Decálogo para una cobertura ética de las elecciones del 2018 en México
19 de Diciembre de 2017

Decálogo para una cobertura ética de las elecciones del 2018 en México

Un periodista no puede ser un propagandista de ningún candidato por descuido, advierte aquí Jorge Tirzo.
Protestas tras las elecciones presidenciales de 2012 en México | Fotografía: Gabriel Saldana en Flickr | Usada bajo licencia Creative Commons
Jorge Tirzo

Las elecciones federales en México están a la vuelta de la esquina. En el 2018 México renovará a su presidente, pero también las cámaras de diputados y senadores, así como gobernadores y legisladores locales. Los partidos políticos y candidatos independientes harán un uso intensivo de todos los medios (tradicionales y electrónicos) para conseguir más votos. Es de esperarse que además de las campañas oficiales, haya estrategias oscuras, propaganda oculta, legiones de bots y trolls, etc. El periodismo, entendido como un servicio público, tiene una gran responsabilidad por delante.

Es bien sabido que muchos medios mexicanos se mueven por lógicas político-económicas y que sus lealtades están fijadas de antemano. No hay periodismo realmente cuando está limitada la libertad de investigar, cuestionar y verificar información. Los medios que “traen línea” están más cerca de la propaganda que del periodismo. Sin embargo, nunca hay que olvidar que el periodismo lo hacen individuos con capacidad de decisión. Incluso en el medio más “vendido” puede haber grandes periodistas que actúen de manera ética. Además, cada vez hay más periodistas independientes que investigan por cuenta propia más allá de la lógica industrial de los medios. Para todos ellos, los interesados en hacer buen periodismo electoral, está dedicado el siguiente decálogo para considerar al momento de planear la cobertura informativa de las próximas elecciones:

1.- Recordar que el periodismo es un servicio público

Aunque muchos empresarios no lo vean así, la labor informativa tiene un componente central de servicio público. En una elección, el periodismo debe ayudar a tomar decisiones: por quién votar, cómo, cuándo, por qué. No se trata de hacer campaña por uno de los candidatos, sino de brindar elementos sólidos para que el lector tome su propia decisión. Muchos periodistas creen en lo que en México se le conoce como “periodismo madreador”, que consiste en hacer investigaciones o notas con el objetivo de golpear a ciertos políticos. A veces eso ayuda a sacar a la luz temas de corrupción y malos manejos. Sin embargo, esta noción muchas veces deja fuera al ciudadano lector y crea redes de complicidades entre los medios y los políticos. Por ello considero mejor hacer una cobertura electoral enfocada en servir al ciudadano. Es a él al que hay que dirigirse, no a los políticos. Es por el lector que hay que investigar y cuestionar a los políticos; no por golpear al contrario ni por ganar los favores del candidato puntero.

2.- Hacer una cobertura justa y equitativa

Esta elección será la primera en México en admitir candidatos independientes de un partido político. Es de esperarse que eso ocasione una mayor cantidad de aspirantes a los cargos públicos. Por ello hay que procurar dar cobertura también a sus posturas y propuestas, no solamente a los grandes partidos tradicionales. Cabe señalar que “equidad” no es solamente dedicarle el mismo tiempo a todos los partidos. Habrá posturas que al no ser hegemónicas sean pasadas por alto o menospreciadas; es labor del periodista recuperarlas también y explicarlas. Hay que evitar a toda costa beneficiar solamente a un candidato o negarle el derecho de réplica al contrario. El principio del fair play debería ser un eje rector de la cobertura electoral: el periodista debe dar voz a todos los actores involucrados para dar un panorama amplio de la elección. Es involucra a partidos y candidatos, pero también autoridades electorales, ciudadanos, candidatos independientes, académicos, etc.

3.- Evitar coberturas monofuente y verificar la información

Si el periodismo nunca debe fiarse de una sola fuente, en una elección mucho menos. Todos los políticos darán sus propios datos, dirán que son la mejor opción y dirán que sus adversarios son lo peor. Por poner un ejemplo, si un candidato dice que su rival fue corrupto, el periodista no debe consignarlo tal cual en una nota. Debe aclarar que se trata de una acusación de un rival e inmediatamente investigar si la acusación es real. Si un periodista recibe información de un candidato corrupto, primero debe verificarla, contrastarla y corroborarla con varias fuentes. Sería irresponsable publicarla o adjudicarla a fuentes anónimas, pues probablemente se estaría cayendo en un juego oculto para perjudicar o beneficiar a algún candidato. Lo mismo aplica para la información oficial. Aunque las autoridades electorales afirmen que todo está en orden para las elecciones, el periodista debe indagar si eso es real entre la población. Volviendo al principio del fair play, el periodista debe integrar la mayor cantidad de fuentes posibles. No quedarse con la información oficial ni la de los punteros, sino también la de los ciudadanos, las ONG, etc.

4.- Ser más críticos con los sondeos y encuestas de opinión

Recientemente hemos visto casos donde las encuestas de opinión han fallado, como los casos del Brexit, la elección de Donald Trump o el referendo de paz en Colombia. No sería sorpresivo si pasara lo mismo en estas elecciones. Actualmente Andrés Manuel López Obrador lidera todas las encuestas presidenciales, seguido por el candidato del PRI, José Antonio Meade. Sin embargo, la cobertura no puede limitarse a reportar las más recientes encuestas. El periodista debe ocuparse de explicarle a su audiencia en qué consistieron las encuestas, sus metodologías, sus limitaciones. Si hay alguna encuesta que sea de dudosa manufactura, tendría que denunciarse su origen y forma de procesamiento. Habría que tratar a cada encuesta como una fuente más: dan información valiosa, pero pueden estar mintiendo.

5.- No seguirle el juego a los trolls y bots

Las elecciones de 2018 serán probablemente el caldo de cultivo propicio para la proliferación de perfiles falsos en la red, hashtags pagados, ejércitos de cuentas falsas al servicio de un candidato, etc. El periodista debe entrenarse para diferenciar ese tipo de cuentas de las reales. Los editores deben evitar caer en su juego y no elaborar notas donde se cuente que “el candidato fue trending topic por muchas horas” o “usuarios de las redes insultaron al candidato en la red”. Eso es justamente lo que buscan esos trolls y esos bots: Ocasionar un alboroto para que un medio haga una nota de ello y así beneficiar o perjudicar a alguien. Lo mismo con la información falsa. Es de esperarse que estos mercenarios digitales difundan muchas notas inventadas para que los medios caigan, los lectores caigan y se genere un caos informativo.

6.- Contar la historia de la gente, no solo de los políticos

Hay que aprender de la experiencia previa. En plena elección de 2012, un grupo de jóvenes generó un movimiento llamado #YoSoy132 que criticó ampliamente el sistema electoral y la concentración de los medios tradicionales. El periodismo tradicional menospreció el movimiento, no supo reportearlo correctamente y lo minimizó, como si se tratara de una manifestación sindical más. Aunque luego se reivindicaron muchos periodistas, la realidad es que al inicio de la cobertura muy pocos medios supieron identificar que ahí estaba una gran historia. Las elecciones no son solamente de los candidatos, sino también de los millones de votantes. ¿Qué le piden los votantes a los candidatos? ¿Qué tan factibles son las promesas de campaña en las comunidades reales? ¿Por qué protesta la gente? ¿Qué dicen en los mítines? ¿Cómo llegan a ellos? ¿Cómo se van? El periodismo debe indagar también en esta información y no relegarla a un segundo plano.

7.- Evitar la declaracionitis e investigar los hechos

Siempre lo hacen así, pero en época de elecciones es peor. Los políticos hablan y declaran cosas que no necesariamente corresponden con la realidad: cifras infladas, acusaciones falsas, promesas imposibles de cumplir, etc. Lo peor que puede hacer el periodismo es basar su cobertura en lo que dijeron ese día los candidatos o los jefes de campaña. Hay que evitar expresiones usadas a la ligera como “el candidato desmintió que haya incurrido en corrupción”, pues probablemente no se trate de un desmentido, sino simplemente de una declaración. En este caso hay que preferir decir: “el candidato negó que las acusaciones de corrupción sean ciertas”. Y luego investigar qué hay de fondo con datos sólidos. En época de elecciones, lo que dicen los políticos solo es la capa más superficial de la información. Lo importante es lo que han hecho o van a hacer.

8.- Enfocar la atención en asuntos trascendentales y denunciar distractores

Habrá decenas de informaciones sucediéndose al mismo tiempo. No hay que ser tan ingenuos como para pensar que no hay unas sembradas para distraer la atención. O por lo menos que son aprovechadas como distractores. El periodista debe identificar los temas centrales y hacer énfasis en ellos.

9.- Tener cuidado con la información falsa difundida a propósito

Las elecciones del 2016 de Estados Unidos ya nos advierten que la elección se puede enrarecer con las llamadas fake news. Considerando que tanta gente se informa a través de redes sociales, es cada vez más fácil difundir información falsa que mucha gente crea real. Los periodistas deben estar entrenados para identificar esas falsedades. Y no solo eso, también tienen el deber de alertar a la población de dichas notas falsas. Una cobertura responsable debería considerar una sección de desmentidos a través de la verificación informativa. Sería deseables que más medios hicieran ejercicios como “El Sabueso” de Animal Político. No hay que olvidar que mucha de esa información falsa no estará ahí solo por accidente o desconocimiento. Es probable que esa desinformación esté sembrada a propósito por algún propagandista para perjudicar o beneficiar a un candidato.

10.- Hacer periodismo de verdad, no propaganda

Por último, lo más importante. Recordar las diferencias entre periodismo y propaganda. El periodismo investiga, contrasta, muestra, informa. La propaganda es una visión parcial, pragmática, persuasiva. El periodismo es un servicio público mientras la propaganda sirve a intereses privados. El periodismo ayuda al ciudadano a elegir libremente con datos fidedignos. La propaganda puede incluso llegar a mentir con tal de beneficiar a un candidato o perjudicar a otro. Un periodista no puede ser un propagandista de ningún candidato por descuido. Mucho menos por decisión propia. Un comunicador que hace campaña llamando al voto por un candidato o denostando frecuentemente a otro, no es un periodista sino un propagandista. Hay que saber diferenciarlos y denunciar a los comunicadores que fingen ser periodistas teniendo sus lealtades en otro lado que no es el periodismo.

Sobre el autor

Jorge Tirzo es escritor, periodista y académico. Editor de la Revista Mexicana de Comunicación y bloguero en la revista Gatopardo. Es licenciado en Periodismo y Medios de Información por el Tecnológico de Monterrey. Maestrante en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Twitter: @ztirzo. 

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