad de atacar el problema de manera más política. Por supuesto, que sea Obama el presidente de Estados Unidos, y no un republicano, ayuda mucho.
4. El relativo estancamiento del equilibrio militar. Si bien entre 2004 y 2008 las Fuerzas Militares lograron debilitar fuertemente a las Farc, desde ese año, en el que Alfonso Cano asumió la comandancia de esa guerrilla, se produjo un estancamiento de la situación, con tendencia a revertirse. Cano llevó a su organización de nuevo a la llamada guerra de la pulga, en la que pequeñas acciones, constantes, le han producido enormes bajas a los militares y dejan la sensación de que la insurgencia recupera terreno y no es posible su derrota a punta de bombardeos.
Pero así mismo hay nuevos elementos de contexto que pueden dar a entender que se está creando un clima adverso a la firma de un acuerdo marco de paz. El principal de ellos es la reelección de Santos.
1. El año próximo hay elecciones y Santos seguramente buscará repetir en la presidencia. El proceso de La Habana pudo haber sido su bandera, pero dado que éste tiene un ritmo propio, y no se puede ajustar al calendario electoral, ni a los vaivenes de la polarización del país, las elecciones juegan en contra del mismo. Así se vio esta semana cuando, luego de que se conociera una encuesta en la que Santos obtiene apenas el 47 % de aprobación; un 60 % de rechazo a su reelección; elevó el tono de denuncia contra las Farc y les puso un nuevo ultimátum para que lleguen a un acuerdo pronto.
2. Un segundo elemento es el clima de colapso de la seguridad. Desde octubre, fecha en la que se instaló la mesa formalmente, se han disparado las amenazas y atentados contra líderes sociales y de derechos humanos. Esto no es nuevo. Durante todos los procesos de diálogo que ha intentado Colombia desde 1982, es notorio el incremento de la guerra sucia, para enrarecer el clima político. Esta vez no es la excepción.
3. La falta de claridad sobre la posibilidad de una participación política. Mientras no se reglamente el Marco Jurídico para la Paz, los miembros de las Farc, si es que se desmovilizan, no podrían tener participación como partido. Movimientos que se consideran cercanos a sus plataformas políticas, como la Marcha Patriótica, hoy no tienen manera de participar en elecciones por falta de sustrato legal. Esa es una encrucijada, pues no es lógico que si lograra un acuerdo antes de las elecciones del 2014, las Farc, ya sin armas, no pudieran participar.
Por último hay una agitación social en el campo, proveniente tanto de sectores del establecimiento, como los empresarios de la agroindustria algodonera y azucarera, y de sectores campesinos que se oponen sobre todo a la extracción desaforada de recursos naturales. Este clima da la sensación de que no hay gobierno ni liderazgo. Y si algo necesita un proceso de paz, es un Presidente con respaldo. Santos lo está perdiendo cada día más.
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Entradas anteriores:
Las conversaciones de La Habana: un reto para la ética periodística