En menos de dos semanas, el presidente interino de Brasil, Michel Temer, comenzó el desmantelamiento de un proyecto de comunicación pública sin precedentes en el país. Con dos o tres movimientos, Temer cambió el mando de Empresa Brasil de Comunicación (EBC) e interfirió con la TV Brasil, evitando la cobertura de eventos culturales que podrían traducirse en protesta y tomar de escena las atracciones con perfil crítico a su gobierno provisional.
Las medidas son polémicas, y hay sectores descontentos de la academia y el periodismo. Ellos denuncian actos ilegales y retrocesos en la implementación de un sistema de medios de comunicación públicos.
EBC llegó en 2007 para reemplazar la Radiobrás que existía desde 1975. El objetivo era crear una televisión nacional – TV Brasil – consolidar una cadena de radio educativa y fortalecer un portal de internet que actuara como agencias de noticias. Impetuosa, la idea buscaba crear un sistema nacional de medios públicos, una idea abstracta para la mayoría de los brasileños, que representaba un peligro para los políticos que siempre hicieron uso de canales de comunicación como quisieron, y una molestia para los conglomerados del sector privado.
El presidente Luiz Inacio Lula da Silva fue criticado por la creación de la EBC, pero su prestigio popular obligó los oponentes a aceptar la EBC. Dilma Rousseff continuó el proyecto y el sistema de forma gradual estaba siendo asimilado por la sociedad. En términos de audiencia, la TV Brasil nunca ofreció riesgo a los canales privados, pero con la retirada temporal de Rousseff en mayo, la EBC se ha vuelto más un obstáculo que debe ser ser removido por el gobierno interino. Con la certeza de que la presidente va a sufrir impeachment definitivo, Temer y sus aliados se han apresurado a desfigurar el gobierno de Dilma, imponiendo una agenda conservadora, económicamente austera y con contratiempos sociales. Las intervenciones en EBC ponen en peligro la comunicación pública en el país más grande de América del Sur, lo que puede causar problemas similares en la región.
Cinco días después de la salida de Dilma, Temer exoneró el CEO de EBC, Ricardo Mello, que por ley no puede ser despedido por razones políticas, de acuerdo con las cláusulas de la autonomía y la independencia editorial. El acto ilegal causó varias protestas, incluyendo una nota de repúdio de la Junta de Síndicos de EBC, órgano con miembros de la sociedad y que ayuda a dirigir la empresa. La Federación Nacional de Periodistas (Fenaj) y el Foro Nacional para la Democratización de la Comunicación (FNDC) presentaron demandas judiciales para invalidar la acción del presidente en funciones. Curiosamente, hace años, Michel Temer fue uno de los diputados que ayudó a aprobar la ley que blindaba a EBC de la interferencia política. Para reemplazar a Ricardo Mello, Temer nombró Laertes Rimoli, que fue coordinador de comunicación de Aécio Neves, derrotado candidato por Dilma en 2014.
Una vez cambiado el CEO de la empresa, el gobierno interino canceló los contratos con los artistas y periodistas, citando el ahorro de costes. Curiosamente, las personas cuyos contratos fueron cancelados tienen un perfil crítico hacia Temer y son de izquierda.
El último ataque a la EBC es la propuesta de una ley que descaracterice la empresa, que termina con la Junta de Síndicos – ejemplo de la gobernabilidad democrática – cambiando las reglas para el despido del CEO – con lo que se pretende socavar la independencia editorial – entre otros.
Académicos, periodistas, artistas, estudiantes y activistas están preocupados. La Constitución Federal de 1988 establece que la radiodifusión brasileña está formada por las emisoras privadas, estatales y públicas, y el diseño de la EBC era estratégico para la seguridad de esta composición. Si el gobierno interino de Michel Temer continúa con ataques sistemáticos sobre la estructura y el funcionamiento original de la EBC, a los brasileños les habrán robado una fundamental alternativa de información y de entretenimiento, de carácter público.
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