Las principales recomendaciones éticas, como los Principios internacionales de ética profesional del periodismo de la UNESCO (Artículo 9), la Declaración de principios sobre la conducta de los periodistas de la Federación Internacional de Periodistas (Art. 7) o la Resolución 1.003 del Consejo de Europa (Art. 33) son inequívocas sobre la necesidad de evitar la discriminación y los estereotipos por razones de raza, género, religión, nacionalidad y discapacidad. Pese a esta claridad normativa, sigue existiendo una clara discriminación de género en el periodismo deportivo. Este ámbito de especialización es un territorio predominantemente masculino, donde las desigualdades de género se han legitimado y acentuado a lo largo del tiempo.
Desde una óptica cuantitativa, las mujeres han sido marginalizadas en la cobertura deportiva a causa de motivos fundamentales como la “tiranía” del fútbol, la infrarrepresentación estructural de las mujeres en las empresas de comunicación y las asunciones arraigadas sobre el tipo de contenidos que desea la audiencia. Esta asimetría respecto al deporte masculino se refleja de forma evidente en múltiples investigaciones llevadas a cabo en países como Reino Unido (con trabajos como el de Godoy-Pressland), Estados Unidos (con aportaciones como las de Cooky, Messner y Musto) o España (donde destacan investigaciones como las de Sáinz de Baranda o de Gómez-Colell, Medina-Bravo y Ramon). La marginalización sistemática de la mujer en la agenda deportiva se produce en todas las plataformas, tanto en la prensa escrita como en la prensa digital, la televisión y las redes sociales; tanto en los medios generalistas como en los especializados en deportes. Esta desigualdad genera la falsa impresión que las deportistas no existen o tienen poco valor en comparación con los hombres, lo que conlleva graves consecuencias a nivel social, deportivo y comunicativo.
En contraste con esta tendencia, el 24 de agosto los periódicos Marca y As otorgaron un espacio prominente en portada a las jugadoras de fútbol de la selección española que se enfrentarían a Japón en la final del Mundial sub-20 disputado en Francia. Marca tituló “Quieren llamarse Gloria. La selección española sub 20 puede hacer hoy historia ante Japón”, mientras que As resaltó en portada “¡Vamos Chicas!” e incluyó en su sitio web piezas como “El fútbol femenino busca en Francia un éxito inédito”. Ante este tratamiento positivo, el lector se preguntará: ¿Dónde está el problema? ¿Realmente podemos seguir hablando de discriminación en el ámbito del periodismo deportivo?
El problema yace en que mientras que estas portadas esporádicas visualizan el avance del deporte femenino, los medios deportivos siguen publicando de forma sistemática piezas informativas y galerías fotográficas que cosifican a la mujer. Este hecho sigue mandando un mensaje contradictorio sobre el valor de la mujer y el papel que debe jugar el periodismo deportivo para solucionar las grandes desigualdades de género que se han producido hasta el momento presente. El mismo día, As difundía la galería de imágenes “Las 10 Chicas Tikitakas más guapas de julio”, además de dar cabida a piezas como “La influencia de Kim Kardashian en Georgina Rodríguez”, centrada en la pareja de Cristiano Ronaldo. De forma similar, el rotativo Mundo Deportivo compartía informaciones como “La mujer de Immobile reclama su atención a través de Instagram” o “Misterio tras el hallazgo de una modelo Playboy asesinada en su casa”. Sport también daba prominencia a contenidos del mismo cariz, que estratégicamente se alojan en el dominio “El Balón Rosa”.
Por desgracia, el sexismo no entiende de fronteras. De forma similar a lo que ocurre en otros medios deportivos europeos como A Bola y O Jogo o en Estados Unidos con Sports Illustrated, en el ámbito latinoamericano secciones que nada tienen que ver con el deporte, como “Chica del día” (Récord) y “Bellezas” (Esto) en México, “Diosas” (Olé) en Argentina, o “Chica Líder” (Líder) y “Chica Meridiano” (Meridiano) en Venezuela, ocupan un lugar preeminente en las páginas web de estos medios, restando espacio efectivo para que las deportistas puedan encontrar su merecido lugar en la esfera mediática.
Desafortunadamente, cuando las atletas son protagonistas de la información, la sexualización y el énfasis en su físico y vestimenta también es frecuente, como demuestran multitud de casos presentados en los últimos años por los observatorios Juegos Olímpicos y Género o Mèdia.cat. Otros estereotipos, como la atención excesiva a aspectos extradeportivos como las relaciones sentimentales o la maternidad; la infantilización y el uso de calificativos como “niñas”, “mujercitas” o “muñecas”; o la caracterización de las mujeres como seres emocionales, débiles y dependientes de sus parejas y entrenadores, también contribuyen de forma decisiva a presentar de forma sesgada a las deportistas.
Pese a encontrarnos en un contexto marcado por la creciente tabloidización y espectacularización de los contenidos, los medios de comunicación deben priorizar los criterios de relevancia informativa y limitar las informaciones sensacionalistas y banales, basadas en la anécdota y el clic, que restan oportunidades para que el deporte femenino pueda recibir una cobertura adecuada, rigurosa y respetuosa. Como recalca el punto 9 de las recomendaciones para una cobertura responsable promulgadas por el sitio Accountable Sports Journalism, “para contrarrestar la infrarrepresentación de las mujeres deportistas en los medios, los periodistas deportivos deben trabajar con dedicación para promover la igualdad en las coberturas, dedicando más espacio a las cualidades y logros de las atletas”. Del mismo modo, los medios deben “evitar los comentarios y estereotipos sexistas”.
Además, como acertadamente señalan las recomendaciones propuestas en el informe “Monitoreo de medios Latinoamericanos” a raíz del estudio de los Juegos Olímpicos de Río 2016, se deben “eliminar noticias que cosifiquen sexualmente a las mujeres, ya sean atletas o invitadas en el contexto de los eventos deportivos”. Una mayor presencia y un tratamiento más equilibrado de la mujer en el periodismo deportivo no sólo contribuirá a incrementar el interés del deporte femenino entre los ciudadanos sino que también ayudará económicamente al desarrollo de este. No podemos olvidar que educar en la diversidad y evitar el sexismo informativo es esencial para construir un producto periodístico de calidad y con impacto social.
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