Cuando se empieza a propagar un rumor en las redes sociales, los medios de comunicación tienen la responsabilidad ética de averiguar qué está pasando e informar de manera oportuna. Si se trata de un caso que podría generar pánico y preocupación, la urgencia es mayor, pero debemos tener criterio para no contribuir al caos y alentar el miedo innecesariamente.
No solo los medios deben tener extremo cuidado. Los periodistas, tan proclives a usar las redes sociales para diversos fines, a veces caen en la difusión de rumores o información falsa con un simple retuit. Debemos recordar que muchas personas nos siguen porque somos periodistas y en ese sentido asumen que hemos verificado la información antes de compartirla. Ampararnos en excusas como “es mi cuenta personal” o “estoy de vacaciones” es irresponsable.
En Perú recientemente vivimos una situación que debería ameritar la reflexión de medios y periodistas. Me refiero al caso de la falsa noticia sobre tráfico de órganos, la cual desató una ola de violencia en las calles. Dos encuestadores se salvaron de ser linchados, varios policías quedaron heridos, una mujer murió al ser alcanzada por una bala, y se detuvo a unas 26 personas.
¿Qué pasó? Vecinos de Lima Norte estaban muy alarmados y no era para menos: se decía en el barrio, y en Facebook y en Twitter que un grupo de delincuentes está secuestrando a niños para robarles los órganos y luego abandonar sus cadáveres tras conseguir el dinero. A través de WhatsApp, un audio se hizo viral: era la voz de una mujer que alertaba sobre la necesidad de cuidar a los niños.
Los vecinos organizaron rondas durante horas de la madrugada para buscar a los presuntos secuestradores. Los reporteros daban cuenta de calles desoladas, madres temerosas, maestros en situación de alerta.
Un informe de América Noticias busca dar tranquilidad a la población, pero a lo largo del primer minuto -de 2.33 minutos- se entrevista a madres de familia que están aterradas y dan cuenta del rumor. El tratamiento es confuso, pero hacia el final se indica que es un psicosocial y una falsa alarma.
Durante los días del rumor (los primeros días de diciembre), la violencia se desató como pueden ver en este video. Las autoridades peruanas desmintieron la existencia de estas mafias y algunos medios procedieron a explicar por qué las denuncias eran descabelladas. El Comercio en “Tráfico de órganos: explicación científica que descarta rumores” entrevista a un funcionario de salud que señala enfáticamente que las historias son absurdas y no tienen sustento científico.
Carlos Carvallo Ñiquen, gerente de Procura y Trasplante de Essalud le dice a El Comercio que es “imposible que se realicen procedimientos quirúrgicos de esa manera, en la calle en un auto. Incluso, para hacerlo en una sala de operaciones hay que tener equipos especiales para mantener los órganos con vida y contar con un número importante de especialistas”.
El noticiero 24 horas envió el audio –que circulaba en WhatsApp– a dos especialistas para comparar la voz de la mujer con la de otras grabaciones similares y ambos coincidieron que la mujer es la misma que la que grabó un psicosocial en abril de este año.
En esas fechas, antes de las elecciones presidenciales, se difundieron audios vía WhatsApp que advertían de un golpe de estado y protestas violentas con bombas y explosiones. Hizo muy bien el noticiero en contrastar la información e ir más allá del simple reporte de testigos aterrados. Pueden ver el informe aquí.
En Perú21 hay una explicación de todo lo ocurrido: “Huaycán: ¿Cómo empezó el rumor de los ‘traficantes de órganos de niños’?”.
Los medios y los periodistas debemos informar y al mismo tiempo buscar que la población retome la calma. Si se trata de un rumor o de una historia falsa, lo adecuado es explicarle a la gente de dónde surge esta alerta y por qué no tiene sustento. Para ello podemos aprovechar todas las plataformas y recursos.
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